Capítulo 27
Estaba seria, como su madre difunta.

Delicia no esperaba antes que después de dejar la Ciudad de México, pudiera trabajar tan rápidamente.

—Pah.—el hombre encendió un cigarrillo y Delicia arrugó inconscientemente las cejas al oler familiar.

No le gustaba el olor a tabaco.

Miró al hombre:—Tío, el médico te dijo que no fumaras.

—Sí, sí, sí. —el hombre la mimaba, apagando el cigarrillo que tenía en la mano y tirándolo al cenicero.

Delicia se relajó y seguía ordenando los documentos.

Los tres meses que pasó en el extranjero fueron como un sueño, su vida había cambiado para siempre.

No esperaba que tuviera un tío, llamado Néstor González. Por aquel entonces, sus padres fallecieron y su abuela la abandonó porque estaba demasiado triste, sin decirle nada.

—Si Flavia trabaja tanto como tú... —el hombre suspiró.

Flavia González, la prima de Delicia. Flavia se dedicaba a la medicina y no le interesaron los negocios.

Su tío miró a Delicia siendo tan capaz, fue un poco de alivio.

—Vaya
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