“Mírame. En nada me consigo concentrar. Ando despistado todo lo hago mal. Soy un desastre y no sé. Que está pasando…” Alejandro Sanz.
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East Hampton- Nyc, Usa
Varios días después.
María Paz mantenía su mirada fija en la pantalla de su computador, sonreía contándole a su mejor amigo Matt sobre todas las aventuras que había vivido en sus vacaciones en Ecuador, y él le hablaba de su visita a Europa.
—Estuve en el palacio de Kensington, pero no tuve la suerte de conocer a ningún Duque. —Carcajeó el chico observando con atención como los labios de la joven se abrieron en una gran O.
—¡Qué gracioso! —reclamó ella, entonces recordó al chico del aeropuerto—. Un Duque —susurró—, nunca más te vuelvo a contar mis sueños —expresó acusándolo con el dedo—, además conocí a uno en el vuelo de regreso.
—¿Ya no deseas con casarte con un Duque? —Bromeó divertido—. ¿Cómo que conociste a uno?
María Paz hizo una mueca con los labios mirando con seriedad a su mejor amigo, y luego empezó a contarle toda la travesía de su vuelo, a la chica la mirada se le iluminaba cada vez que lo mencionaba.
—Ese era un sueño de niña —mencionó refiriéndose al comentario de su amigo.
—¿Es un Duque, en verdad? —inquirió su amigo.
—Claro que no —respondió ella bufando—, él dice que es el Duque de Manizales —carcajeó.
Matt también rio al escucharla.
—¿Intercambiaron números telefónicos?
María Paz presionó sus labios y cruzó sus brazos, negó con la cabeza.
—Es un descarado, y bien coqueto —mencionó suspirando—, y si yo le pedía su contacto, de seguro iba a pensar que babeo por él—. Deberías ver la sonrisa que pone cuando te dirige la palabra, y esa mirada de conquistador. —Inhaló profundo.
—¿Y no necesitas una servilleta? —Cuestionó divertido el joven de mirada verdosa carcajeándose. —¿Y es guapo como los chicos que nos gustan? —averiguó en voz baja, con miedo de que sus padres lo escucharan.
La chica rodó los ojos y se quedó pensativa.
—Es muy atractivo, habla con un acento extraño —mencionó María Paz—, y sus ojos… son hermosos —mencionó abrazando una almohada—. Lástima que le fascine beber —murmuró con tristeza.
—Más grave es, que no lo vas a volver a ver —comentó Matt.
Entonces la chica se sobresaltó cuando la puerta del balcón de su habitación se abrió de golpe, y las cortinas de los ventanales se agitaron, arrugó el ceño porque no había brisa, sin embargo, en vez de darle temor volvió a percibir aquella cálida energía que solo ella lograba sentir.
—Debo despedirme —contestó la joven, y cerró su laptop, enseguida se calzó sus pantuflas y se acercó a la terraza, pero de nuevo todo parecía obra de su imaginación, entonces regresó a la cama, y encendió el reproductor de música, buscaba con el control del equipo una melodía cuando de pronto: «For the first time by Rod Stewart» sonó de repente en la cálida y acogedora habitación de María Paz.
«¿Are those your eyes? ¿Is that your smile? I been looking at you for ever Yet I never saw you before»
«¿Son esos tus ojos? ¿Es esa tu sonrisa? He estado buscándote eternamente. Y hasta ahora nunca te había visto»
Jamás había escuchado ese tema, pero la letra la conmovió, de manera inevitable la imagen de él se vino a su memoria, sin embargo, también recordó la forma en la que lo conoció, y se estremeció de tristeza.
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Joaquín conducía su auto de regreso a New York, de pronto el reproductor de música falló y una melodía que él no conocía sonó:
«And for the first time, I am looking in your eyes. For the first time, I am seeing who you are. I can't believe how much I see. When you're looking back at me»
«Y por primera vez, me estoy mirando en tus ojos. Por primera vez. Estoy viendo quién eres. No puedo creer cuánto veo. Cuando tú me devuelves la mirada»
Entonces aquella sonrisa traviesa de la jovencita del avión se le vino a la memoria. Mordió sus labios al recordar aquella hermosa mirada, de pronto por mantener la mente distraída en aquella reminiscencia frenó de golpe para evitar atropellar a un canino, las llantas de su auto rechinaron, y tras de él, la bocina del vehículo de su amigo Santiago se hizo escuchar.
—¡Estás loco! —recriminó Santy bajando de su BMW—, como frenas de esa manera, casi me voy encima de ti.
Joaquín sacudió su cabeza y se llevó las manos al cabello.
—Lo siento —se disculpó.
—¿En qué o quién piensas? —cuestionó el joven Vidal mirando con atención a su amigo—, andas muy distraído.
Joaquín esbozó una amplia sonrisa, elevó una de sus cejas.
—No he tenido tiempo de contarte, conocí a una muchacha. —Mojó sus labios—, divina.
—Siempre dices lo mismo. —Bromeó Santiago.
—No, de quién te hablo es diferente, es un ángel —mencionó, luego la recordó y negó con la cabeza—, no más bien es el mismísimo demonio —expresó suspirando—, se atrevió a llamarme Duque falso, a mí un miembro de la realeza. —Sonrió divertido—, y vos la hubieras visto defenderme en el aeropuerto. —Bufó—, pero tiene unos aires de reina, quería que yo me postrara ante ella. ¿Podés creer eso?
Santiago soltó una sonora carcajada al escucharlo, luego de reír por un par de minutos colocó su mano en el hombro de su amigo.
—Creo que encontraste a la horma de tus zapatos.
—¡Qué va! —exclamó frunciendo el ceño—. Joaquín Duque es un hombre libre, cero compromisos —enfatizó y subió a su auto, pero cuando lo quiso encender, no arrancó, se rascó la nuca y siguió insistiendo.
Santy se acercó a ayudarlo, pero lo único que consiguieron fue ensuciarse de grasa e impregnarse con el aroma del combustible.
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La melodía finalizó y María Paz limpió de su rostro una lágrima solitaria que viajó por su mejilla.
«Está perdido, necesita encontrar el camino» escuchó en un susurró, en la misma dulce voz que ella recordaba con claridad, pero ahora no era una niña, y aquel ángel vestido de mujer no se le apareció como en sus años de infancia. Parpadeó un par de veces y el sonido de la bocina del auto de Santiago, su hermano, la sacó de aquel trance. Su corazón retumbó desenfrenado, se llevó la mano al pecho sin comprender nada, ella adoraba a Santiago, pero nunca había sentido tanta emoción de verlo regresar de un viaje, entonces enseguida se calzó sus converse, arregló su cabello y salió de la habitación.
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—¡Qué vaina, hombre! —exclamó el mejor amigo de Santiago mirándose las manos llenas de grasa al momento que ingresó a la mansión Vidal—, no comprendo que le pasó a mi nave.
Santy ladeó su cabeza.
—Conduces como loco —recriminó—, y muchas veces en estado de embriaguez. ¿Así, esperas que tu auto resista esa vida? —inquirió.
El joven bufó al escuchar los regaños de su amigo.
—Vos te estás empezando a parecer a mi papá, pues —reclamó—, por eso escogí el…
De pronto la conversación se vio interrumpida al escuchar el grito de una joven.
—¡Hermanito! —exclamó María Paz, y desde el segundo escalón de las escaleras de su casa se lanzó como una gacela a los brazos de su hermano.
Joaquín Duque quedó paralizado al observar a la hermosa jovencita que acababa de aparecer: «Es ella» se dijo en su mente y de manera inexplicable su corazón se agitó, entonces la recorrió con sus ojos, había momentos como ese, en el cual ella no parecía real, sino un ángel. Aquel día la chica llevaba su cabello suelto, y cuando saltó hacia su hermano esa larga melena dorada se agitó. El joven pudo apreciar sus bien torneadas y esbeltas piernas, pues llevaba un short de mezclilla, calzaba unas sandalias, y su torso llevaba un top ceñido a su estrecha cintura, entonces sacudió su cabeza reaccionando: era la hermana de su mejor amigo, y menor de edad, no podía verla como mujer, pero la atracción que ella ejercía sobre él era fuerte, y tenía que luchar contra eso.
Mientras la chica se aferraba con brazos y piernas al cuerpo de su hermano, no notó la presencia de él, hasta que cierta calidez le recorrió la espalda, y se estremeció, entonces colocó sus pies en el suelo, giró, y lo observó.
El corazón de María Paz se hizo escuchar, la mirada se le iluminó, parpadeó varias veces sin poder creer que estaba ahí frente a ella.
—Hermanita, tengo el honor de presentarte al famoso Joaquín: Duque de Manizales —dijo Santiago en tono burlesco.
María Paz miró a su hermano, y luego dirigió sus ojos al joven, sus labios se entreabrieron.
—Así que tú eres el famoso… Joaquín —expresó recorriéndolo con la mirada. —¿El Duque de Manizales? —cuestionó la chica en apenas un susurró, clavando sus ojos en él, mordiendo su labio inferior para contener la emoción de volver a verlo.
—Joaquín, duque de Manizales —Se presentó observándola a los ojos, esperando una reacción de ella.
María Paz se reflejó en la mirada de él, y soltó una sonora carcajada.
—¿Piensas que soy pendeja? —increpó—. La realeza solo vive en Europa, y no hablan con ese acento tan extraño —mencionó disimulando que ya conocía aquel cuento.
—Imaginé que no lo creerías, pero yo tengo pruebas —expresó contemplándola, esbozando una amplia sonrisa, entonces sacó su móvil, desbloqueó la pantalla, y buscó en su galería de fotos—. Observa —le dijo a la jovencita.
La chica se acercó a él y cuando su mano rozó sin querer los dedos del joven todo su ser vibró, y su estómago revoloteó, inhaló profundo para que aquellas sensaciones que jamás había percibido desaparecieran.
Su verdosa mirada observó con atención la imagen, y escudriñó a detalle a un hombre de cabello largo oscuro, recogido en una cola, vestido con una impecable camisa blanca de moño, y una especie de leva antigua.
—Él era mi tatarabuelo, fue Duque de Zaragoza, pero en la primera guerra mundial fue desterrado de España, entonces llegó a tierras americanas —explicó—, fue a Brasil, pero no le gustó el clima, entonces llegó a Colombia, y se enamoró de la tierra, de la gente, echó raíces en Manizales, y aunque perdió el título nobiliario, estás frente a alguien de la realeza, y no has hecho la venia.
María Paz volvió a carcajearse, entonces tomó entre sus manos el móvil de él.
—El de la fotografía eres tú, y esto es un montaje, se nota con claridad —explicó haciéndole dar cuenta del cambio de color que se veía en la imagen—, en segundo lugar, a mí no me interesa conocer a nadie de la realeza, y menos un Duque, falso.
Santiago soltó una risotada al escuchar a su hermana menor cuestionar a su amigo.
—Te advertí que algún día alguien te descubriría —dijo el joven Vidal—, por cierto, tengo el honor de presentarte a mi hermana menor: María Paz, y ella desde niña desea casarse con un Duque.
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¿Qué tal la imprudencia de Santiago? ¿Se imaginan la reacción de Joaquin al saber que María Paz, sueña con casarse con un Duque?
No olviden comentar.
La jovencita enrojeció al recordar que le mintió, y más por lo que su hermano mencionó, miró como el semblante de Joaquín se iluminó, y una amplia sonrisa apareció en los labios del joven.—¡Vaya! —exclamó—, así que vos querés casarte con un Duque —mencionó divertido—, debo aclararte que yo, no estoy disponible. —Elevó una de sus cejas mirándola a los ojos.María Paz lo observó de pies a cabeza.—Con un Duque de verdad, no con una imitación barata —expresó avistándolo con desdén.—Ya quisieras que este Duque se fijara en vos —mencionó él.—Dios te agarre confesado Joaquín —intervino Santy riendo. María Paz golpeó con su puño
“No soy ejemplo para nada ni para nadie. Tengo miserias como cualquiera de ustedes. Catorce marcas que me duelen en el alma. Y cien defectos que me siguen y no aprenden…” Manuel Carrasco. ****New- York- Usa. Algunas semanas habían pasado después de aquel encuentro, tanto Joaquín como María Paz se veían muy poco, y sus encuentros ocasionales se daban cuando el joven colombiano iba a realizar las tareas con su amigo Santiago, las veces que coincidían no tenían mucho tiempo de charlar.Una tarde en la cual los rayos del sol resplandecían en la casa de la familia Vidal mientras Santiago y Joaquín realizaban un proyecto de Contabilidad, María Paz no se percató de la presencia del joven colombiano y entró de la piscina por la puerta del jardín.
“…Vale la pena pelear por nuestros sueños. Vale la pena equivocarse y levantarse. Vale la pena liberarse y ser el dueño de la verdad siendo uno mismo en cualquier parte…” Manuel Carrasco. ****Minutos después.María Paz se hallaba acostada en su cama, boca abajo chateando con su mejor amigo, ya no se oía música, ni las voces de los compañeros de Santiago, notó como los motores de los vehículos se iban encendiendo, entonces escuchó tres golpes secos en la madera de la puerta de su habitación.—Adelante —contestó, y bajó la tapa de su laptop, entonces giró su rostro y se encontró con la mirada de su hermano.—Nena, voy a salir —coment&oacut
Al día siguiente.Joaquín caminaba de un lado a otro por los pasillos del edificio de la universidad. Miraba impaciente su Rolex, esperando ver aparecer a su amigo Santiago. Varias chicas lo saludaban y coqueteaban con él, el joven ni corto ni perezoso correspondía de la misma forma.Faltaba un minuto para ingresar al salón cuando Santy llegó corriendo agitado.—Parcero, pensé que no vendrías —recriminó a su amigo.Santiago tomó una gran bocanada de aire.—Mi hermana amaneció enferma. —Miró a Joaquín elevando una ceja.—Ella es más necia que una cabra —comentó—, yo se lo advertí, pero no me hizo caso. ¡Qué vaina! —Negó con su cabeza preo
“… Voy a ser el que siempre te amarre el zapato. El que cuide de ti cada paso. El que ponga sabor a tus labios…” Enmanuel. **** East Hampton- Nyc, Usa. Al medio día María Paz finalizó de conversar con sus padres por videollamada, y se recostó en su cama, su verdosa mirada se llenó de nostalgia al recordar lo ocurrido con Joaquín, entonces encendió su laptop, y lo buscó en redes sociales. —No tienes un perfil privado. —Bufó. Enseguida se puso a observar las fotografías de las fiestas a las que asistía, y como en varias imágenes salía abrazado con algunas mujeres. —Descarado —expresó frunciendo los labios. Notó también que no poseía fotos familiares, ni con
"… Ya ves, mi edad es tan difícil de llevar. Mezcla de pasión e ingenuidad, difícil controlar"... Alejandro Sanz. **** María Paz presionó sus labios, enrojeció al notar la mirada inquisidora de Joaquín sobre ellos, entonces apenas Matt se alejó ella volvió hacía el joven Duque. —¿Puedo pasar? —averiguó María Paz. Un ataque de tos le sobrevino al él, entonces ella aprovechó para ingresar al apartamento. La jovencita contempló Manhattan desde los amplios ventanales de aquel lujoso lugar, y enseguida colocó las bolsas que traía sobre el desayunador de la isla de la cocina que tenía una preciosa vista a una terraza. —¿Cómo te sientes? —averiguó ella mirándolo a los ojos. —Como todo el que tiene gripe —respondió cerrando la puerta del apartamento, enseguida volvió al sillón y se cubrió con la manta. María Paz se acercó a él, y tocó su
“He tratado de no pensar en ti. Como si nunca hubieras pasado por mi vida. Siguiendo los consejos de mis amigos. Mujeres, tragos y otras cosas más…” Guillermo Dávila. **** «Sing me to sleep by Alan Walker» sonaba en las bocinas de aquel lugar. El olor a cigarrillo se inundó en las fosas nasales de Joaquín, el joven caminó sonriente hasta encontrarse con sus amigos en aquel bar. Enseguida una hermosa chica de cabello negro se acercó a él. —Pensé que no vendrías —susurró al oído del joven. Él sonrió y barrió con la mirada a la muchacha. —Nunca falto a una reunión —contestó ladeando una sonrisa. —¿Bailamos? La chica aceptó y de inmediato se encaminaron a la pista. Aquella mujer se contoneaba con sensualidad provocando al joven, entonces en un par de
“…Un beso. La culpa fue del primer beso…” Dyango. *** María Paz hizo lo mismo con un caballero, mientras le sonreía y cruzaba miradas con su Duque, luego que la pieza terminó, ella se acercó a él. —Necesito que me ayudes a animar a estas personas, yo los visito todos los domingos, algunos son olvidados de su familia, les traigo alegría. Joaquín la observó con admiración. A lo largo de su vida había conocido a muchas mujeres, y cuando tuvo la edad de María Paz varias de sus amigas ya andaban en discotecas, bares, salían con chicos, pero la jovencita Vidal era distinta, prefería pasar con un grupo de ancianos que, con gente de su edad, y lo hacía por llevar alegría a esas almas olvidadas de sus familiares. —Pero esto está muy aburrido —comentó él—, voy a cambiar de música. ¿No hay licor? <