Sofía se colocó una lencería hermosa, se paseaba de un lado al otro en la habitación de su marido. No tenía nada de malo, ella era la esposa, era lo más normal del mundo. Eso lo hacían las parejas, pero no podía negar que tenía miedo, miedo a que todo se derrumbara y ella se quedara sola e ilusionada. Estaba tan nerviosa, se bebió otra copa de vino, necesitaba estar algo ebria para tener el valor de hacer lo que había planeado. En algunas ocasiones el alcohol era un buen aliado, te daba el valor que necesitabas. Escuchó la puerta abrirse y su corazón dejó de latir por un instante. Darío se quedó de pie mirando a su esposa; atónito, el rojo hacía resaltar lo pálido de su piel. Cada parte de su cuerpo parecía una obra de arte, con solo verla hasta el hombre más indiferente caería rendido a sus pies. El maletín cayó de sus manos, observó cómo ella se acercó lentamente, tragó grueso, se había quedado sin palabras. Sus labios rojos eran una completa tentación, eran apetecibl
Patricia estaba en la oficina de Darío, se arregló el vestido, llevaba una hermosa lencería en color negro que había comprado especialmente para hacer caer a su exnovio. Su blusa era escotada, dejaba ver algo de piel y el precioso encaje. Si Pablo volvía a la miseria, no le servía como marido, podía amarlo, pero el dinero era lo principal, de amor no se vive. Pensaba que era una estupidez pensar que un hombre sin riqueza podía hacerte feliz, solo era fantasía que le vendían a las mujeres. Nadie es feliz con deudas y viviendo con muy poco o casi nada. Escuchó la puerta al abrirse, se sentó sobre el escritorio. Observó a Félix ingresar al lugar, el hombre la miró y negó con la cabeza. —Será mejor que te vistas y te largues de aquí en este momento.—Estoy esperando a Darío, así que lárgate. Estaba decidida a hacer que Darío cayera en sus manos nuevamente. —¿Qué pretendes? —la voz de Darío llamó su atención —mi esposa me atendió muy bien anoche, no tienes idea de todo lo que hicim
—Cualquiera pensaría que no se trata de una extraña, pero que se puede esperar de personas como ustedes.Erick se estaba impacientando con la visita de Darío, no quería que su ahora jefe malinterpretara las cosas.—Será mejor que se marche, no quiero problemas.—Solo vine a darle una advertencia: si continúas ayudando a Pablo, te convertirás en mi enemigo. Así es como funcionará esto, no creo que quieras estar del lado equivocado.Erick miró a Darío fijamente, soltó un suspiro pesado; hasta cierto punto estaba molesto con su sobrina.Ella era la culpable de todo lo que sucedía, no pensaba ponerse de su lado, ni por un segundo.—Yo ya elegí, que te hace creer que Pablo jugará limpio, no te equivoques, vienes aquí, pareces muy confiado en este momento.—No estoy confiado, simplemente te estoy diciendo lo que sucederá. Lo hago por respeto a mi esposa, a pesar de todo, ama a su familia, pero yo no pienso perdonar a todo aquel que le hace daño. Si vas a esa cita mañana, serás mi enemigo pa
—¿Eres feliz ahora, amor? —le preguntó Darío a su esposa.Quien estaba en el balcón mirando a la nada.—Tengo mucho que agradecerte, ¿cómo lo hiciste? Estaba muriendo de nervios. —Haría cualquier cosa, con tal de verte feliz, moví mis influencias, lamento no habértelo dicho, pensé que te negarías. Como dice Gabriela, tienes un buen corazón y en algunas ocasiones no es bueno. Las personas son tan malas a veces. Sofía colocó su cabeza en el pecho de su esposo y se quedó así por un tiempo.—Lo sé, pero por mi hija soy capaz de cualquier cosa. Él no la ama, simplemente la quería utilizar en mi contra. Ella no es un objeto, es mi bebé y yo la amo y pienso protegerla de cualquier amenaza, incluso si eso significa alejarla de su propio padre por su bien.Darío no dijo nada más, se quedó en silencio acompañando a su esposa; en algunas ocasiones las palabras no eran necesarias. Sofía se repetía a sí misma que no debía de tener ningún remordimiento de conciencia; estaba salvando a su hija de
Darío iba en el auto con su esposa, la veía mucho más tranquila, había pasado dos días desde que le habían dado el resultado de la prueba de paternidad. Todo había vuelto a la calma. Patricia se estaba recuperando a la perfección. Tener algo de tranquilidad por unos días había sido bueno.—¿Cuál es el propósito de dicha reunión? —Bueno, es más como una fiesta para los hombres adinerados de la ciudad, ayuda a que se sierren tratos, convives un poco y puede que consigas socios nuevos. Sofía no sabía mucho, ya que nunca asistía a esos eventos. Su exesposo siempre iba solo. El auto se detuvo a las afueras de un lujoso hotel. Ambos bajaron, llamando la atención de la prensa.A Sofía le llovieron miles de preguntas, la mujer simplemente guardó silencio y sonrió. Decían que el silencio es la mejor arma en algunas ocasiones. La mayoría tenía curiosidad por la hija de la mujer, la futura heredera Clark. Pablo estaba dentro del hotel cuando escuchó el alboroto en el exterior, tenía algo
Pablo se acercó a Erick. El hombre parecía estar perdido en sus pensamientos. —Me gustaría matarla en este momento, pero estoy tratando de controlarme —hablo mirando a Sofía —es tan presumida e insoportable. Erick no se levantó sin responder absolutamente nada y se alejó, perdiéndose entre la multitud. Pablo se molestó, desde unos días atrás, el imbécil de su abogado se comportaba de manera extraña. No confiaba en él, podía apuñalarlo por la espalda en cualquier momento, trabajaba para él por necesidad, no porque le gustara. Erick se acercó a Sofía lentamente, ella estaba tomando algunos aperitivos, tomó un plato e hizo lo mismo. —Sofía, necesito hablar contigo, disimula, no me mires, continúa con lo que estás haciendo, no quieres llamar su atención. Sofía respiró profundamente mientras tomaba algunas boquitas. Las palabras del hombre la tomaron por sorpresa. —¿Qué es lo que quieres? —Cuida a Gabriela, ella va a necesitarte. No dejes a mi familia desprotegida, te lo pido com
—¡Esto es una mierda! —replicó Pablo, molesto —¿Acaso estás intentando darme la espalda, eso es lo que está pasando? Estás intentando probar mi paciencia. Erick mantenía un rostro serio, mientras movía el líquido dentro de su vaso.Tenía que pensar en un plan, debía de hacerlo rápido, sentía el peligro respirándole en el rostro. Conocía a Pablo, estaba en desventaja numérica; escapar sería realmente imposible. Miró de reojo a los matones en la habitación. Respiró profundamente, debía de calmarse. Al ver a su sobrina ese día, se dio cuenta de lo tonto que fue al apoyar a Pablo; estaba cegado por el odio, la amargura y el resentimiento. Al verla al borde del colapso, con la mirada perdida, al saber que podía perder a su hija, lo hizo reflexionar. ¿Qué era lo que estaba haciendo? Si su hermano estuviera en vida, jamás le daría la espalda a su familia si ellos estuvieran en problemas. Pero él fue tan egoísta y una mala persona, que solo pensó en sí mismo, pero estaba por darle un g
Gabriela estaba almorzando, hacer cosas tan simples en su estado era realmente complicado, su brazo derecho estaba incapacitado. Soltó un suspiro de frustración, escuchó una risita divertida, levantó la cabeza y observó a Andrew. —Se nota que te está costando adaptarte, no es así.—Es horrible. —Tranquila, yo te ayudo. La joven negó con la cabeza, pero Andrew no le prestó atención y tomó la cuchara para alimentarla. Se sentía pena, iba a ser alimentado como un bebé. —Esto es vergonzoso. Andrew sonrió de una manera tan dulce que hizo que el corazón de Gabriela empezara a latir con más fuerza. ¿Cómo podía verse tan lindo haciendo algo tan común? —Abre la boca. —Puedes callarte y solo ayudarme. —Lo lamento, pero te ves tan linda. Gabriela negó con la cabeza, ella no quería parecerle linda, quería gustarle. —Tengo un brazo roto, eso te parece lindo. —No, tu rostro —respondió con total tranquilidad. El rostro de Gabriela se volvió rojo como un tomate, y se levantó de su asie