Ryan y Tiberius habían conseguido lo que necesitaban, habían viajado al pasado y se habían infiltrado en la reunión de la manada de hombres lobo Brisa Clara. El objetivo era espiar a la manada de Cleo y descubrir algo que les permitiera ayudarla en el presente. Ryan no podía permitirse el lujo de fracasar, su corazón estaba destinado a Cleo, y tenía que hacer lo que fuera para protegerla.La reunión se estaba llevando a cabo en una amplia cueva, la cual estaba iluminada por antorchas en las paredes. Ryan y Tiberius se mantenían ocultos detrás de unas rocas, escuchando atentamente la conversación que se estaba llevando a cabo en el centro de la cueva.– Hermanos, estoy seguro de que ya están al tanto del problema que tenemos con la manada Claro de Luna -dijo un lobo de pelaje gris, quien parecía ser el líder de Brisa Clara-. No podemos permitir que nos sigan quitando nuestros negocios. Necesitamos actuar.– ¿Qué sugieres que hagamos, líder? -preguntó otro lobo.– Lo primero que debemos
Ryan y Tiberius permanecieron en la guarida de Tiberius, sumidos en la confusión y la tristeza por la pérdida de Cleo. Tiberius intentó romper el hielo al preguntar: "Ryan, ¿cómo te sientes ahora después de lo que descubrimos sobre la manada de Cleo?"Ryan respondió en un tono sombrío: "Sigo sin poder creerlo. No puedo creer que la manada de Cleo esté involucrada en actividades ilegales. Creo que algo no cuadra, ¿no lo crees?"Tiberius frunció el ceño y respondió: "Bueno, Ryan, no podemos ignorar lo que hemos escuchado y la muerte de Cleo parió un ajuste de cuentas. No parece una coincidencia."Ryan se removió inquieto. "Lo sé, pero también sé que Cleo no estaría involucrada en algo así. Era demasiado noble para eso. No puedo creer que su manada esté involucrada en negocios sucios".Tiberius suspiró y se acercó a su amigo, poniendo una mano en su hombro. "Entiendo que estés luchando por aceptar esto, Ryan. Pero la verdad es que Cleo ya no está aquí para defendernos o explicarnos lo qu
Ryan y Tiberius se acercaron con cautela a la cabaña abandonada. La puerta estaba cerrada, pero no con llave, así que pudieron forzarla sin mucha dificultad. Una vez dentro, comenzaron a explorar la casa, buscando cualquier pista que pudiera llevarles a descubrir en lo que estaba involucrada la manada de Cleo.Mientras caminaban por la casa, escucharon ruidos que venían de la planta superior. Ryan y Tiberius intercambiaron miradas y se acercaron con cuidado hacia la escalera que conducía a la planta de arriba.Subieron las escaleras con sigilo, tratando de no hacer ruido. Cuando llegaron al piso superior, se encontraron en un pasillo oscuro y estrecho. Las puertas de las habitaciones estaban cerradas, pero desde una de ellas se oía un ruido de movimientos.Ryan y Tiberius se acercaron a la puerta con cautela y, con el oído pegado a ella, intentaron escuchar lo que se decía dentro. Fue entonces cuando oyeron la voz de una mujer.La voz era suave y femenina, y parecía estar hablando con
El viento frío del anochecer arrastraba hojas secas por el suelo del bosque, y la neblina se levantaba entre los árboles, creando una atmósfera de misterio y desolación. Ryan y Tiberius se movían con sigilo hacia la fogata donde Cleo estaba reunida con sus cómplices. La tensión en el aire era palpable mientras se preparaban para descubrir la verdad que Cleo había ocultado tan bien.“Este es el lugar,” murmuró Ryan. “Aquí es donde Cleo estaba haciendo tratos con los cazadores en el pasado.”Junto a la fogata, Cleo estaba hablando con una figura que Ryan reconoció como el mismo hombre de la cicatriz de la reunión nocturna, pero con una apariencia más joven y menos endurecida por el tiempo.“Necesitamos que el plan avance con rapidez,” decía el hombre con impaciencia. “La presión está aumentando, y no podemos permitirnos fallar.”Cleo, con su actitud calculadora, respondió con frialdad. “El matrimonio con Ryan será una pieza clave en la estrategia. Pero debemos ser cuidadosos. La gente d
El crepúsculo teñía el cielo de un morado intenso mientras Ryan y Tiberius atravesaban el espeso bosque. Las ramas crujían bajo sus pies y una niebla densa se arrastraba por el suelo, envolviéndolos en una sensación de inquietud. Ambos sabían que la misión era peligrosa, pero también era la única opción que les quedaba.La casa de Astrid emergió de entre la niebla como una aparición fantasmal. Era una construcción majestuosa de estilo victoriano, con torres puntiagudas que parecían rasgar el cielo, y ventanas altas y estrechas que reflejaban la luz del atardecer como ojos vigilantes. Las enredaderas cubrían parcialmente las paredes, dándole un aire antiguo y místico, mientras que la reja de hierro forjado que rodeaba la propiedad sugería que no cualquiera era bienvenido.“Así que aquí es donde vive la famosa Astrid,” murmuró Ryan, con una mezcla de asombro y aprensión.“Sí,” respondió Tiberius, con la voz cargada de respeto. “Ella fue mi mentora, la bruja que me enseñó a controlar mis
“¡Tu ganas Astrid! Aceptamos”Astrid miro con recelo “¿Los dos? ¿Toda la noche? ¿A mis ordenes?”Tiberius y el Alfa asintieron.“Bueno… bueno…bueno… parece que el Alfa y su amiguito el mago han decidido pasárselo bien” Se relamió Astrid con una carcajada. Luego su tono se volvió menos histriónico. “Estoy segura de que habéis recorrido una buena distancia a pie, Tiberius, enséñale a tu amigo donde está la cocina, comed y bebed algo” Luego volvió a su tono pícaro. “Necesitaréis fuerzas…”Tiberius y Ryan fueron a la cocina, comieron un emparedado y bebieron cerveza sin mirarse a la cara.Astrid no tardó en regresar con su porte altivo. “Bueno, veo que habéis terminado, es la hora de que os adecentéis un poco, sobre todo tu Tiberius, par
El aire dentro de la cueva de Tiberius era denso, cargado de un silencio expectante. Una pequeña fogata crepitaba en el centro, arrojando sombras en las paredes de piedra. El aroma de hierbas quemándose se mezclaba con el humo, mientras Tiberius y Ryan se sentaban uno frente al otro, sus rostros iluminados por la luz parpadeante del fuego.Sobre el suelo, entre ellos, estaba abierto el grimorio que habían conseguido después de arduas semanas de búsqueda. El libro tenía una presencia casi viva; sus páginas antiguas, cubiertas con símbolos crípticos, parecían vibrar con energía. Astrid, la maestra de Tiberius, les había advertido de su poder y peligro, pero también les había asegurado que contenía el conjuro necesario para el viaje que necesitaban realizar. La tarea era clara: retroceder un año antes del primer encuentro entre Ryan y Cleo para desentrañar cómo comenzó realmente la conspiración.“Este no es un simple conjuro de visión,” dijo Tiberius, su voz profunda resonando en la cuev
El sol comenzaba a descender en el horizonte, bañando la pradera en tonos cálidos de dorado y ámbar. Ryan y Tiberius seguían de pie, observando con atención su entorno. El viento suave agitaba la hierba alta alrededor de ellos, creando un suave murmullo que contrastaba con la creciente inquietud en el ambiente.“Algo no cuadra,” dijo Ryan, rompiendo el silencio. Se giró hacia Tiberius, quien seguía mirando a lo lejos, como si esperara encontrar una respuesta en el horizonte. “No nos sentimos más jóvenes. Recuerda cuando volvimos a la reunión de Cleo… el cambio de tiempo fue inmediato. No siento que hayamos retrocedido tanto como temíamos.”Tiberius asintió, su ceño aún fruncido. “Tienes razón. No es solo que no nos sintamos más jóvenes, es que nuestro entorno tampoco parece tan lejano en el tiempo como imaginamos. Las estrellas, el clima… todo parece apenas diferente. Es como si nos hubiéramos desviado en el espacio más que en el tiempo.”Ryan miró a sus manos, esperando ver algún cam