—¡¿Jameson?! —preguntó Isabella con voz preocupada. —¡No, zorra interesada! —se escuchó el rudo tono de voz de doña Dayan Howard del otro lado de la línea telefónica. —¿Por qué me está llamando usted?, deje de hablarme de esa manera —le pidió Isabella tratando de ser respetuosa con su ahora, suegra. —No esperes a mi hijo. Pasará la noche con Allison~ —le dijo doña Dayan en tono burlón. Isabella se sorprendió en gran manera y colgó la llamada sin querer seguir soportando que esa mujer se burlara de ella. Sin embargo, el teléfono celular sonó, una notificación de ese mismo número de doña Dayan Howard, que al abrir, Isabella vio que se trataba de una fotografía. La fotografía era tomada de un ángulo lejano y escondido, donde Jameson estaba dando la espada a la cámara y sentado el borde de esa elegante camilla de hospital. En la camilla se encontraba Allison que parecía bastante pálida, llorosa, pero estaba sonriendo y tomaba la mano de ese hombre. ¡Isabella sintió
¡Isabella estaba furiosa! Había pasado horas preparando una cena especial para Jameson, su esposo, y él ni siquiera se había molestado en aparecer. Cuando finalmente lo encontró en su habitación, la ira estalló dentro de ella como un volcán en erupción. —¡¿QUÉ HACES AQUÍ, JAMESON?! ¡QUIERO QUE TE VAYAS DE MI HABITACIÓN! —le gritó ella aireada sin siquiera darle la oportunidad a ese hombre de hablar. Aún así, Jameson no obedeció la demanda de su esposa por contrato. El hombre castaño frunció el ceño cruzándose de brazos. —¿Irme?, es mi hogar Isabella. Aquí hago lo que YO QUIERA. —¡AHS! ¡¿Me estás echando?! —le preguntó ella con su rostro rojo del enojo. —NO. Primero que nada, deberías tranquilizarte. —¡NO ME DIGAS QUÉ HACER! —le gritó ella agarrando uno de los paquetes coloridos de la bandeja con una de sus manos y lanzándolo hacia ese hombre. Paf~ Se produjo un pequeño sonido cuando él lo esquivó fácilmente y el paquete pegó con la pared de atrás. Con ojos llenos d
—¿Qué has dicho…? —preguntó Jameson, anonadado. —Te dejé por dinero —le dijo seriamente esa mujer que lloraba entre sus brazos. Jameson la soltó en ese momento, tomando distancia de Isabella. —¿Estás… —él hizo una pausa, notó la expresión de Isabella. La sinceridad en ella. Jameson no podía procesar lo que acababa de escuchar. La idea de que Isabella lo hubiera dejado por dinero lo llenaba de una mezcla de incredulidad, dolor y rabia. Diez años habían pasado desde aquel día, pero el impacto de esas revelaciones lo golpeaba como si hubiera sucedido ayer. —¿Me dejaste por dinero? —recalcó Jameson con voz temblorosa, su mirada llena de incredulidad y decepción—. ¿Cómo pudiste hacerme algo así? ¿Por qué no me dijiste la verdad? Isabella, con el rostro bañado en lágrimas, miró a Jameson con una expresión de angustia y remordimiento. —Lo siento, Jameson —susurró—. No sabes lo que significó para mí, todo tiene una buena razón… Sé que hice mal, pero no tuve alternativa, una dec
—Si, es cierto… Eso es lo que haré. Voy a recuperarlo —fijó Isabella su mirada retadora en doña Dayan. ¡PLAF! La mujer pelirroja recibió de inmediato una bofetada de parte de su suegra. Isabella ante el golpe retrocedió unos pasos y posó su mano en su adolorida mejilla viendo con sorpresa a doña Dayan. —¡¿Qué cree que hace, señora?! —exclamó molesta Evelyn acercándose rápido a Isabella—. ¿Te encuentras bien, amiga?, vámonos de aquí, no vas a estar soportando a una señora que quiere agredirte. —¿Agredirla? —preguntó doña Dayan haciéndose la ofendida—. Podemos preguntarle a todos en la mansión, quién agredió a quien y créeme. Nadie le creerá a esa cualquiera de tu amiga~ —expresó burlista la mujer, viendo con desprecio a Evelyn y seguidamente a Isabella. —¿Mamá, por qué gritas? —preguntó la pequeña Rose que venía bajando las escaleras hacia el vestíbulo. —Ve con Rose, Evy~ —le sonrió Isabella a su amiga como si nada pasara. —Pero Isabella no quiero dejarte sola en esta
Más tarde ese día, cuando terminó la cita de Isabella: —¿Entonces te vas a quedar con ella? —le preguntó seriamente doña Dayan a su hija, Lilian. —Si, ¿no nos quieres acompañar, mamá?, Isabella y yo vamos a ir de compras por su vestido para la fiesta~ —le explicó emocionada Lilian, aunque claro. Ella solo invitaba a su madre por cortesía. —No —negó de inmediato esa mujer madura—. Tengo que ir a ver a Allison, ya salió del hospital y se encuentra en casa de Richard —tras decirle eso a Lilian, doña Dayan se marchó. Isabella veía alejarse a su suegra y sintió un profundo alivio. —¿Crees que piense invitar a Allison a la fiesta de- —No solo a Allison, probablemente también a tu ex, Franklin —interrumpió Lilian a Isabella—. Sinceramente creo que mi madre hará lo posible para que vuelvas con Franklin Robinson, y Jameson con Allison —comentó de mala gana, la hija menor de los Howard. —¡No volvería con Franklin ni en un millón de años! —exclamó Isabella haciendo una expresión d
Esa noche en la mansión del CEO Howard, Lilian llevó a su cuñada Isabella al salón donde hablaba Jameson con su madre, doña Dayan. En las afueras, la celebración estaba dedicada al futuro nacimiento del bebé de la pareja, y la emoción se palpaba en el aire entre los elegantes y distinguidos invitados. Cuando Isabella finalmente llegó junto a Lilian, se sorprendió al ver a Jameson tan bien arreglado y atractivo. Su corazón latía con fuerza al encontrarse con él nuevamente después de una semana sin verlo. Jameson al notar a Isabella, se disculpó con su madre y dió por terminada la charla, acercándose hacia esa radiante mujer pelirroja. —Lamento haberte hecho esperar, ¿vamos ya? —habló él casualmente como si nunca se hubiera ido molesto a su viaje de negocios. La naturalidad de ese hombre al tratarla, confundió a Isabella. De inmediato ella creyó que él solo actuaba. —Sí. Vámonos —dijo ella nerviosa. Ambos comenzaron a caminar y salieron de ese salón, yendo a solas po
—¿Te encuentras bien, Isa?, espero no haber llegado demasiado tarde… —le decía Lilian Howard a su cuñada, mostrando una expresión de genuina preocupación. —Lo estoy. Es solo… Me doy cuenta que él nunca se va a rendir… ¿No es así? Lilian exhaló y negó lentamente. —Parece ser el tipo acosador que cree tener la razón siempre y no… No creo que te deje en paz nunca. La única razón por la que no logra hacer lo que quiera contigo como en esos meses que te torturó al dejarlo, es porque ni Jameson ni yo vamos a permitirlo. —¡Cierto, Jameson…!, yo no te lo dije antes… Pero ya me había confesado seriamente a él y- —¡¿Te le confesaste a mi hermano y no me dijiste?! ¡Qué cruel eres! —hizo un puchero, Lilian—. Salimos de compras luego de tu cita con el médico y no me hablaste de ese tema. —Lo siento Lili. Ese día estaba muy incómoda por las situaciones vividas con tu madre a diario de las cuales sí te comenté —susurró Isabella avergonzada. En ese momento, pasó uno de los servidores,
Isabella tragó en seco, era claro que Jameson quería más que solo acompañarla… ¿Quería quizá, reanudar la conversación donde la dejaron la última vez? Aún faltaba bastante para que la fiesta terminara, y él le dejó claro que sería hasta que todo acabe. ¡Isabella estaba demasiado nerviosa para hablarlo ya! Ella volvió a ver a Lilian que estaba sentada a la mesa tomando de su tercera copa de champagne. Con una expresión suplicante Isabella le pedía ayuda a su cuñada. Por supuesto, Lilian entendió el gesto de Isabella y dejó la copa sobre la mesa. —¡Yo la ayudo, Jameson!, ella quiere cambiarse rápido y tú seguro querrás meterle mano~ —molestó ella a su hermano dándole un pequeño empujón. —¿Ah? —Jameson frunció el ceño haciendo una mueca de desagrado y sentándose a la mesa, las dejó ir—. Las espero aquí entonces. —Sí~ volveremos pronto~ —le sonrió Lilian llevándose a su cuñada del brazo—. ¿Soy yo o está más obediente que de costumbre? —le preguntó en un susurro Lilian a Is