Capítulo 4.

Narra Marcela:

ꟷ nuevamente buenos días, soledad ꟷ dije hablando sola y si alguien me viera apostaría a que estoy bien loca. Me puse de pie sin dejar de bostezar y aunque ya es tarde igual seguía con sueño.

De camino al baño, mi estómago empezó a gruñir anunciando que me gasto un hambre que ni, aunque me coma un elefante podría apaciguarla, así que me desvié dejando mi ducha para más tarde.

¡De qué sirve estar limpia y morir de hambre! Pensé de manera graciosa.

Abrí el refrigerador notando que dentro de él estaba tan vació como el desierto del viejo oeste y solo se encontraba un poco de jamón que se ve hasta triste al igual que un poco de leche.

ꟷ tendré que hacer una compra ꟷ dije sumando salir de compra a mi lista de cosa que haré en este día.

Después de pensarlo y revisar todo no me quedó más que comer cereal con leche. Aunque tengo los materiales para hacer un emparedado igual no me apetece.

Como cada domingo me encontraba limpiando la casa, llegó el día que estaba con una pañoleta de colores de la bandera gay en mi cabeza, con un short que mostraba media nalga, un top y descalza, ya saben cuándo se desarma la casa esa es la pinta clave.

Encendí la radio creando el mayor ruido posible, y cuando pude poner mi canción favorita empecé a cantar creando a un más escándalo, es que tengo una voz tan horrorosa que cuando me dispongo a cantar todos a mi alrededor se deprimen; al ritmo de la música empecé a bailar y en eso si soy buena, pero mi emoción duró muy poquito porque me pareció escuchar el timbre, así que le baje al volumen de la radio. Me concentré, no estaba mal, y ahí volvió a sonar.

Con molestia y articulando todos tipos de palabras groseras   fui a abrir.

ꟷ espero que no vengan con ofertas estúpidas ꟷ grité molesta pensando que se trata de las personas que promocionan puerta por puerta.

ꟷ ¡uy que humor! ꟷ  cuando levanté la vista me encontré a mi arroz favorito con una sonrisita burlona en los labios   y a su lado hay un dios divino gigante, blanco, rubio de ojos azules como el mar. Me quedé embobada olvidándome que mi amiga esperaba al menos un abrazo de mi parte.

ꟷ ¡woow que es todo esto, divina bendición! ꟷ comenté de coqueta como siempre lo he sido. Mi amiga se paró en frente tratando de taparme la hermosa visión, la agarré por los hombros tratando de quitarla, pero la muy malvada no se movió, se puso las dos manos en la cintura empezó a bailar el pie, levantó una de sus cejas y resoplando con la cara como un toro amenazante me dijo ꟷ escúchame bien te presento a mi jefe, mi novio, el amor de mi vida y mi macho alfa ꟷ  esto último lo dijo con mucho sarcasmo.

Empecé a reír, ya que esta es la primera vez que veo a mi amiga celosa y ahora comprendo por qué siempre estaba fuera, la miré a los ojos porque momentos como este son digno de grabarlo y más que pienso hacerla reventar de los celos. Así que le dije ꟷ ya te puedes quitar que me tapas esta bella imagen ꟷ viró los ojos con molestia y su enfado es más notable, igual me hizo caso omiso cosa que no me molestó en lo absoluto, pues estoy emocionada de ver que mi mejor amiga está bien enamorada como alguna vez lo estuve yo, pero qué más da el pasado pisado, solo deseo que ella sí sea feliz. Continué con mi papel, la hice a un lado y tomé la mano de mi futuro cuñado, lo llevé hasta el sofá antes de preguntarle con un tono jocoso ꟷ  dime la verdad cómo lo hiciste, qué brujería usaste o fue que la cambiaste ꟷ él se me quedó mirando extrañado y con una bella sonrisa y con un español muy malo me responde ꟷ ella es mi luna, la única dueña de mi corazón ꟷ ya me salió poeta el cuñado de los países extranjeros. Al terminar de hablar miró a mi amiga.

ꟷ también eres el único dueño de mi corazón, mi alfa— le respondió ella sin dejar de mirarlo y en ese momento  sentí que yo estaba de más.

ꟷ Esta no es la amiga que conozco no es la Fanny que diría tantas cosas buenas de un hombre, por Dios ꟷ exclamé asombrada dañando su momento de romanticismo y aunque no fue mi propósito, mi asombro me hizo ser una daña momentos. 

ꟷ no soy un hombre cualquiera ꟷ respondió el rubio y ahí entendí que él es todo un presumido al igual que ella, están hechos uno para el otro, encajan tan bien como anillo al dedo, así que para darle mi bendición me puse de pie y me presenté.

ꟷ Mucho gusto cuñado desde hoy seré tu dolor de cabeza Marcela; me puedes decir marce ꟷ al decir todo eso me acerqué a él y lo abracé, besé sus cachetes, sin malicia ni intención oculta, pero tras hacerlo escuché a mi arroz decir.

ꟷ te dije que es mío ꟷ me apartó y nos soltamos en carcajadas los tres, pero de pronto escuché una especie de un ronquido o tal vez fue un gruñido que me causó una rara sensación.

¡Y aunque resulta extraño algo dentro de mí estaba feliz!

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