Jorge arqueó una ceja, aunque no sabía qué estaba pasando, era evidente que Rosario detestaba al hombre frente a él:

—¿Desde cuándo el umbral de nuestra familia Ponce es tan bajo? ¿Ahora cualquier escoria puede entrar?

—Jorge, Pedro es mi amigo —se apresuró a explicar Pilar.

—¿Amigo? —Jorge lo miró de arriba abajo y dijo con indiferencia—. Pilar, debes saber que con tu estatus, no cualquiera tiene el derecho de ser tu amigo.

Un vendedor de seguros, un personaje del estrato más bajo de la sociedad, ni siquiera merece lustrar nuestros zapatos.

—No sé si yo califico, pero claramente tu primo no es buena persona —Pedro habló de nuevo.

—¡Insolente! —Araceli lo fulminó con la mirada y gritó—: ¿Quién te crees para difamar a mi hermano? ¿Quieres que te golpee?

Dicho esto, levantó el látigo para golpearlo.

Jorge levantó la mano para detenerla, luego preguntó fríamente:

—¿Pedro, verdad? Creo que no te he ofendido, ¿quién te ha dado permiso para calumniarme aquí?

—¿Calumniar?

Pedro soltó un bufid