Capítulo 37— Como una reinaNarradorColocándose de pie a las afueras del lugar acordado, Alexandra apretó el bolso en sus manos antes de seguir. Sabía que esa cita con Lucían podría estar cargada de malas intenciones; pero deseando conocer más a Damiano, se convenció de que debía asistir.—Alexandra ValenteManteniéndose de pie fuera al restaurante, Alex dijo su nombre para así poder ingresar, y señalándole a dónde debía seguir, empezó a caminar con cautela, hasta donde se encontraba Lucían de pie con una amplia sonrisa.Preguntarle a Damiano directamente sobre la rivalidad entre ellos, era una pérdida de tiempo, él de ninguna manera le contaría la verdad, y una parte de ella, no entendía el porqué necesitaba saberlo.—Señora Zorzi...Caminando hasta ella, Lucían, con una sonrisa de satisfacción en sus labios, se acercó a ella, y tomando su mano con delicadeza, depositó un casto beso sobre esta, que hizo que Alex elevara su mentón—Me alegra que haya llegado.Llegando a su lado, Lucí
Capítulo 1—El inicio de todoAlexandra ValenteAbriendo mi boca en busca de aire, sentí mis ojos cristalizarse ante la escena frente a mí. Todo era cierto, Bruno me era infiel, y permaneciendo estática, no podía creer.—Bruno—Musité en un hilo de voz.Sintiendo mis lágrimas rodar por mis mejillas, y retrocediendo un par de pasos, mi prometido salió de la nube de excitación en la que se hallaba al escucharme.—Alex... No es lo que creesBufando ante su descaro, lo vi salir del interior de su amante, con quien sostenía una faena de se*xo bastante entretenida, y chocando contra la puerta a mis espaldas, intenté huir, pero él me detuvo de mi mano, mientras intentaba sostener sus pantalones a medio caer.—Déjame explicarte... Ella, no es nada, Alex...Su frase quedó inconclusa, cuando llena de coraje, elevando mi mano la impacté en su mejilla, y sintiendo el ardor extenderse en ella, salí de ese lugar lo más rápido que pude.—Alex, ¿A dónde vas? Espera.Santiago, el barman del lugar, inten
Capítulo 2 —El encargo.Narrador:Damiano estaba parado en su despacho, observando la ciudad desde su ventana. La tarde caía lentamente, tiñendo el cielo de un anaranjado cálido. La puerta se abrió y su fiel guardaespaldas, Antonio, entró en la habitación con la misma discreción de siempre.—Disculpe que lo interrumpa, pero me dijeron que me estaba buscando.—En efecto, Antonio, necesito hablar contigo sobre un asunto delicado —dijo Damiano sin voltear a verlo.—Claro, señor. Estoy aquí para servirle —respondió a su jefe haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.Damiano al fin volteó, respondió al gesto de su guardaespaldas y caminó hasta su escritorio, tomando asiento en la silla de cuero que había presidido tantas reuniones importantes. Miró a Antonio con una seriedad inusual, lo cual hizo que el guardaespaldas se pusiera en alerta.Él había sufrido un desengaño amoroso años atrás. Una mujer en la que había depositado toda su confianza y amor lo había traicionado de la peor man
Capítulo 3 —La concepción.Narrador:Pasaron dos meses desde que Damiano le hizo la petición a Antonio. Durante ese tiempo, Antonio exploró todas las opciones posibles, buscando una mujer que aceptara las condiciones que Damiano había establecido. Finalmente, una noche, se encontró en un antro en los bajos de la ciudad, siguiendo un rastro que lo llevó a Bruno. El antro estaba lleno de humo y luces tenues, con la música a un volumen ensordecedor. Antonio se abrió paso entre la multitud hasta encontrar a Bruno, un hombre con la reputación de conocer a personas que estaban dispuestas a hacer cualquier cosa por dinero.—¿Eres Bruno? — Preguntó acercándose al desconocido.—¿Quién lo pregunta? —Mirando a Antonio con desconfianza.—Me dijeron que podrías ayudarme con un asunto delicado. Estoy buscando a una mujer que acepte llevar a cabo una inseminación artificial, y que esté dispuesta a entregar al niño después del nacimiento.Bruno levantó una ceja, sorprendido por la propuesta, pero tam
Capítulo 4 —La culpaDamiano:Había evitado conocerla. No quería involucrarme emocionalmente, prefería mantener la distancia y centrarme en mi objetivo; tener un hijo sin complicaciones sentimentales. Pero esa noche, después de tomar unos cuantos tragos, la curiosidad me llevó a la habitación donde ella se encontraba. Tropecé ligeramente al empujar la puerta y, al entrar, un escalofrío recorrió mi espalda. La habitación estaba silenciosa, excepto por el constante pitido de los monitores. Alexandra yacía en la cama, rodeada de cables, intubada y conectada a diversos dispositivos médicos. La visión me impactó de una manera que no esperaba. En el sillón se encontraba la enfermera. Al entrar me miró sorprendida.—Señor Zorzi, buenas noches, qué sorpresa verlo por aquí —me saludó poniéndose inmediatamente de pie. Pero yo fui descortés y no respondí su saludo —¡Dios mío... es peor de lo que imaginaba! —exclamé de forma espontánea —Sí señor, la señora Zorzi, está muy delicada —respondió a
Capítulo 5 —Nueva vida.AlexandraIntentando abrir mis ojos, sentí mis párpados pesados, así como también mi cuerpo entumecido, y mi boca reseca; me sentía cansada, falta de energía como si no hubiese dormido en mucho tiempo, por lo que haciendo un gran esfuerzo logré ver un atisbo de luz que apenas logré abrirlos.Llevando la mano hasta mi cabeza, sentí el ardor de una aguja en el dorso de ella, y observando esta, noté que me hallaba conectada a un montón de máquinas, incluyendo una solución que me mantenía hidratada.—Ayuda…Dije con voz rasposa, una que salió tan bajo que nadie logró escuchar; moviendo mis manos con torpeza, quité las sábanas que cubrían mi cuerpo, y notando que llevaba una bata de hospital, intenté colocarme de pie, pero mis piernas me fallaron, y me desplomé al suelo cayendo a bruces.—¡Señora Zorzi!Corriendo, entrando a lo que parecía una sala de hospital improvisada, una mujer de mediana edad, cabello oscuro; intentó colocarme de pie, tirando de mi espalda, y
Capítulo 6 — No me iré. AlexandraObservando al pequeño bebé mientras dormía, liberé una bocanada de aire, mientras meditaba sobre lo sucedido los últimos días; mi vida había cambiado tanto, que creía que todo se trataba de un sueño.Extendiendo mi mano despacio, la acerqué a él, quien reposaba plácidamente en su cuna; y acariciando sus mejillas sonrojadas, sonreí al sentir la calidez de su piel, notando que era real, que no se trataba de un sueño.—Señora Zorzi... Su esposo acaba de llegar.Tras más de dos semanas de despertar del coma, recuperar la movilidad progresivamente de mi cuerpo, al fin conocería a mi captor, al responsable de encontrarme en este lugar, y asintiendo; solo apreté mis manos alrededor del barandal de la cuna, por lo que estaba pronto a venir.Decir captor, creo que era un calificativo pequeño para este tipo. Quien me había mantenido cautiva por muchos meses, me había inseminado sin mi permiso, y decía ser mi esposo. Un hecho que, por más que aclaré, nadie me c
Capítulo 7 —Frente a frente.Damiano:Llamé a mi abogado, Marcos Lombardi, para discutir la situación del bebé con Alexandra. Necesitaba asegurarme de que el contrato que había firmado con el exnovio de Alexandra, Bruno, me garantizaría la custodia del niño. Nos reunimos en mi despacho, donde Marcos llegó puntualmente, como siempre.—Marcos, gracias por venir. Necesito hablar contigo sobre el contrato que firmé con Bruno Monti. Quiero asegurarme de que tengo todos los derechos sobre el bebé.—Claro, Damiano ¿Tienes una copia del contrato para que lo revise? —me respondió con el tono profesional que siempre tenía cuando tocábamos temas legales e importantes. Le pasé el contrato y lo observé mientras lo leía detenidamente. Sabía que Marcos era meticuloso y que no dejaría pasar ningún detalle. —Este contrato establece que el señor Monti, como tutor legal de Alexandra Valente, te cede todos los derechos sobre el niño a cambio del pago de las deudas del hospital, y una gran suma de dinero.