Poco a poco, entre más parejas bailan y la fiesta se encontraba en su apogeo, las risas, los susurros y los destellos de felicidad llenaban el lugar creando un ambiente memorable entre música y champagne.Unos minutos más tarde, Isabella salió de la recepción acompañada por Lilian, su cuñada, ya que necesitaba ir al baño y le pidió que la acompañara.Mientras tanto, Jameson conversaba con sus invitados, quienes no dejaban de felicitarlo.Ellas caminaban por el pasillo interno de la mansión, Isabella escuchó una voz familiar llamando su nombre.—¡Isabella! ¡Espera! —exclamó una grave voz masculina, causando que Isabella detenga sus pasos, quien se giró para ver quién la llamaba.Isabella clavó sus ojos verdes esmeralda en el hombre de cabello oscuro y rizado que se acercaba rápidamente a ella.—¿Qué quieres, Franklin? Aquí no es el lugar para hablar —dijo Isabella fríamente a su ex prometido, quien alguna vez fue el mejor amigo de su ahora esposo, Jameson.—Necesito hablar contigo —le
Franklin intentó acercarse a ella, pero Isabella retrocedió, apartándose de su alcance.—No me sigas buscando… Ahora soy la señora Howard, estoy casada y tendré un bebé de Jameson —murmuró Isabella, con un nudo en la garganta que le impedía hablar con claridad.Franklin la miró fríamente…Esa hermosa mujer pelirroja vestida de novia frente a él, se había casado con el que una vez fue su mejor amigo. Isabella se encontró cara a cara con la furia desatada de Franklin, un hombre que una vez le había susurrado palabras de amor. Sus ojos grises ahora irradiaban ira y amargura, y las palabras que salían de su boca eran como cuchillas afiladas.—¿Es cierto? ¿Todo este tiempo has jugado conmigo hasta que encontraste la oportunidad de regresar con Jameson? ¡Eres una m*ldita perra! —gritó Franklin, alzando su mano en un gesto amenazador hacia Isabella.Ella se quedó petrificada, incapaz de asimilar la transformación de aquel hombre en el que alguna vez confió. La expresión de terror en su rost
Isabella se aferró a Jameson en ese momento, buscando consuelo en el abrazo reconfortante de su esposo… Aunque sabía que no era un matrimonio real por amor, se dejó llevar ante él. La calidez de su cercanía y las palabras de Jameson la envolvieron como una suave brisa primaveral, disipando las sombras de la tormenta que acababa de enfrentar.Con un gesto gentil, Jameson secó sus lágrimas con el pulgar, apartando con ternura los rastros de tristeza del rostro de esa hermosa pelirroja. Sus ojos azules como zafiros se encontraron con los de Isabella, atrayéndola hacia sí con una suave intensidad, como si deseara borrar con su mirada todo rastro de dolor en ella.Sin pronunciar palabra alguna, Jameson inclinó su rostro hacia el de Isabella, rozando sus labios con los de ella en un beso delicado.La suavidad de sus labios se fundió con los de Isabella en una danza apasionada y llena de ternura. Los movimientos lentos de Jameson invitaban a Isabella a sumergirse en la pasión, y ella corre
Jameson seguía con sus manos fuertes y decididas, acariciando cada centímetro de la piel clara de esa belleza pelirroja, con una intensidad arrolladora, su traviesa mano bajó a la entrepierna de Isabella explorando la húmeda intimidad de ella con sus dedos. En medio de la pasión desenfrenada, Isabella y Jameson se encontraron cara a cara, sus alientos entrelazados en un juego de deseos y confusión.Isabella se atrevió a romper el silencio tenso que los envolvía:—Jameson, ¿por qué me lo haces con tanta pasión? Es injusto… No puedo evitar recordar el pasado, llenas mi mente de ti y Oooh~ — gimió ella cuando tras una sonrisita maliciosa él la ignoró bajando nuevamente su boca hacía sus senos, disfrutando de los pezones de Isabella.Seguidamente él se alejó volviendo a ver a Isabella, finalmente le respondió: —No lo sé. Pero es justo, ya que en este momento, eres tú quien llena mis pensamientos. La simple respuesta de ese hombre atractivo dejó a Isabella confundida por un momento con
Ella posó su mirada hacia el horizonte. Seguidamente Isabella acarició suavemente su vientre, donde crecía su bebé, su primer hijo y ese quien sería su familia… Ahí, ella supo que ese era su enfoque, su razón para seguir adelante.¿Y qué si no tenía un romance rosa soñado? Disfrutaría de su embarazo y aprovecharía cada grato momento que viva en ese matrimonio falso pero lleno de lujos. Ella volvió a ver esa pequeña cajita que sostenía en su mano que contenía el anillo y, con determinación, ingresó a la habitación y lo arrojó al basurero. Con cada fibra de su ser, se comprometió a concentrarse en el milagro que crecía dentro de ella, y el amor incondicional que le daría a ese niño o niña. Justo en ese momento, ella escuchó un sonido desde la puerta de la elegante habitación.Por supuesto, no era otro que Jameson Howard dueño del lugar, el que ingresó a la recámara. El alto y atractivo hombre vestía un elegante traje oscuro, de inmediato ella dedujo que él tenía planes de salir.
—¿Por qué terminaste conmigo hace 10 años, Isabella?, dime. No me molestaré contigo —le preguntó Jameson seriamente. —Creí que ya no te importaba el pasado… —le contestó Isabella recalcando las palabras que ese hombre le dijo cuando ambos se reencontraron. —No. Ya no es relevante ese hecho, por ese motivo dije que no me molestaría saberlo; ¿pero qué tan serio tiene que ser, para después de 10 años causar aún tu silencio? —le preguntó él y ella en ese momento se soltó del agarre de la mano de ese CEO a la suya. Isabella continuó caminando lentamente por la playa esa hermosa noche primaveral en el Caribe.La brisa fresca del mar mecía lentamente su cabellera pelirroja, ondulada y larga y levantaba un poco el vestido floral que esa mujer llevaba puesto el cuel dejaba ver sus muslos combinados al movimiento de sus caderas al caminar. La mirada azul de Jameson seguía a Isabella y fue entonces que él se percató que ella ya había avanzado demasiado y él se apresuró a alcanzar sus pasos.
—Si lo haces, me sería de ayuda; así que no espero que sea gratis. Habla, ¿qué quieres a cambio? —le preguntó Jameson a Isabella, no queriendo sentir que le debía algún favor a futuro… Pues él mismo estaba claro en que no quería NADA a parte del bebé que los ligue. —Primero te diré, que el contacto que conozco, era un empleado de Franklin hace un año atrás —le confesó esa mujer pelirroja con seriedad, ya que ella tenía experiencia en el ámbito—. El cual despidió por "edad avanzada", tienen 41 años, pero para Franklin ya no podía trabajar en su empresa. —¿Si Franklin lo despidió porque lo creía incapaz, por qué yo sí debería contratarlo?, es absurdo. —No. No lo es. Franklin lo despidió porque era muy directo con él, su edad fue una excusa. Odia que le recalquen que hace algo mal. Fue tu amigo, deberías saber cómo se pone en ese tema.. Jameson frunció el ceño, la conversación no le gustaba. Sobre todo por estar hablando constantemente de alguien que creyó su amigo y terminó com
Minutos más tarde, ambos habían regresado a la casa, tal como él le exigió a Isabella. Ella ingresó a su habitación y de inmediato se metió al baño tomando una agradable ducha con agua tibia. Él que había bajado a la primera planta de la casa, encontró el teléfono de Isabella mal puesto en la cocina. Recordó que ella había estado cocinando y por ello estaba ahí, también tenía que pasarle el contacto del nuevo candidato a ser su supervisor de esa sede, por lo que fue hacia la habitación de esa mujer pelirroja. Cuando él ingresó, la habitación estaba envuelta en un silencio inquietante, solo interrumpido por el suave sonido del agua que caía en la ducha. La puerta del baño abierta, las luces encendidas y las puertas del balcón también de par en par permitiendo la claridad de la luna de esa noche y la brisa fresca ingresar. Él decidió no interrumpir el baño de ella y mejor regresar después, pero en ese momento, algo llamó poderosamente su atención… Jameson Howard observó