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Capítulo 05: El contrato con el CEO.

Isabella que iba a probar bocado en ese momento se sorprendió tanto que se le cayó el cubierto de la mano.

—¡¿Estás loco?! —preguntó ella alzando la voz.

—Escuché que dijiste que no tenías dinero para quitarte el tatuaje, lo que es extraño ahora que sé que has trabajado para Franklin por años.

La mujer pelirroja se sintió nerviosa en ese momento.

"¿Qué tanto sabe él?"

Pensó ella inquieta.

—Ese no es motivo para-

—Aun no termino de hablar —la interrumpió Jameson—. Sé mi nueva esposa por un año y ten a mi heredero, a cambio limpiaré tu imagen, te ayudaré a vengarte y te haré una mujer inmensamente rica.

Isabella entendió que ese hombre ya sabía del por qué de sus desgracias laborales.

"Todo eso… Él… Solo quiere un hijo bajo matrimonio y yo… Estoy embarazada"

Pensó Isabella viendo la oportunidad que se le presentaba.

—¿Qué pasará con el bebé si acepto?, no voy a abandonar a un hijo mío, me haría peor que los animales y-

—No tienes que hacerlo, no te quitaré derechos maternales~ —sonrió él altivo—. Solo quiero un heredero. No quiero nada más de ti.

—¿Por qué yo…?

—Te conozco —recalcó él—. Será más fácil tratar contigo ya que no eres una extraña para mí. No es algo que pueda negociar con cualquier mujer.

"Así que él solo me va a ver a mí como un negocio…"

Pensó ella.

—¡No puedo! —rechazó Isabella— ¡No soy de tu círculo social, ni millonaria, no soy digna para ser tu esposa!

—¿Pero sí lo eras para Franklin? —preguntó Jameson fríamente.

"¿Como lo sabe…?"

Pensó ella impactada.

—Nunca fuí digna para él… Por eso terminamos… —susurró Isabella entristecida.

Ella se levantó de la silla queriendo salir de ahí huyendo.

Jameson fue más rápido y la detuvo del brazo.

—¿No te gustaría vengarte por todo lo que él te ha hecho pasar estos meses?, sé que no te deja en paz. Si te casas conmigo esa persecusión terminará.

Isabella sentía su corazón latir aceleradamente y el temor la invadía.

Ella posó sus ojos verdes esmeraldas en Jameson en ese momento.

—Si cumples el contrato, terminarás siendo una mujer extremadamente rica, podrás hacer tu sueño de tener tu propio negocio realidad~ —sonrió él malicioso, recordándole a Isabella su meta de la universidad— Nunca te privaré del bebé, aunque crezca y sea educado por mi familia lo podrás ver cuando quieras y sabrá que eres su madre.

—¿Por qué haces esto…? —preguntó ella— No lo entiendo Jay…

—Mi ex esposa no puede tener hijos y no lo tendré con ninguna extraña. Cuando el contrato acabe y tenga a mi heredero de ti, volveré con ella, así que tampoco tienes que preocuparte por un interés amoroso de mi parte… NUNCA lo habrá.

—Así que… ¿Será estrictamente un contrato…?, si es así… Lo pensaré —respondió ella y Jameson la soltó de la muñeca.

Él ofreció llevarla a su hogar, pero ella se negó y decidió irse por su cuenta. Así que Jameson le dió su número telefónico personal y se marchó.

•••••••••

Esa misma noche Isabella caminó unas cuadras hasta un parque cercano donde esperaba ver a su mejor amiga que vivía cerca de ahí.

Evelyn llegó enseguida con su hija a la que dejó jugando en el parque a unos metros de distancia, mientras hacía compañía a Isabella y esta le contó de inmediato de su encuentro con Jameson a lujo de detalles.

—¡Acepta! —exclamó Evelyn—. ¡Es una oportunidad de oro, Isa! ¡El futuro de tu hijo estará asegurado y el tuyo también!, él no te quitará tus derechos maternales… Házlo.

—¿Crees que está bien…?

Evelyn sonrió.

—Yo te apoyaré, inténtalo. No creo que Jameson quiera estafarte, un multimillonario como él no tiene esa necesidad~

Pocos minutos después, Isabella estaba convencida de cuál sería su respuesta.

—¿Me prestas un poco de cambio?, necesito tomar un taxi y solo ando la tarjeta del metro… —susurró Isabella avergonzada.

—Claro~ pero, ¿Por qué no le pediste a Jameson que te dejara? —decía Evelyn sacando de su cartera unos dólares.

—Ya era suficiente incómodo con esa propuesta que me hizo. Necesitaba estar lejos de él…

……

Minutos más tarde, Isabella llegó al edificio departamental donde vivía y justo en la puerta había un comunicado de su arrendatario.

¡Se acabó el plazo y le daba una semana a Isabella para irse de ahí!

Isabella arrancó la hoja de la puerta con gran enojo y la destrozó con sus manos.

—¡¡Maldito Franklin!! ¡¿Ahora también quieres enviarme a la calle a vivir?! —decía ella con sus ojos rojizos queriendo llorar por la desesperación.

Isabella apoyó su espalda contra la puerta de su departamento y ahí mismo en el pasillo llamó a Franklin después de meses sin que ninguno de los dos se contacte con el otro.

—¿Por fin te rindes? —le preguntó Franklin burlista, del otro lado de la línea telefónica.

—¿Rendirme? ¡Eres un maldito poco hombre! ¡¿Cómo puedes vivir tranquilo mientras me arruinas la vida a diario?! ¡¿Siquiera me has amado alguna vez?! —se quejaba Isabella con furia, sintiendo cómo las lágrimas de impotencia se deslizaban por sus mejillas y su corazón seguía doliendo por culpa de ese hombre.

••••••••••

Del lado de Franklin:

El CEO de la agencia Robinson, estaba disfrutando en un club nocturno exclusivo de élite, su fiesta de despedida de soltero con sus amigos y hermosas mujeres que bailaban para él en ese momento.

Él que tomaba de una copa sonrió malicioso escuchando la voz quebradiza de su ex pareja.

—Sabes que te amo Isabella. Solo quiero que me aceptes con lo que puedo darte como mi amante oculta, así que… ¿Ya puedo enviar la limusina por ti? —preguntó el, con altivez y seguridad en sí mismo.

—¿Enviar por mí? ¡¡PUDRETE FRANKLIN!! ¡Eres lo peor que me pudo pasar! —finalizó Isabella la llamada.

Franklin tomó el resto de la bebida en su copa.

"No importa cuánto te resistas Isabella, te haré mía quieras o no"

"Ya caerás… Cuando te hunda aún más en la desgracia…"

Pensó él malicioso.

••••••••••

Isabella ya en el interior de su departamento, entre lágrimas comenzaba a cambiarse por ropa más cómoda, cuando en ese instante su bolso se cayó por un mal movimiento que hizo ella.

Del bolso salió la pequeña cajita de su anillo de compromiso…

Ese mismo anillo que le dió Franklin hecho de oro rosa y que ella solo usó en citas a escondidas.

Se sintió estúpida por no darse cuenta que él jamás tuvo intenciones serias con ella.

—Tú nunca me amaste, maldito… —susurró ella y tiró el anillo dentro de su cajita a la basura.

"No…"

"Maldición… No puedo…"

Pensó ella volviendo rápidamente al basurero y buscando desesperadamente el anillo.

Isabella de rodillas en el piso de su departamento, con la cajita entre sus manos… Lloró desconsolada.

Le dolió sus años dedicados a Franklin.

Le dolió el amor que ella le obsequió de todo corazón y creyó que recibía de regreso con la misma intensidad.

Cientos de recuerdos por cuatro felices años.

"¡TODO FUE FALSO!"

"¡Franklin realmente no me amó y le fue tan fácil hacerme de lado por otra!"

Pensó ella destrozada.

Isabella no podía seguir entre la miseria, sufriendo por el amor que le tenía a ese hombre.

¡No lo buscaría a él aceptando ser una degradante amante!

Isabella se puso de pie y caminó hasta la mesa donde dejó su teléfono móvil.

Ella llamó a Jameson, sorprendida cuando él contestó en segundos.

—¿Ya tienes una respuesta? —le preguntó Jameson siendo directo—, no han pasado ni 3 horas, ¿segura que-

—Acepto… —interrumpió Isabella a Jameson con su voz temblorosa— Firmaré ese contrato.

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