Se encontraba a un par de horas de distancia de Venecia, y Lombardía era el mejor lugar para esquiar. Selene y Steven había organizado el encuentro de ellos allí, porque le convenía que lo vieran. No podía haber elegido un sitio más hermoso que aquel. Pero para Selene era algo nuevo y excitante aquellas montañas de nieves donde Steven había propuesto el encuentro.— Por qué nos has traído aquí Steven.— No es un sitio hermoso. —dijo de pronto Steven. — No sabes lo que te pierdes.— ¿A qué te refieres Steven?— A que deberías aprender a esquiar. Yo podría enseñarte amor.Ver la cara de horror de Selene le hizo reír a carcajadas.— Sabes que no sé esquiar maldición Steven.— Bueno ya te he dicho yo te enseño mi tesorina. —dijo él.Contemplando el escenario que les rodeaba. Envueltas en silencio, aquellas montañas lo dominaban todo, acurrucando el valle entre sus faldas. Él siempre utilizaba su villa de Lombardía como refugio, pero aquel lugar era verdaderamente especial. Se volvió hacia
Rosie observó el rostro de Mauricio, Delgado, pómulos bien definidos, mandíbula cuadrada. Irradiaba un aire sensual, de peligrosa excitación. Al hablar con él sabías que se trataba de un hombre que podía conseguirlo todo, que jamás le había tenido miedo a la vida, en absoluto reacio a correr algunos riesgos. Sí, ese carisma se hallaba atemperado por algo más. Un aire de estabilidad. Quizá se debiera al hecho de que daba la impresión de que era alguien importante, ser un Duque italiano.— Y bien, ¿qué te parece?.La pregunta hizo que se diera cuenta de que solo lo había escuchado a medias, y eligió con cuidado las palabras.— Me preguntaba por qué tu familia quiere que tenga una novia ya.— No lo sé. —se encogió de hombros. — Debe ser que necesito una compañera pero quería elegirla yo, no mi madre.— ¿Y nunca le dices a tu mamá que tienes decisiones propias?— Mi madre es muy obstinada cuando se empeña en algo respecto a mí.— ¿Eres hijo único?. —dijo ella.— Si soy hijo único, y soy u
Al día siguiente volvieron al restauran a comer de nuevo, pero una sorpresa les esperaba. Selene se dio cuenta de que Mauricio observaba a alguien en otra mesa frentes de ellos. Entonces observó su rostro y le dice.— A quien viste Mauricio. —le dijo Steven.— Mira hacia la otra mesa.— Por Dios es tu madre que hace en este lugar.Mauricio le señalo con un movimiento de cabeza, al acompáñame que llegaba.— No lo puedo creer, está con Cindy.— Si la que quiere ponerme como novia. —en eso Selene se dio cuenta y dice.— Esa no es tu madre Mauricio y que hace con esa chica.Al pasar dos minutos su madre lo miró y ella sabías que estaba reunido con Steven, el próximo Conde de Chesterfield.— Mira a quien tenemos aquí. —dijo la madre de Mauricio cuando se acercó a la mesa y le dice. — Nunca pensé que cenaría aquí con Steven y su prometida.— Madre que sorpresa que estés aquí.— Si mi bello Filió, esto con Cindy la recuerdas.— Claro que la recuerdo. —con sonrisa de hipocresía.— Hola Mauric
Eso le preocupo a el.— Mejor nos retiramos, seguro estás casada amor.— No Mauricio vamos a cenar como quedamos y bienvenida tu madre y Cindy a la mesa.— Gracias… —dijo Sabrina mirándola de reojo.— ¿Cómo ya sabes madre, ahora tengo una novia?.— Ya lo sé mío filió eres muy especial, ya lo he visto.— Si Mauricio es una amor con todo el mundo, hasta conmigo lo fue.Cindy había dicho aquello y Rosie, se atragantó con un bocado de comida. Cuando escucho decir aquello de ella. Había sido la primera cosa que había escuchado en toda la noche, entonces Rosie no pudo más agarró y se levantó de la mesa y dice.— Lo siento mucho me retiro me siento mal y creo que fue suficiente, me retiro fue un placer conocerlas.— Espera yo me voy contigo. —le dijo Mauricio.— Quédate y disfruta la comida con tu madre y su amiga en común.— Estás celosa. —contestó Mauricio, mirando sus mejillas sonrojadas.A las mujeres de su círculo social les habría llevado más de unas cuantas citas ponerse así.— Vamos
Los labios Rosie eran más suaves y dulces de lo que se había imaginado en sueños. Habían sido un desafío para su ego de macho. Mientras el cuerpo de Rosie se llenaba de la fuerza de la pasión, sentía una profundo placer, no estaba segura. Puesto que una ola de deseo la poseía y no podía distinguir entre sus sensaciones y todo lo que era el. Mauricio la besó más profundamente. Luego deslizó sus manos hacia sus pechos. Y, ¡Dios santo!, ¡eran tan hermosos!, pensó el. Redondos, con pezones erguidos, perfectos. Los suaves suspiros de placer de Rosie finalmente penetraron el rojo velo de deseo que nubló su cerebro.— Mauricio esto está bien entre los dos.Mauricio se quedó quieto, no le hizo caso a lo que le decía ella, el dejó escapar un profundo suspiro.¿Qué diablos estaba haciendo?, pensó. Era un estúpido.— No sé cómo pero no puedo detenerme.Mauricio no se atrevió a mirar sus sorprendidos ojos, y se dio la vuelta para ocultar la evidencia de su dolorido sexo.— El vino… —dijo él con l
Pero Rosie había colgado.— Que te dijo.— Que se quedaría esta noche con Mauricio que no me preocupara.— Bueno tu amiga sabe lo que haces. Ahora dime cómo vas con mi abuela y los preparativos de la boda.— Todo va bien pero, está muy pendiente de lo que pasa entre nosotros está muy sospechosa.— Bueno, Giovanna es así, que más te dijo.— Que daría una fiesta para presentarme en la sociedad, tú debes saber eso más que yo.— Bueno amor para Giovanna es importante, va a dejarme el título de Conde de Chesterfield, y luego ya después nos vamos de vacaciones y nos olvidemos de todos.— Tú crees.— Claro que sí, mi tesorina ahora vamos a dormir.Rosie se despertó de su turbulento sueño mucho antes de la madrugada. Contuvo el aliento y se apartó del tibio cuerpo desnudo de Mauricio. Le dolía el cuerpo, pero eso no era nada comparado con el dolor de su corazón. Las imágenes eróticas se agolpaban en su mente. Imágenes de las caricias de él de su deseoso cuerpo, de sus labios, de sus manos vol
Mauricio sabía que Rosie era una mujer muy atenta, y quería compartir su vida con ella. Cómo tomaría ella cuando le diera la sorpresa y que mejor en ese momento que en la fiesta de compromiso de Steven y Selene, buscaría el anillo de su abuela, y se lo daría como enlace de su amor. En ese momento Rosie lo mira y le dice.— Que tanto piensas Mauricio.— En nada mi vida, vamos a arreglarnos para irnos a la mansión Wolf.Así que salieron para ir a la mansión Wolf. Mientras que Steven se dio una ducha rápida, se cambió de ropa y salió de la mansión quería dar un paseo eso lo ayudaría a aclarar su mente y a poder estar seguro de las decisiones que empezaban a tomar forma. Luego, como solía hacer, actuaría. Steven entró por la zona de servicio de la mansión. Se quitó los zapatos de deportes y se puso unas zapatillas. La cocina olía a beicon y huevos. Pero cuando había entrado estaba los empleados allí hablando.Nona estaba haciendo café. Mirabel estaba comiendo la última tostada que quedaba
La doctora iba impecablemente vestida con un traje, y su bata de médico, llevaba el cabello gris recogido en un moño perfecto.— Buenos días usted debe ser Selene Scott verdad.— Si…— Su esposo no vino con usted. —contestó la secretaria, con la mayor firmeza que pudo.Ella frunció el ceño y le lanzó una mirada furibunda.— Señorita Scott la doctora espera por usted, que pase.— Ok... Disculpe no prestar atención. —respondió ella.Haciendo acopio de valor, le dio la espalda a la mujer y se dirigió al consultorio. Contó en silencio, esforzándose por controlar su respiración y su pulso acelerado: uno, dos, tres… Iba por siete cuando oyó a la doctora resoplar, y luego el ruido de sus tacones.— Bueno, señora, deje los nervios es solo una revisión, lástima que su esposo no esté aquí para apoyarla.— Le salió un imprevisto y no pudo venir por eso.— Bueno entonces vamos a revisarla.Selene miraba el techo del consultorio. Estaba observando todo a su alrededor, y aquella doctora se había co