ISMAEL. Entre risas y bromas, estábamos volviendo con la pequeña Maga, a la casa de campo de su madre. En esta ocasión, se compró la hamburguesa para ella, pero también, decidió comprar pizzas para todos los trabajadores de la casa. No obstante, a medidas que nos acercábamos, la neblina se hacía más espesa, como si algo se estuviera quemando a los alrededores. Pero más asustado estaba, cuando deduje que el humo provenía de la hacienda. —¿Qué sucede, rey Is? —pregunta la niña, pero no lograba responderle. En ese momento, en mi mente solo se encontraba mi esposa, y el hecho de imaginar, que está herida, me aterraba. Pisé fuerte el acelerador, y me adentré en la propiedad. Me estacioné de alguna manera y bajé. —Quédate con la niña —Me acerqué a la escolta, y susurré en su oído—. Y por nada del mundo, la dejes con su abuela a solas. —Entendido, señor. Dicho esto, corrí hasta la entrada. Todos los empleados estaban alrededor, La sirena de los bomberos ya se escuchaban cerca. Pero, n
Dante se ha mostrado de acuerdo con cada punto que hemos hablado. Le he contado absolutamente todo, a excepción de alunas cosas que solo le concierne a mi esposa tratar. Sin embargo, a él no le importaba. —¿Cómo se supone que me acercaré a ella? —inquiere—. He dejado claro que no quiero saber nada, y luego de divorciarme de Sofía, me mantuve muy alejado de todos. —¿Quién dijo que te vas a acercar tú? Ella te buscará, y justo en este momento. —¿Qué? —pregunta de forma confundida, pero no termina de hablar, porque mi puño se estampa en su rostro—. ¿Qué rayos…? —¡¿Crees que puedes venir aquí a amenazarme?! —Lo tomo de la camisa, y me acerco a su rostro—. Ella está aquí. Mi voz salió tan baja, pero lo suficiente para que entienda. Me empuja con fuerza, haciéndome tastabillar en mi posición. —Quiero a Sofía libre, de lo contrario, buscaré la forma de destruir todo lo que amas —amenaza, y retrocede, topándose de lleno con la madre de mi esposa. Dante no dice nada solo asiente, y pasa p
AMELIE. La puerta se abre, y una madre, con fingida preocupación, se adentra en el lugar. La observo seriamente, mientras ella toma mi mano, e intenta acariciar mi mejilla. Toma asiento en el sillón al lado de mi cama, y deja un beso en mi mano, mientras lo acaricia, y hace presión. Veo como sus ojos sueltan lágrimas, que antes, creería que eran sinceras. —El beso de Judas —mascullo, mientras aparto mi mano de su calor. —¿Qué? —inquiere confundida. —No debes actuar en frente de mí, madre. Ya sé toda la verdad —Mi madre, se aparta de mí, afloja todo el cuerpo, y se cruza de piernas. —No podía cerrar la boca. Sabía que Ismael no era idiota —refuta y yo sonrío. —Tu error es cometer justamente eso. Error tras error. Confiarte —Vuelvo a sonreír, mientras mis ojos se cristalizan—. Sé que mataste a mi padre. Todo su cuerpo se tensa, sus ojos se abren, y deja de mostrarse relajada, enderezándose en su lugar. —¿Cómo lo supiste? —bufo, y niego. —¿Sabías que él estaba enterado de que ib
Cuando Dante se marchó de la mansión, decidí ayudar a mi esposo con algunas cosas de su empresa. Del mismo modo, también trataba de reposar lo suficiente para recuperarme más rápido. De eso pasaron una semana, y ahora me encontraba totalmente recuperada. La casa del campo, ya estaba casi terminada, y mi esposo, tenía un evento importante de su empresa. Era el aniversario de su empresa, y, por ende, debíamos asistir todos. Mi esposo se encontraba, colocándose el traje, mientras yo me prendía los tacones en el tobillo. Literalmente, me sentía hermosa, una diosa, como nunca antes. Mi esposo se acerca, y me ayuda con ellos, para después, ponerse de pie, y extender su mano para mí. Tomo con suma suavidad, y una corriente nos envuelve, y con su sonrisa particular, me indica que también lo ha sentido. Me acerco al espejo, con él a mi lado, y nos veo, a través de él, tan elegantes, tan guapos, tan finos. Yo tan pequeña y él tan feroz. Baja su cabeza hasta mi hombro, y relaja su mentón sob
Por la mañana, Ismael ya se encontraba listo para ir a la empresa. Es como si olvidara que es sábado, y que la oficina hoy no abre; pero dado el caso, que es el jefe, imagino, que él si va a trabajar. —Casi me olvido —inicia su conversación sin darme los buenos días—. David Pondb suele encontrarse con tu madre. Ten cuidado. —Buenos días para ti también —refuto, y él, sonríe. —Lo siento. Quería advertirte, antes de olvidarme —responde, acercándose a mí y dejando un beso sonoro en mi frente—. Imagino que tú irás a la hacienda. —¿Crees que mi madre se confabuló con él, o viceversa? —Ignorando su comentario. Sé que no quiere que vaya aún, pero debo hacerlo, para ver los avances de la construcción. —Más bien, creo que lo quería utilizar —responde—. No lo sé con certeza, pero lo averiguaremos. —También debo visitar al abuelo —Él asiente y suelta un suspiro—. ¿Qué sucede? —Estoy preocupado. Toda esta situación no me deja concentrarme en nada. Quiero entender exactamente porque te odia
ISMAEL. Abarcábamos todo como lo habíamos planteado. Mi prioridad era encerrar a la madre de mi esposa, pero mi distracción eran dos personas que salieron de prisión. Mi hermana y el ex. No sé cómo esa mujer logró hacerlo, pero está claro que tiene poder para hacerlo. Dinero más que nada. Ahora, debemos investigar de donde proviene su dinero. La puerta de mi oficina se abre. Escucho unos pasos acercándose. —Dije que no estoy disponible para nadie —refuto a mi asistente, sin embargo, no hay una respuesta de regreso, lo que me hace levantar la cabeza, llevándome la sorpresa de que es mi querida suegra—. ¡Oh, eres tú! Ya te habías tardado. Recuesto mi espalda en el sillón, en modo de mostrarme relajado, uno mis manos entre sí, mientras acomodo mis codos en los reposabrazos. —¿Me esperabas? Eso definitivamente es noticia —comenta, recorriendo la estancia—. Esto es muy…, extravagante. —Me conoces. Soy rico —Me observa y le guiño un ojo—. ¿A qué has venido? ¿A matarme, amenazarme? —V
El amanecer filtraba por la mañana. Ambos nos encontramos desnudos en la cama, cubiertos por una fina sábana de seda. Aún no le he consultado nada sobre su conversación con el abuelo, o tal vez solo quería asegurarse de que estuviera bien.Gira sobre el cómodo colchón, para quedar sobre mi pecho.—¿Ya estás despierto? —inquiere, estirando su cuerpo, para luego, sujetarse de sus brazos, sosteniendo su peso con n ellos, solo la parte superior de su cuerpo y así, observarme—. ¿No te parece muy temprano?—Lo es —respondo con una sonrisa—. No me has hablado de tu encuentro con el abuelo. ¿Qué tal fue?Se desploma en la cama, voltea sobre ella, quedando boca arriba, con sus pechos desnudos mirando al techo. Mi masculinidad se tensa ante tan asombrosa belleza, lo que me hace tragar en seco.—Raro. O sea, dijo que no debíamos preocuparnos por las pruebas. Que, en estos tiempos, las mentiras no duran lo suficiente, y los muertos, no se mantienen muertos.—Quizás lo dijo por él. No olvides que
AMELIE. Todo lo que mis ojos veían, era asombrosamente, asombroso. Era algo único. La hacienda ahora tiene no solo una imagen campestre, sino también, un toque elegante, sofisticado y serio. Y lo mejor, es que me gusta mucho. La felicidad no cabía en mí pecho. Comencé a caminar por el lugar, admirando cada de detalle que los trabajadores iban haciendo. Había partes que aún no se ha terminado, pero en su mayoría, estaba hecho. Ingreso a las caballerizas, y me acerco al oscuro caballo que mi padre me había regalado. Le di un toque suave en la cabeza, y sonreí. —¿Quién diría que conseguiría tanta felicidad luego de un matrimonio fallido? —musito la pregunta al animal. Estoy completamente segura que me entiende, pues mueve la cabeza a un lado—. ¿Qué mi hija lo adoraría hasta el punto de llamarlo papá? Es raro de ver, pero pasó. Suelto un suspiro y vuelvo caminar hacia la salida, y dirigirme a donde se encuentran ellos. Ismael, está hablando con uno de los ingenieros, quizás, dando