Capítulo 43

Mientras en la casa de Mauricio el le daba un beso en el cuello y Rosie pensó que tenía razón; era mucho más cómodo y, desde luego, mucho más interesante. Pero no estaba dispuesta a admitirlo. No quería darle a entender que solo tenía que silbar para que cayera rendida a sus pies.

— Bueno, basta por hoy. Vamos a dar ese paseo…

— Está bien vamos a dar un paseo.

El sol se estaba poniendo cuando salieron de la casa y siguieron caminando por las caminería del jardín. Poco después, Ella señaló un grupo de pajaritos blancos que levantaban el vuelo.

— Te voy a dar algo.

— Que será.

Entonces el saco una cajita con un anillo.

— Es tuyo.

— Bonito detalle… ¿Qué es?.

— Quería darte una sorpresa. Se suponía que tenías que ver la caja cerrada y preguntar por su

contenido.

Él le pasó los brazos alrededor de la cintura y le dio un beso.

— Te lo agradezco de todas formas, bellezza. Que me digas si te ha gustado el regalo.

— Pues te diré que es hermoso lo que me has regalado.

— Eso está hecho, preciosa
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