Capítulo 48 — Un verdadero desgraciadoNarradorRegresando a la habitación tras lo sucedido con Damiano, Alex mantenía su mano fijada al cuello de su camisa, tratando de reponerse, mientras se preguntaba.¿Cómo fue capaz de hacerle algo así? ¿Usarla como si fuera un objeto?Con ojos llorosos, y descolocada, sintiendo que el dolor quemaba en su pecho, Alexandra dejó que sus lágrimas empezaran a correr, y deslizándose por la fría madera hasta llegar al suelo, rompió en llanto una vez sentada.Este absurdo dominio de Damiano, esta extraña fascinación por humillarla de alguna manera, la estaba lastimando, quebrando, hasta el punto en que supo que no podía más, que no debía resistir tanto, que debía salir antes de que fuese muy tarde.¿Cómo fue que pasaron del amor al odio de un día a otro?Manteniendo esa pregunta resonando en su mente, Alexandra llegó a la conclusión de que ya no más, y tras concluir que era lo más sano para todos, se colocó de pie limpiando sus lágrimas, y arrojándose s
Capítulo 49— Confrontación Narrador Cuando Alexandra entró en su dormitorio, el impacto fue inmediato. Todo estaba destrozado. Las prendas de su closet estaban esparcidas por el suelo, los cajones volcados, y algunos muebles rotos. Parecía una escena de caos absoluto. Su corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar lo que había sucedido. No tenía idea de quién podría haber hecho algo así, pero la sensación de que esto era algo personal la invadió al instante. Sin pensarlo dos veces, llamó a la ama de llaves. —¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó Alexandra, intentando mantener la calma, aunque su voz delataba la desesperación. La ama de llaves, una mujer mayor y siempre tranquila, entró con cautela, evitando el desastre que cubría el suelo. Se veía nerviosa, claramente incómoda por la situación. —Señora Alexandra… fue el señor Damiano —respondió la mujer, con el rostro pálido un poco temerosa—Nunca lo había visto así. Estaba... desconocido. Alexandra parpadeó, incrédula, p
Capítulo 50— Posible salida.NarradorPosándose el sol en el máximo punto del cielo, Alexandra abrió sus ojos antes de colocarse de pie para prepararse para un día más de trabajo. Sabía que la situación con Damiano era insostenible, insoportable, pero debía seguir adelante de igual manera. Bajando por las amplias escaleras, como era su costumbre, tomó en sus brazos al pequeño Gio quien lo esperaba junto a su niñera, y hallando a su lado al ama de llaves, esta preguntó un poco avergonzada al no poderla ayudar la noche anterior—¿Recogió su habitación, señora? Porque si no es así, y usted lo desea, puedo pedirle a las demás empleadas que lo hagan por usted.Alex sonrió un poco forzado sosteniendo al pequeño en sus brazos, quien se movía un poco inquieto, jugueteando, y negando, solo dijo deseando no causar más problemas—No es necesario, yo misma lo hice anoche. Hay un par de objetos inservibles, los cuales desecharé, están apilados en una esquina de la habitación; con eso sí necesito a
Capítulo 51— No lo acepto.NarradorRecibiendo un correo electrónico del conglomerado Duval, en donde se establecía una cita para el día siguiente, Alexandra tragó grueso sintiéndose en un verdadero dilema.¿Estaba bien lo que pensaba hacer? Marcharse como una cobarde, y no quedarse allí para luchar por Damiano, por su matrimonio. Por supuesto que no lo estaba, pero definitivamente era lo más sano. Guardando el teléfono en su bolsillo, respiró pesadamente antes de seguir su camino a la oficina de su esposo, y llegando hasta el escritorio de su asistente, Sandra; pensó en dejar allí lo solicitado, solo para no verlo.—Esto lo pidió el señor, agradecería que se lo hicieras llegar lo antes posible.Sintiendo la obligación de hablarle a la mujer ante ella, quien al inicio hizo su estancia un poco complicada, Alexandra le pidió, y tomando la carpeta en sus manos, soltó no muy conforme. —Enseguida señoraGirándose sobre sus pies para regresar a su lugar de trabajo, Alex respiró aliviada, p
Capítulo 52— El destino nos quiere unidosNarradorManteniéndose de pie a las afueras del edificio del conglomerado Duval, Alexandra se preguntaba si debía seguir, pero sabiendo que no había marcha atrás después de renunciar, liberó un poco de aire antes de entrar por las amplias puertas.Según la cita establecida, debía estar a esa misma hora allí, por lo que caminando hasta la recepción sobre el reluciente piso de granito, aclaró su garganta al llegar, antes de decir—Buen día. Tengo una entrevista esta mañana.Saludándola con una amplia sonrisa, la mujer tras el mostrador realizó un par de preguntas, y tecleando con destreza sus datos en la computadora, le dio una serie de indicaciones antes de pedirle subir al piso superior en donde sería esperada.—Que tenga un buen día.Agradeciendo, Alexandra abordó el elevador, sintiendo cómo su corazón latía con desenfreno, y llegando a su destino antes de salir de la caja metálica, tragó un poco de saliva por lo inesperadoEmpezar de nuevo e
Capítulo 53 —Su aromaDamianoSalí de mi despacho con paso firme, pero apresurado, tratando de mantener la compostura. Pregunté por Alexandra, pues no la había visto en todo el día, pero nadie parecía tener idea de dónde estaba.Algunos decían que se había llevado una caja con sus cosas, que había limpiado su oficina y simplemente se había ido. Algo no cuadraba. Intenté llamarla varias veces, pero el tono seguía sonando y no había respuesta. Le mandé mensajes, uno tras otro, pero tampoco contestaba.—¿Dónde dem*onios te has metido?— murmuré para mí mismo, frustrado.Finalmente, fue Emilia quien me dio una pista.—Señor Zorzi, no sé dónde puede estar la señora Alexandra, solo le puedo decir que estuvo recibiendo correos de la empresa Duval —dijo con cautela, como si no quisiera meter más leña al fuego —Me dijo que se iba a un nuevo empleo, así que supongo que habrá ido allí.El nombre "Duval" resonó en mi cabeza como un golpe secó. Lucían Duval, ese mal*dito bas*tardo. ¿Qué haría Alexa
Capítulo 54 —Te amo muchísimoDamiano:Cuando sus dedos rozaron mi hombro, tomé su mano antes de que pudiera retirarla. La sentí tensarse, tratando de soltarse, pero apreté un poco más fuerte, sin dejar que se escapara.—Realmente me siento mal —dije, alzando la vista hacia ella —Te necesito esta noche, Alex. Mañana podrás volver a poner la distancia que quieras entre nosotros, pero hoy... hoy no La vi dudar. Sus ojos me miraron con esa mezcla de desconfianza y agotamiento, pero después de unos segundos, suspiró y se recostó a mi lado. Me moví lentamente, acurrucándome contra su cuerpo hasta que mi cabeza descansó a la altura de su pelvis, rodeando sus piernas con mis brazos, como si de alguna forma eso pudiera calmar el caos que llevaba dentro. Sentí su respiración pausada, cada inhalación y exhalación resonaban en el silencio del dormitorio. Por unos minutos no hubo más que eso… silencio. Y luego, de pronto, sus dedos comenzaron a moverse por mi cabello, acariciándolo lentamente.
Capítulo 55 —¿Tiempo?Damiano:Pasaron un par de días en los que no la vi. La llamé, le mandé mensajes, pero nunca me respondió. La ausencia empezaba a pesarme, a llenarme de incertidumbre y ansiedad. Entonces, una mañana, mientras desayunaba, decidí preguntar.—¿Constance? —llamé, intentando que mi voz sonara casual —¿Alexandra aún no se levantó? ¿O ya se fue al trabajo?La mirada de la ama de llaves me inquietó. Ella entrelazó las manos delante de su cuerpo, como si buscara las palabras correctas.—Señor Zorzi —dijo, con una voz cautelosa —La señora Alexandra… hace dos días que no está en la casa.Dejé la taza de café en la mesa, de una manera tan fuerte que se derramó un poco fuera y casi la rompo.—¿Qué dijiste? —le pregunté entre dientes, tratando de calmar mi corazón que palpitaba con fuerza.—Se fue, señor —continuó Constance —Se llevó todas sus pertenencias, y ya no vive aquí. Pensé que usted lo sabía.El mundo pareció detenerse por un instante. Me recosté en la silla, sintien