JOAQUÍNNo quiero leer su respuesta. Voy camino a casa, esta vez no pongo música, estoy perdido en mis propios pensamientos. Tengo sentimientos encontrados.Rabia. Me siento engañado.Lástima por Mía. Suena feo, pero es la verdad.Dolor. También por Mía, porque no debe ser fácil para ella vivir así y me duele, me duele porque ella me importa.Mía me importa.Hasta me siento estúpido por no darme cuenta antes, es algo que no se oculta fácilmente, por Dios.Mía me importa.¡Joder! No sé qué hacer. Creo que haberme ido fue lo mejor. Así tengo tiempo de pensar mejor las cosas y saber qué pasos dar.Cuando llego al apartamento, Frank está en la sala esperándome, pero no solo, Lara le hace compañía.¡Joder lo que me faltaba!La miro primero a ella, con rabia, quiero ahorcarla. Seguro ella sabe de la discapacidad de Mía. Solo espero de Frank no sepa nada porque eso sí sería el colmo de mi mala suerte.—Hola, Lara —la saludo a secas, sin beso ni una mierda.Frank me mira con los ojos abiertos
MÍAEstoy en mi clase de rumba terapia. Suena la canción La bicicleta de Carlos Vives y Shakira. Me encanta.El baile fue fundamental en mi rehabilitación, me ayudo con el equilibrio y el manejo de mi prótesis. Me muevo al ritmo de la música, tenemos esta coreografía ensayada así que mi cuerpo fluye al son de pegajosa melodía.Invité a Lara, pero me dijo que no podría porque había quedado en ir al partido de futbol de los muchachos. Me animó a ir, pero no, ni loca. No quiero verle la cara a ese tonto.Joaquín no se ha dignado a escribirme, me dijo que lo haría, así que he respetado su espacio y aguantado las ganas de llamarlo o mandarle un mensaje. Tampoco lo he visto en la U. Ya no estoy segura si lo del “problema familiar” es cierto.Pero a estas alturas, cuando ya toda la U me ha visto de pies a cabeza, estoy segura de que está evitándome, es obvio que se enteró de mi pierna. Me reprendo por haber sido tan cobarde, de no contarle desde el principio. Pero ya no puedo regresar el tie
JOAQUÍNEl bar está en lleno total, pero hay espacio para caminar y bailar. Frank, Lara, el Costeño, su acompañante y yo estamos sentados en una mesa cerca de la tarima.Lara está bella, con un vestido que no deja mucho a la imaginación y mi amigo no le quita las manos de encima, la toma a cada oportunidad. Esto va más serio de lo que ellos dicen.—Tiene buen ambiente —afirma Lara—. Vamos a bailar, Frank —lo agarra del brazo y lo saca a la pista, el Costeño los imita llevando casi cargada a su pareja.Estoy solo, como el llanero. En esto he quedado. Como diría el Costeño ¡Qué tristeza primo!Para no sentirme tan patético en una mesa solo voy a la barra y pido una cerveza. Dirijo mi vista a la entrada y la veo llegar.Me quedo con la botella levantada y la boca abierta. No me dijeron que ella estaría aquí.La veo mirar alrededor y se dirige a la barra, todavía no me ve, estoy de pie en un extremo con poca luz. Se ve preciosa. Tiene puesto un vestido corto negro, botines altos y está ba
JOAQUÍN —Mía. —Mía nada, no tienes ningún derecho a hacerme preguntas y apártate. ¿Por qué me tocas así? —me reprocha intentando zafarse. Me acerco a su oído y le susurro. —Porque quiero, porque me muero por estar cerca de ti, por tocarte, besarte, sentirte. Su cuerpo vibra fuerte y su respiración se agita por mis palabras. La aprieta fuerte en la cintura y me acerco para besarla, pero somos interrumpidos por nuestros amigos que llegan a la mesa. Mía aprovecha la oportunidad para soltarse de mí como si quemara. Mi frustración crece cada segundo que no la tengo cerca. Andrés llega justo al tiempo para que Mía se encarga de las presentaciones y a todos parece caerle bien, menos a mí. Me ignora por un buen rato, mientras tiene toda su atención en él, se hablan bajo al oído y ríen en cada tanto. Ella parece otra persona con él. Ha quitado mi mano de su pierna y cintura cada vez que la toco y me está desesperando. Estoy haciendo el papelón de mi vida. Son casi las 11 de la noche y
MÍA —Te daré mi concejo como hombre —prestamos atención a las sabias palabras de Andrés—. Define desde el principio el tipo de relación que tendrás con él, así no te ilusionaras, esperado cosas que él no está dispuesto a darte —la abuela y Lara asisten con la cabeza. — ¿Ese es tu modus operandi? —le pregunta Lara. —Si —Andrés elevando los hombros. —Críticas a Joa, pero tú eres igual de perro que él —le dice Lara. Andrés queda con la boca abierta y la abuela y yo soltamos una risotada. —No lo critico, ni lo juzgo, solo dudo que de sus intenciones con mi amiga —se defiende Andrés—. Y no soy un perro, no salgo con una mujer diferente cada semana ni mucho menos. Soy sincero con ellas desde el principio y aceptan mis condiciones. Además, soy víctima de discriminación más seguido de lo que piensan. Tener una prótesis no es precisamente atractivo para las mujeres. No quiero que Mía pase por eso. Yo soy hombre y lo manejo mejor, pero ella puede salir lastimada. —Sabes que he pasado por e
JOAQUÍN Me he quedado con ganas de hablar con Mía todos estos días, también de tener una conversación caliente con ella y limar asperezas, me ha funcionado siempre con otras chicas. Pero ella es diferente. No hay punto de comparación con las mujeres que han pasado por mi vida. Mía es noble, dulce, delicada. Como un ángel. Me molesta que no quiera verme, ni hablar conmigo. Que no me extrañe ni un poquito. ¿Tan poca cosa soy para ella? No estoy acostumbrado al rechazo. A que una chica me ignore, como si no le gustara nada. Como si no pudiera resistirse a mí. Esa noche en el bar puede ver cosas en ella que no había visto antes, es muy divertida, tiene buen sentido del humor y su risa es preciosa. Su verdadera risa, las que le daba a su mejor amigo. Quiero hacerla reír igual, entre otras cosas. No lo puedo negar, la deseo. No quiero apresurar las cosas con ella, quiero tomarme mi tiempo para saber hasta dónde puede llegar. Si fuera otra ya me la habría cogido más de una vez y ni m
MÍAMe sorprendí cuando Lara me llamó y me insistió que la acompañara a un evento benéfico en la empresa de su padre, fue tanto la lata que no me pude negar. Hizo mucho énfasis en la elegancia y que tenía que ir deslumbrante.—Hola loquilla, ala, qué elegancia. Llegué en mal momento.—Voy de salida, estoy esperando a Lara.—Te envié un mensaje de texto hace veinte minutos para avisarte que venía —me dice moviendo las cajas de comida en el aire.—Me desprendí del celular mientras me arreglaba. Voy de salida Andrés.—Sí, de eso me doy cuenta. Por cierto, estás bellísima.—Gracias.—Cuídate mucho, por favor —pongo los ojos en blanco.Ya estoy un poco cansada de que me digan siempre lo mismo. No soy una niña. Sé cuidarme sola y ya es hora de que me traten como una mujer adulta.— ¿Cuándo dejarán de tratarme como una niña? —le digo molesta.—Nunca, eres nuestra niña —le hago mala cara.—Perdón. No es mi intención que te sientas así y no creo que seas una niña. Para nada. Eres como mi herma
MÍA—Espero que te guste el lugar, que te sientas cómoda.—Me encanta.El restaurante es muy bonito y elegante. Está decorado en azul eléctrico, rojo y plateado, la luz es tenue, pero se ve todo a la perfección. Es íntimo y acogedor. La música de fondo es suave y romántica.Nuestra mesa se encuentra en un extremo, un poco apartada de las demás, nos brinda intimidad. Me ayuda con la silla y se sienta a mi lado y no al frente como esperaba.—Tengo una duda desde que salimos de tu casa.—Pregúntame.— ¿Va muy seguido Andrés? — ¡Dios!, sabía que eso de darle celos me iba a salir caro.—Andrés y yo somos muy cercanos, es el único amigo que tengo, pasamos juntos mucho tiempo y tenemos cosas en común. Y sí, va seguido a casa y yo a la de él —Joa se muerde la mejilla escuchándome atentamente—. Y por si todavía tienes dudas, solo somos amigos. Él es casi el hermano que nunca tuve.— ¿Entiendo entonces, que nunca has tenido nada con él?¡Oh! Prefiero decirle la verdad, estamos empezando de cero