Capítulo 33

Los labios Rosie eran más suaves y dulces de lo que se había imaginado en sueños. Habían sido un desafío para su ego de macho. Mientras el cuerpo de Rosie se llenaba de la fuerza de la pasión, sentía una profundo placer, no estaba segura. Puesto que una ola de deseo la poseía y no podía distinguir entre sus sensaciones y todo lo que era el. Mauricio la besó más profundamente. Luego deslizó sus manos hacia sus pechos. Y, ¡Dios santo!, ¡eran tan hermosos!, pensó el. Redondos, con pezones erguidos, perfectos. Los suaves suspiros de placer de Rosie finalmente penetraron el rojo velo de deseo que nubló su cerebro.

— Mauricio esto está bien entre los dos.

Mauricio se quedó quieto, no le hizo caso a lo que le decía ella, el dejó escapar un profundo suspiro.

¿Qué diablos estaba haciendo?, pensó. Era un estúpido.

— No sé cómo pero no puedo detenerme.

Mauricio no se atrevió a mirar sus sorprendidos ojos, y se dio la vuelta para ocultar la evidencia de su dolorido sexo.

— El vino… —dijo él con l
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