Acercó más su rostro al de ella, fijando la mirada en sus labios húmedos. Percibió de inmediato el cálido aliento cuando jadeó horrorizada por la insinuación de Arthur.—Fue un error haber venido… —susurró apenas, e intentó rodearlo para marcharse. Era evidente que él la había abochornado.—No respondió mi pregunta. —Claire se detuvo, y él aprovechó para situarse detrás de ella rodeando su cintura con las manos. La sintió temblar en sus brazos y acercó su boca a su oído—. ¿Está celosa, milady?—En absoluto… —musitó en tono vibrante, y él sonrió—. Se supone que debe ser usted quien responda mis preguntas —respiró hondo, y él la giró para que lo viera a la cara.—Entonces haga sus preguntas —le propuso, conciliador.—¿Así de simple?—Así de simple.—¿Por qué quiere casarse conmigo?Arthur la miró por un instante antes de responder.—Por la misma razón por la que está usted aquí reclamándome un inocente paseo con otra dama. —Se cruzó de brazos y sonrió divertido.—No es lo mismo.—¿Ah, n
A la mañana siguiente, Claire se despertó bastante temprano y con los ánimos renovados. En la noche Amalia escuchó las últimas palabras del duque, por lo que, de camino a Devon House, no soportó la ansiedad de preguntarle a su señora sobre el asunto. Se había deleitado con la historia del hombre misterioso que la salvó en el parque y ahora estaba emocionada con la idea de que lady Claire se desposaría con su salvador.Pidió que le sirvieran el desayuno en su alcoba y toda la mañana permaneció a solas; pensó en el apasionado beso que aturdió sus sentidos. Se llevó varias veces los dedos a la boca, evocando la calidez de los labios del duque sobre los suyos.Ya, por la tarde, Amalia irrumpió con prisa en su alcoba para darle la noticia de la llegada del duque de Lancaster, por lo que dejó que su doncella la retocara antes de bajar a recibirlo.En el pasillo, antes de llegar a las escaleras, se encontró con su madre, quien la retuvo por unos instantes.—Me ha dicho Gregory que el duque d
A Arthur no le pasó desapercibida la falta de entusiasmo que presentaba la duquesa viuda de Devon en relación a desposar a su hija, lo que lo hizo pensar que ella estaba al tanto de la desgracia que unía a sus familias y no podía concebir que Claire fuera de la misma calaña que ellos. Se negaba a aceptar que ella supiera lo que su hermano menor había hecho con Susan y, siendo sensatos, jamás se habría acercado a él si estuviera enterada.No. Ella seguramente desconocía ese horrible secreto.Cuando Devon le pasó la mano, percibió un ligero temblor en su saludo y ya supuso el resultado de aquella entrevista. Lo siguió a su despacho, dispuesto a pelear por la mano de lady Claire. En todo caso, a ella le gustaba, y eso era lo único que importaba.Sentados frente a frente, con un Devon incómodo a quien le costaba sostenerle la mirada, hizo su petición.—Lamento llegar sin aviso, pero no he podido dejar que pase otro día más para hablar con usted, excelencia.—No puedo negar que me sorprend
—¿Usted lo conoce para afirmar que es de esa manera, madre? —preguntó dolida—. ¿O será como las demás personas que solo se dejará llevar por las habladurías?—Sabes que no soy de esa manera. Pero eres mi hija, por supuesto procuraré el mejor de los futuros para ti, y, en mi opinión, Lancaster no es el candidato ideal para esposo, querida. Por favor, Claire, escúchame, yo solo quiero lo mejor para ti.—Lo siento, pero esta vez no puedo estar de acuerdo con usted. —Se puso de pie—. He quedado con Cecilie para dar un paseo. Debe estar por llegar, no quiero hacerla esperar. —se apresuró en excusarse.—¡Aguarda, niña! —exclamó cuando Claire estuvo por salir de la salita—. ¿Te has enamorado del duque?Claire se mordió el labio inferior y suspiró.—Sí, madre. Por lo tanto, no me casaré con otra persona que no sea su excelencia. Si me disculpa. —Dio la vuelta y se marchó, dejando a su madre con el corazón en la boca porque la situación era más delicada de lo que pensaban.Charles debía actuar
Dos golpes en la puerta de la biblioteca lo arrancaron de sus cavilaciones, y Clay le dio paso a la mujer que dividía sus deseos y su deber en dos.De inmediato se puso de pie y fue a su encuentro. Ella se lanzó a sus brazos y él la estrechó con fuerza mientras intentaba olvidar el asunto que involucraba a su familia. Sus manos tomaron su rostro y le propinó un suave beso en los labios.—Ha venido… —musitó muy cerca de su boca—. Temía que…—Temía que no pudiera escaparme… —completó ella, y él asintió—. ¿Qué sucedió ayer? ¿Por qué se marchó de aquel modo?Arthur tomó su mano y la acomodó delante de la chimenea, en un mullido sillón de cuero negro, y se sentó frente a ella.—Su hermano rechazó mi propuesta. Al parecer, tiene en mente a candidatos más adecuados que yo; pretendientes que han manifestado su interés en usted.—Pero yo no deseo casarme con nadie más, solo con usted —aseguró ella.—Esperaré lo que sea necesario, milady. Pero necesito que me prometa que no permitirá que su her
—El pequeño príncipe, después de ver que la reina se marchó con el demonio a pesar de sus súplicas, se levantó y se limpió las lágrimas. No se había dado cuenta de que el rey presenció toda aquella escena. Solo cuando giró para regresar al castillo, lo vio tendiéndole la mano para volver juntos. No pudo evitar preguntarle al rey por qué no había hecho nada para que la reina no se fuera, a lo que el rey respondió que, cuando amara a alguien con todo su corazón, comprendería sus motivos.—¿Qué… qué pasó con el príncipe?—El príncipe creció, pero renegaba del amor. Había jurado que jamás le daría a nadie el poder de lastimarlo como la reina lo hizo con el rey, pero no pudo evitar que el amor lo atrapara. Sin embargo, esa historia aún sigue inconclusa, porque el hermano de la mujer a la que quería con todo su ser no estaba de acuerdo con que ellos estuvieran juntos. —Claire no pudo evitar abrir grande los ojos. Luego frunció la frente mientras lo miraba interrogante. Arthur afirmó con la
Durante los dos meses siguientes, Claire se dedicó a visitar constantemente a lady Serena, forjando una entrañable amistad. Charles no había tomado aún una decisión respecto a la solicitud del duque de Lancaster y su madre comenzó a acompañarla a todas partes. No obstante, continuó saliendo por las noches para reunirse con él en su residencia, donde pasaban un rato agradable hasta que llegaba la hora de partir.Faltaba una semana para el baile de máscaras que ofrecería el conde de Rutland, y Claire, con ayuda de Henrietta, convenció a Serena para asistir a la fiesta. Sabía que por el impedimento en su pierna la joven no había querido debutar, perdiéndose la oportunidad de disfrutar lo que cualquier muchacha de su edad vivía. Sin embargo, siempre se mostraba alegre, y ella la admiraba cada día más, al punto de que quiso abrirle los ojos a Charles en relación al sentimiento mutuo que ambos sentían pero que aún no se confesaban.El vestido confeccionado por madame Maxim le quedaba estupe
Essex presionó demás uno de los alfileres, cosa que lo hizo respingar por el pinchazo.—Pero, al parecer, ella no me quería a mí, y no la culpo. Ni a ella, ni Finnley, y mucho menos a lady Claire —explicó—. Me arrepiento profundamente de haberte ayudado a idear un plan que solo acabará contigo. Yo… yo pensé que el amor te haría ver las cosas diferentes y que cambiarías de opinión. Por eso te di ideas de cómo enamorar a esa inocente muchacha, por eso te seguí el juego, porque estaba seguro de que ella era la indicada para ti, para terminar de una vez por todas con todo el resentimiento que guardas en tu corazón. Si hubiera sabido que ni el amor más grande y puro podría contra tu odio, nunca hubiera regresado de América —se lamentó sin que Arthur dijera una sola palabra—. Sé que seré demasiado reiterativo, pero no puedo evitar decirte que solo tú saldrás perjudicado de todo esto. Amas a tu futura esposa y ella te ama a ti. Susan está muerta, Arthur, y que lastimes a lady Claire no resu