•••••••••• Esa mañana en la casa del CEO Howard. Jameson se levantó temprano. La luz del sol apenas filtrándose por las cortinas levemente. Isabella, aún adormilada, abrió lentamente los ojos, ante el ruido que producía su esposo. Ella despertó, sentándose torpemente en el borde de la cama y bostezando, dirigió su verde mirada hacia ese hombre castaño, que terminaba de colocarse su elegante saco. —¿A dónde te diriges tan pronto, un sábado, Jay…? —le preguntó Isabella, con voz somnolienta y mimada. Él la miró con ternura, ocultando parte de la verdad, respondió: —Tengo una cita importante de negocios con un conocido… —anunció ese CEO con una sonrisa—. Debo irme, pero volveré antes de la cena. Isabella asintió, confiando en él. Ella se levantó y mimadamente se dirigió hacia él y lo abrazó con cariño. Hundiendo su rostro en el pecho de ese hombre, olió la fragancia de su perfume. Isabella tomó un poco de distancia, levantando su mirada, posando sus ojos verdes esmeraldas
Adrián sonrió y asintió lentamente. —Lo sé, has hecho mucho por mí, Jay… Gracias. Realmente te lo agradezco demasiado —expresó con sinceridad, Adrián. —Sí y comenzaré a cobrarte ya~ —sonrió Jameson dejando la copa sobre una mesita en la sala—. Quiero que vayas en lugar de mí a New York y que te ocupes de los desgraciados que contrató Franklin para asesinarme. Ya que estoy seguro que tienes también información de ellos. —Sí. La tengo~ tranquilo hermano, déjame eso a mí~ — sonrió Adrián acercándose a Jameson y dándole una palmada en el hombro—. También me ocuparé de los trabajos complicados en la empresa, mientras Isabella da a luz y la cuidas. —Está bien. Pero debo enviar a alguien contigo, ya sabes, solo para que te ayude~ —¿Ayuda? Jajaja~ ¿No será que me vigilen? —le preguntó Adrián riendo. —Por cierto. ¿Has investigado el accidente de Franklin?, es sospechoso que todo haya pasado de esa manera —comentó Jameson, curioso. —Contraté a alguien. Pero la verdad, creo que a
No podía decirle a Isabella que doña Dayan estaba enfrentando un proceso legal del que se ocupaba la familia Howard. Mejor dicho, los abuelos de Jameson, quienes repudiaron los crimines de su hija contra los padres de Isabella. Por supuesto, no era una noticia que esa mujer pelirroja en su embarazo delicado pudiera recibir, así mismo, tampoco podía enterarse del accidente de Franklin. Aunque Lilian lo sabía todo, y le dolía mucho ocultarle la verdad a su cuñada. Tenía que hacerlo por el propio bien de Isabella, como amigas. —Mi madre… Ella hizo un viaje a Inglaterra a desestresarse y despedirse de su amigo… Richard Thompson, ya sabes, los Thompson se fueron del país… —le mintió Lilian—. Es todo lo que sé~ —sonrió incómoda intentando hacerlo creíble para Isabella. —¿Es así?, lo entiendo… —respondió Isabella, que por supuesto, NO LE CREYÓ. ……. Más tarde esa noche, Isabella estaba en su habitación, hablando por vídeo llamada con su mejor amiga Evelyn. Sentada a la mesa,
—¡LO SÉ! —gritó Isabella, nuevamente sintiendo sus lágrimas deslizarse por sus mejillas— ¡Pero fue EL ÚNICO que estuvo para mí cuando no tenía ayuda de nadie! —¿Es necesario que me grites para decirme algo así? —le preguntó Jameson, seriamente—. Sabes que tampoco es mi culpa que hayas pasado por todo eso. Si hubieras confiado en mí cuando éramos novios nada hubiese sucedido… Pero no me creíste capaz de protegerte. Cómo sea, no hablemos del pasado. Él tuvo un accidente, uno probablemente ocasionado por alguien más, se encuentra en coma en la mansión de su familia, Adrián se ocupa de investigar el tema. Isabella se sorprendió, al darse cuenta que Jameson no solo no parecía disfrutar de las desgracias de Franklin, si no que junto a su primo, también querían hacer algo al respecto. De inmediato la culpabilidad la invadió, sintiendo una pesada carga en su corazón. "Aunque es su enemigo empresarial… Aunque Franklin buscó arruinarlo… Aún así… Jay es demasiado… Bueno, y yo, nuevame
Esa noche, las luces de la ciudad de New York, daban una vista magnífica, en el interior de un automóvil oscuro, el vicepresidente de Imperial World Travel, viajaba junto a su prima, Lilian Howard. —¿Realmente tenía que enviarte a ti?, creo que Jameson no te quiere. Arriesgarte así es- —¡No digas tonterías! —le respondió Lilian, que estaba con su vista fija en su teléfono móvil. —¿Con quién hablas tanto? ¿Tienes un novio escondido, Lili?, ya que tía Dayan no estará más para molestarte, podrías hacer pública una relación y- —¡NO ME MOLESTES, ADRIÁN! —alzó la voz Lilian, dándole un empujón a su primo en el brazo. Adrián sonrió viendo a su prima. —Haz crecido mucho~ eres más fuerte que antes. Pero probablemente a ti te gustan los extranjeros de tanto que viajas siendo una imagen para IWT. —¿Y tú, por qué no te has casado?, cada vez te haces más viejo, Adrián, y me sorprende que tío no te haya exigido salir con nadie por "buena imágen" a los Howard~ jaja~ porque los
•••••••••••• La hermosa mañana de ese día. —¿Qué crees que sea? ¿Un niño o una niña? —le preguntó Isabella con una sonrisa en su rostro a su esposo. Ella que ya se encontraba en la camilla, mientras la doctora le ponía el gel, veía con una mimada expresión a ese hombre castaño. —¿Qué?, no lo sé… —sonrió Jameson con nerviosismo— Lo que sea. Será perfecto~ —¿Si?, me gustaría un niño~ uno tan lindo como tú, uno que sea un buen hombre~ y después tenemos una niña y después… Bueno, que sea lo que- —Discupe que la interrumpa~ —sonrió la doctora, interrumpiendo a Isabella—. Ya sacaremos a "mami y papi" de esa duda~ —les dijo ella a Jameson e Isabella. En la pantalla frente a ellos, se mostraba el bebé, escuchando los latidos de ese corazoncito en el interior de esa hermosa mujer pelirroja. —Veamos… Parece que el bebé no quiere dejarse ver~ —sonrió la mujer, que hacía el ultrasonido a Isabella—. Vamos bebé~ tu papá y mamá están ansiosos esperando~ ¡OH! miren~ —sonrió indic
••••••••••• Esa tarde. Isabella y Jameson habían llegado a la mansión de la familia Robinson. Siendo recibidos por el mayordomo que los guío hasta el salón principal de invitados distinguidos. Se encontraron con don Alexander Robinson y su esposa, doña Mónica. —Señor y señora Howard, bienvenidos. Siéntase como en su hogar, mi esposa y yo los estábamos esperando —ofreció su mano en un cordial saludo el señor mayor, don Alexander. Jameson correspondió el saludo, así como Isabella. —Gracias señor Robinson. Como le informé en mi llamada, mi esposa era una vieja amiga de Franklin y le gustaría pasar a verle. —Si. Por supuesto que su esposa puede hacerlo señor Howard —decía don Alexander. Todo por intentar quedar bien con ese poderoso CEO de la familia Howard—. Sin embargo, me temo que ella tiene que ingresar acompañada de mi esposa, es muy delicada a todo lo que está sucediendo alrededor de nuestro primer hijo. Jameson asintió y volvió a ver a Isabella. —Ve con la señora Ro
—Pensé que mi destino era estar junto a ti y, lo quería de esa manera. Soñé ser tu esposa y vivir una feliz vida a tu lado… —decía Isabella viendo a ese hombre en coma— Pero tú no me elegiste a mí… No fuí suficiente. Eso fue lo que más me dolió, sé que después habías recapacitado, cuando ya era demasiado tarde para continuar… Fuiste un excelente amigo, el mejor jefe que jamás pude tener, un amoroso novio y… Un pésimo prometido. Aún así me quedaré con los mejores recuerdos, no quiero guardar odio en mi corazón. Por eso, si alguna vez abres tus ojos… Si vuelves… Esto es para ti. Isabella dejó la carta sobre una mesita cercana. Sacando su pañuelo de mano, secaba sus lágrimas. Ella volvió a ver a doña Mónica. —Lamento no decirle toda la verdad. Temía que no me dejara despedirme de él. Doña Mónica negó lentamente con la cabeza, con una expresión entristecida. —¿Así que tú eras esa razón por la que él tanto se negó al matrimonio?, no lo sabía… Creo que… También le fallamos como p