Capítulo 44 —Luna de mielNarrador:El viaje a París era algo que Alexandra había esperado con ilusión. Después de la boda, pensó que quizás podrían reconectar lejos de todos, sin las miradas curiosas ni los compromisos que los rodeaban. Sin embargo, desde que llegaron, Damiano había estado distante, como si hubiera una barrera invisible entre ellos. Alexandra miraba por la ventana de su lujosa habitación en el hotel, observando las luces de la ciudad reflejadas en el Sena. Damiano estaba sentado en un sillón, revisando su móvil, fingiendo estar ocupado con correos y llamadas. Ella decidió acercarse.—Damiano, ¿por qué no dejamos todo eso para después? —le sugirió, tratando de sonar casual mientras se inclinaba hacia él —Estamos en París, deberíamos disfrutarlo.—Lo sé, pero tengo varios asuntos pendientes. Hay reuniones que no puedo aplazar —Dijo sin apartar la vista de la pantalla. —¿Reuniones? —le preguntó frunciendo el ceño —Pensé que habíamos acordado que este viaje sería solo p
Capítulo 45 —La miel se convirtió en hielDamiano:Durante el desayuno, evité lo más que pude el contacto visual, pero cuando Alexandra comenzó a hablarme, con un tono suave, aunque pude sentir su voz cargada de duda y un toque de dolor.—¿Qué fue lo de anoche? —preguntó al fin, sin dejar de revolver su taza de café.La miré de reojo, sintiendo cómo esa pregunta me atravesaba. Sabía que tarde o temprano lo iba a mencionar, pero no quería entrar en eso. No ahora. Había bebido de más, haciendo que me comportara como un energúmeno. Debía pedirle perdón, pero no lo haría, ya que eso era como decirle que la amaba.—Nada que no haya pasado antes —respondí, encogiéndome de hombros, fingiendo indiferencia. —No mientas, Damiano —insistió, ahora sí, mirándome fijamente —Fue diferente, lo sabes... Me miraste como si... como si no me conocieras.Suspiré, apretando la mandíbula, luchando contra el impulso de decirle la verdad. No podía soltarlo todo así, no podía mostrarle la vulnerabilidad que m
Capítulo 46 — El ruido al comerNarrador:Alexandra caminaba de un lado al otro en la sala de estar, con los ojos llenos de preocupación. Había pasado días en silencio, intentando procesar todo lo que Damiano le había dicho. Finalmente, tomó el teléfono y marcó el número de Analía. Necesitaba hablar con alguien, y que mejor que con su amiga de confianza.—No sé qué hacer —dijo Alexandra con la voz temblorosa cuando Analía respondió —Damiano me ha dicho cosas horribles. No es el hombre que creía conocer, no sé en qué momento cambió.—¿Qué te ha dicho exactamente? —preguntó Analía, preocupada.—Que nunca me quiso, que todo fue un engaño, que me desea, pero no me ama. ¿Puedes creerlo? —Alexandra dejó escapar un suspiro de desesperación —No sé qué hacer, Analía. Me siento perdida.—Alex... —Analía suspiró, pensativa —Sé que esto es difícil, pero... ¿Tú lo amas? ¿De verdad lo amas?Alexandra cerró los ojos un momento, dejando que esa pregunta resonara en su mente. Sabía la respuesta, pero
Capítulo 47 —Necesitabas hacerloDamiano:Todas las noches se había convertido en un ritual silencioso entre nosotros. Desde que decidí dormir en el despacho, Alexandra me encontraba siempre ahí, tumbado en el sofá, pretendiendo estar profundamente dormido. Sabía perfectamente lo que sucedería; entraría con pasos ligeros, se acercaría a mí y comenzaría a cuidarme en silencio. Al principio, me sorprendió. Aquella primera vez me costó mantenerme quieto mientras sentía cómo me quitaba los zapatos, con cuidado, casi como si temiera despertarme. Luego, cuando me cubría con la manta, el calor de su toque me recorría el cuerpo. Pero lo que más me estremecía era cuando, antes de irse, acomodaba mi cabello con suavidad, sus dedos rozando mi piel, despertando algo que intentaba contener. Era su forma de acercarse, sin palabras, pero no me permitía corresponder. El daño que ambos habíamos hecho aún estaba entre nosotros, una barrera que no podía traspasar. Así que fingía estar dormido, disfrutan
Capítulo 48 — Un verdadero desgraciadoNarradorRegresando a la habitación tras lo sucedido con Damiano, Alex mantenía su mano fijada al cuello de su camisa, tratando de reponerse, mientras se preguntaba.¿Cómo fue capaz de hacerle algo así? ¿Usarla como si fuera un objeto?Con ojos llorosos, y descolocada, sintiendo que el dolor quemaba en su pecho, Alexandra dejó que sus lágrimas empezaran a correr, y deslizándose por la fría madera hasta llegar al suelo, rompió en llanto una vez sentada.Este absurdo dominio de Damiano, esta extraña fascinación por humillarla de alguna manera, la estaba lastimando, quebrando, hasta el punto en que supo que no podía más, que no debía resistir tanto, que debía salir antes de que fuese muy tarde.¿Cómo fue que pasaron del amor al odio de un día a otro?Manteniendo esa pregunta resonando en su mente, Alexandra llegó a la conclusión de que ya no más, y tras concluir que era lo más sano para todos, se colocó de pie limpiando sus lágrimas, y arrojándose s
Capítulo 49— Confrontación Narrador Cuando Alexandra entró en su dormitorio, el impacto fue inmediato. Todo estaba destrozado. Las prendas de su closet estaban esparcidas por el suelo, los cajones volcados, y algunos muebles rotos. Parecía una escena de caos absoluto. Su corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar lo que había sucedido. No tenía idea de quién podría haber hecho algo así, pero la sensación de que esto era algo personal la invadió al instante. Sin pensarlo dos veces, llamó a la ama de llaves. —¿Qué demonios pasó aquí? —preguntó Alexandra, intentando mantener la calma, aunque su voz delataba la desesperación. La ama de llaves, una mujer mayor y siempre tranquila, entró con cautela, evitando el desastre que cubría el suelo. Se veía nerviosa, claramente incómoda por la situación. —Señora Alexandra… fue el señor Damiano —respondió la mujer, con el rostro pálido un poco temerosa—Nunca lo había visto así. Estaba... desconocido. Alexandra parpadeó, incrédula, p
Capítulo 50— Posible salida.NarradorPosándose el sol en el máximo punto del cielo, Alexandra abrió sus ojos antes de colocarse de pie para prepararse para un día más de trabajo. Sabía que la situación con Damiano era insostenible, insoportable, pero debía seguir adelante de igual manera. Bajando por las amplias escaleras, como era su costumbre, tomó en sus brazos al pequeño Gio quien lo esperaba junto a su niñera, y hallando a su lado al ama de llaves, esta preguntó un poco avergonzada al no poderla ayudar la noche anterior—¿Recogió su habitación, señora? Porque si no es así, y usted lo desea, puedo pedirle a las demás empleadas que lo hagan por usted.Alex sonrió un poco forzado sosteniendo al pequeño en sus brazos, quien se movía un poco inquieto, jugueteando, y negando, solo dijo deseando no causar más problemas—No es necesario, yo misma lo hice anoche. Hay un par de objetos inservibles, los cuales desecharé, están apilados en una esquina de la habitación; con eso sí necesito a
Capítulo 51— No lo acepto.NarradorRecibiendo un correo electrónico del conglomerado Duval, en donde se establecía una cita para el día siguiente, Alexandra tragó grueso sintiéndose en un verdadero dilema.¿Estaba bien lo que pensaba hacer? Marcharse como una cobarde, y no quedarse allí para luchar por Damiano, por su matrimonio. Por supuesto que no lo estaba, pero definitivamente era lo más sano. Guardando el teléfono en su bolsillo, respiró pesadamente antes de seguir su camino a la oficina de su esposo, y llegando hasta el escritorio de su asistente, Sandra; pensó en dejar allí lo solicitado, solo para no verlo.—Esto lo pidió el señor, agradecería que se lo hicieras llegar lo antes posible.Sintiendo la obligación de hablarle a la mujer ante ella, quien al inicio hizo su estancia un poco complicada, Alexandra le pidió, y tomando la carpeta en sus manos, soltó no muy conforme. —Enseguida señoraGirándose sobre sus pies para regresar a su lugar de trabajo, Alex respiró aliviada, p