En la noche, dentro de una habitación de hospital.

Pedro y Estrella se quedaron en silencio al lado de la cama, observando a Dolores, quien ya se ha dormido, sintiendo una inexplicable pena.

Después de la operación, el hueso roto de Dolores ya había sido conectado, y todas las áreas que necesitaban vendajes habían sido cubiertas.

La hemorragia interna también había sido extraída por Pedro con una aguja de plata.

Aunque ella ya no estaba en peligro, el dolor y el susto del accidente de coche seguían siendo un gran daño para una niña de cinco años.

—No te preocupes, Dolores estará bien.

Pedro tomó la mano de Estrella, ofreciéndole consuelo.

—Son unos animales, no dejan ni a una niña en paz.

Estrella apretó los dientes, claramente enfadada.

—Voy a investigar esto hasta el final, no importa quién esté detrás de esto, ¡no lo dejaré así! —dijo Pedro con seriedad.

Se dice que los desastres no deben alcanzar a la esposa e hijos, y esta vez, tanto Estrella como Dolores habían sido heridas, lo c