—Este asunto, ya le he explicado a tu padre y a tu tío mayor que el mapa del tesoro fue robado hace años y ahora su paradero es desconocido —dijo Valentín.

—Tío, si vas a decir eso, no tiene gracia —Wilberto agarró un plátano y comenzó a pelarlo lentamente—. El mapa del tesoro es muy precioso, lo valoras más que tu propia vida, ¿cómo podría ser robado? ¿No será que lo has escondido para apropiártelo tú solo?

—¿Me estás acusando? ¿Dónde están las pruebas? —Valentín frunció el ceño levemente.

—Tío, si quieres que algo no se sepa, mejor no lo hagas. Todos sabemos lo que está pasando sin necesidad de decirlo.

Wilberto mordió el plátano y dijo con una sonrisa:

—Como tu sobrino, te aconsejo que lo entregues pronto. De lo contrario, nadie puede garantizar que lo que pasó hoy no vuelva a suceder.

Al oír esto, la expresión de todos cambió, especialmente la de Estrella, que se enfureció de inmediato, avanzó y agarró el cuello de la camisa de Wilberto, gritando:

—¿Qué acabas de decir? ¡¿El accide