Capítulo 269
—¿Eres tú? Al ver a Pedro, Teresa se quedó atónita, su cara llenada de asombro.

Pedro también mostraba una expresión peculiar, muy sorprendido.

No esperaba que los familiares de los que Leticia hablaba resultaran ser estas dos mujeres deslenguadas.

¡Vaya que el mundo es pequeño para los enemigos!

—Oigan, ¿se conocen ustedes?

Leticia miró a un lado y al otro, aparentemente desconcertada.

—¿Conocernos? —dijo Teresa, mordiéndose los dientes de rabia—. ¡Este sujeto fue quien nos golpeó ayer!

—¿Qué?

Al escuchar esto, todos quedaron atónitos.

—Teresa, ¿estás segura de lo que dices? —preguntó Yolanda de manera cautelosa.

—¿Cómo podría confundirme? ¡Reconocería la cara de este tipo incluso si se volviera cenizas! ¡Además, sospecho que el dolor de cabeza de mi madre es resultado de su bofetada!

Teresa lucía amenazadora.

—¡Es cierto! ¡Debe haber sido él quien me golpeó y me causó este malestar! ¡Llamen a la policía para que lo detengan ahora mismo! —gritaba Lourdes desde la cama del hospital.

El
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