"No pensé que ella me fuera a traer a un lugar así, a solas. Ese hombre que nos observa, se ve muy sospechoso y me da incomodidad…" Pensó Isabella sentada a la mesa. Conforme los minutos pasaban, Christina comenzó a quejarse de cómo fue su matrimonio, esos sufridos días desde que supo que se casaría por obligación con Franklin Robinson. Isabella escuchaba atentamente. Llegaron las meseras y comenzaron a servir los primeros platillos del menú que componía ese refinado almuerzo. Sin embargo, Isabella sintió náuseas. El olor de los mariscos en uno de los platillos, le fue insoportable y ella se levantó cubriendo su boca con su mano. —¿Isabella? —le preguntó Christina, viendo cómo esa mujer pelirroja se marchó rápidamente hacia los baños del restaurante. Christina Harris frunció el ceño. « Objetivo 1. Haz que consuma la comida, sus platillos tienen una droga abortiva en una cantidad bastante pequeña, pero la suficiente para dañarla. » ¡FRACASÓ! La primera indicación que
Segundos después de que Christina Harris observara la pantalla de su móvil, notó que era un número privado no registrado. —¿Quién es? —le preguntó ella demandante—. Si no me responde ahorita mismo. Colgaré. —Soy el señor, Richard Thompson. Cualquier "plan" en el que mi hija te haya involucrado. Queda absolutamente cancelado. —¿Qué? ¡¿Está diciendo que ella me metió en problemas y ahora solo huirá?! ¡¿Dónde está Isabella?! —Ella probablemente se regresó con su esposo. Niña, te daré un consejo. Olvida esto y hagamos de cuentas que NUNCA sucedió. Evita involucrarte de más y cometer un crimen que podría arruinar tu vida. Dichas esas palabras, el señor Richard Thompson finalizó la llamada. ¡Christina estaba furiosa! Eso significaba que todo seguiría igual. Su matrimonio decadente y Franklin buscando arruinarlo y seguir a Isabella. "Tengo que hacer algo… No… Aún hay una manera en la que puedo lograr que Franklin… Qué él no me deje~" Pensó Christina sonriendo maliciosament
•••••••••• 6:30pm, el sol bañaba la ciudad pintando el cielo de tonos violetas y rosas, mientras la brisa marina acariciaba las palmeras alrededor de la carretera. Jameson Howard y su primo Adrián, recorrían las bulliciosas calles en su vehículo conducido por el chófer de ese CEO. —Jay, debiste pedir mi opinión antes, no estoy de acuerdo en esta cena con los Thompson. Digo, está bien que citaras a don Richard, ¿pero qué carajos pinta en todo esto tu ex esposa? —le preguntó Adrián, con gesto preocupado a su primo. —Le dije que íbamos a finiquitar nuestro contrato. Por supuesto, don Richard no lo tomó nada bien y rogó por esta reunión, le dije que asistiría, me comentó que Allison estaría presente más tarde, porque quería que su hija escuche su firme decisión final. —¿Y crees que realmente será así? ¿Confías en él?, no creo que envíe a Allison lejos… —dijo Adrián incrédulo. —Después de las pruebas que le envié de la reunión de Allison con Christina y las que conseguí del
—La hice firmar un acuerdo en el que perderá por completo su herencia, fortuna y apoyo familiar si incumple —habló sinceramente don Richard Thompson—. En un plazo de 5 años, venderé completamente mi negocio hospitalario, y usted tendrá prioridad en la lista de posibles compradores. Jameson se sorprendió en gran manera. Pero rápidamente su expresión de sorpresa pasó a ser una seria. —¿Por qué esperar cinco años?, puedo adquirir el hospital Thompson en su totalidad en este mismo momento si así gusta. Podría retirarse cómodamente, señor Thompson. ¡Adrián volvió a ver de inmediato a Jameson, con sorpresa marcada en su rostro! "¡¿Adquisición médica?! ¡Pero Jameson sabe un carajo de… Ah.. ya entendí~" Pensó malicioso Adrián. "Solo buscas deshacerte de ellos, primito. Eres más malo de lo que pensé… Aunque nuestro propio hospital tampoco estaría nada mal~ contratamos a alguien joven que maneje el tema y ya" —En realidad, mi propósito era darle esos 5 años de espera a mi hija Allison.
Franklin conducía su vehículo por la avenida principal, disfrutando de la música que sonaba. De repente, notó por el retrovisor que una motocicleta negra lo seguía de cerca. "¿Es solo mi imaginación…?" Cruzó esa pregunta fugaz por su mente. Sin darle mucha importancia, pensando que podría ser una coincidencia, continuó tranquilamente dirigiéndose a la mansión de sus padres. Sin embargo, después de varios minutos, la motocicleta seguía detrás de él, manteniendo la misma distancia. "¿Quién diablos es?" Pensó Franklin comenzando a sentirse incómodo. "Bueno… Cambiaré de ruta y veré si el tipo me persigue" Con ese plan en mente. Él giró a la derecha en una calle menos transitada. Para su sorpresa… ¡El motociclista también giró! El corazón de Franklin empezó a latir más rápido. Él aceleró, intentando perder al sospechoso, pero la motocicleta seguía pegada a su parachoques. En un intento desesperado por escapar, Franklin tomó una curva cerrada a gran velocida
Isabella, atónita y con la mejilla ardiendo, no entendía de qué hablaba su suegra. —¿De qué está hablando? No tiene derecho a golpearme —respondió ella, tratando de mantener la compostura. Aunque las lágrimas ya se asomaban por sus hermosos ojos verdes esmeraldas. Doña Dayan levantó la mano nuevamente, dispuesta a abofetearla otra vez, pero Lilian se interpuso rápidamente. —¡Mamá, por favor, cálmate! —suplicó, sujetando el brazo de su madre. Doña Dayan, cegada por la ira, empujó a Lilian, quien cayó hacia atrás, apoyándose en el sofá para no perder el equilibrio. Clac~ Justo en ese momento, la puerta se abrió, Jameson y Adrián Howard entraron en la sala. ¡La escena que encontraron los dejó perplejos! Doña Dayan, al ver a su hijo, se detuvo y se volvió hacia él, con lágrimas de frustración en los ojos. —¿Cómo pudiste ser tan cruel con don Richard Thompson y su hija Allison? —le reclamó doña Dayan a Jameson, con su voz quebrada por la emoción. Jameson, visiblemente estresa
•••••••••• Esa noche, Isabella Howard estaba semi recostada en la cama del hospital privado, con el rostro pálido y los ojos llenos de preocupación, sostenía con fuerza la mano del hombre alto castaño de pie junto a ella, su esposo, Jameson. El doctor Johan Becker entró en la habitación con una expresión seria pero calmada. —Señora Howard, me alegra anunciar que usted y el bebé se encuentran estables —dijo el hombre en tono animado e Isabella sonriendo volvió a ver hacia su esposo—. PERO lo que ha experimentado es un claro signo de peligro abortivo. Ahora deberá estar en reposo absoluto y consideraremos este un embarazo de alto riesgo. No debe estresarse ni lidiar con emociones fuertes, hacer grandes esfuerzos físicos, prohibido los viajes. Le daremos una lista de lo que puede y no hacer —le explicó él con voz suave, pero firme. A Isabella se le borró la sonrisa y asintió lentamente. —Lo entiendo, doctor Becker. Haré lo que sea necesario —respondió ella tratando de mantener la
•••••••••• Dos días después, Jameson Howard se encontraba en el salón principal de su mansión, esperando a su madre, doña Dayan. Clac~ Una vez la puerta se abrió: —Jameson, ¿por qué querías verme a solas? —preguntó doña Dayan, tratando de mantener la compostura—. ¿Por fin has reaccionado y te diste cuenta que dejar a Allison era una tremenda estupidez? —le preguntó ella frunciendo ligeramente el ceño. Jameson la miró fijamente, sus ojos azules llenos de determinación. —Mamá, ya sé la verdad sobre los padres de Isabella. Sé que tú contrataste al asesino —dijo con voz firme, directamente—. No se debió a un simple accidente automovilístico. ¡¡Doña Dayan se llevó una mano al pecho, fingiendo sorpresa y horror!! —¡Eso es una locura! ¿Cómo puedes acusarme de algo tan terrible? ¡Harás que me desmaye! —exclamó la mujer madura alterada, haciendo todo un drama. Sin embargo, su hijo en esa ocasión. No se dejó engañar. —No te creo, mamá. También descubrí que no padeces de ningun