Sofía ingresó al restaurante, observó a su tía ocupando una de las mesas; había llegado unos minutos tarde.Se acercó y tomó asiento, la mujer la miró de pies a cabeza con desprecio.—Piensas que puedes amenazar a mi familia, y hacer lo que te da la gana, simplemente porque estás casada con el imbécil de Darío. —Tranquila, tía, al parecer estás muy molesta y la que debiera de estar enojada soy yo —respondió con tranquilidad —¿Ahora dime qué es lo que pretendes con esta cita?La mujer le mostró una sonrisa y le mostró una fotografía: era de Gabriela almorzando en un restaurante.—¿Qué hay con esa fotografía?—Tienes personas que te importan mucho, no es verdad, puede sucederle algo si continúas fastidiando a mi familia y estoy hablando en serio.Sofía miró a la mujer con preocupación, como podía amenazar con hacerle daño a Gabriela.—También es tu sobrina, como puedes hablar de esa manera, no tienes corazón.—Mira, no me importa lo que tenga que hacer, Sofía, pero quiero que las cosas
El corazón de Sofía latía con fuerza, estaba realmente preocupada, le ordenó al chófer llevarla al hospital. Las cosas se estaban saliendo de control, primero su esposo, ahora su prima.Todo le resultaba realmente complicado, no quería que nadie más terminara herido.El auto se detuvo, se bajó e ingresó al lugar prácticamente corriendo, preguntó por su prima en recepción.La joven le pidió llenar unos documentos, ya que nadie lo había hecho. Anotó los datos de Gabriela.—¿Señorita, quién se hará cargo de los gastos de la paciente?Sofía no podía creer que nadie se hubiera hecho cargo del pago, firmó los documentos, iba a hacerse cargo de todo.La mujer le indicó que debía de esperar en la sala, avanzó por el pasillo, se detuvo abruptamente al observar a su tía, su querida prima y el padre de Gaby en el sitio.El hombre la miró como si quisiera matarla, pero no era su culpa, ella solo quería recuperar lo que le pertenecía.—No pensé que fueras a venir —le reprochó el hombre —. Gracias
Sofía ingresó a la habitación de su prima, tenía el brazo enyesado, algunos golpes, pero al menos estaba bien. Se acercó y la abrazó con fuerza, sentía que todo lo que sucedía era su culpa.—Lo siento, esto es mi culpa, primero Darío, ahora tú, ¿cómo te sientes? Ella la mira y seca sus lágrimas con sus manos, niega con cabeza.—Estoy bien, me duele un poco el cuerpo nada más, sé que no fue un accidente Sofía, pero no es tu culpa, no eres una mala persona, sé que si estuvieras en mi lugar, me apoyarías y eso es lo que estoy haciendo, seré más cuidadosa, pero no voy a permitir que algo como esto te desanime, debes de recuperar lo que es nuestro, no te desvíes del camino.Sofía recostó su cabeza en las piernas de su prima, ella acarició su cabello con cariño.—Tus padres, Patricia y su madre, están afuera, puedes negarte a recibirlos.—No quiero verlos, ninguno de ellos se preocupó por mí cuando Pablo pensaba asesinarme, no entiendo qué hacen aquí.Después de unos minutos, Sofía abando
Darío estaba en la habitación de su hermana, Félix estaba a su lado, con una carpeta en sus manos. —¿Qué fue lo que averiguaste?—Lo que sospeche, el mensaje en el celular del hombre pertenece a la madre de Patricia. Esa mujer es de cuidado, al parecer es igual o peor que su hija, un demonio vestido de mujer. —Ya veo, entonces ella también está metida en todo esto, le haré una visita. Félix miró a su jefe como si se tratara de una broma; ir a visitar a esa mujer no era una buena idea. —Te volviste loco. —No, simplemente he sido demasiado bueno y paciente con todos ellos, no pienso seguir siéndolo. Félix entendió el punto de vista de su jefe: la empresa Clark estaba teniendo pérdidas de dinero considerables, pero no era tan grave. Mientras tanto, en la otra habitación. Gabriela se levantó de la cama, el guardaespaldas había ido por un café, la darían de alta por la tarde. Ansiaba volver a la mansión, el hospital no era un lugar muy bonito y eso que solo había estado un día en
—Lárguense de aquí o yo mismo llamaré a la policía.—Tranquilo, no tiene que ser tan grosero, ya nos íbamos —le respondió la madre de Patricia —solo pasamos a saludar, llévale mi recado a Sofía, cariño —habló la mujer descaradamente.Darío sintió una rabia incontrolable, no iba a permitir que esas mujeres intimidaran a su esposa de nuevo, había sido suficiente.—Si intenta algo más en contra de mi mujer, lo van a lamentar y eso va para ustedes dos. He sido muy paciente, pero ya estoy harto. Malditas víboras, no les recomiendo hacerme enojar.La mujer se ocultó detrás de su hija al escuchar las palabras de Darío. Nunca lo había visto tan molesto.—No voy a dejar esto pasar, espero aprendan la lección, para la próxima no saldrán ilesas.Darío tomó el brazo de Patricia con fuerza y la arrastró a la salida y la hizo sacada de la habitación, no le importó los gritos de la mujer.Las personas en los pasillos veían con curiosidad lo que sucedía.—Largo de aquí, siento repulsión de solo verla
—Tiene una invitación, señor, ahora es un hombre muy famoso entre los habitantes —le habló su asistenteMiró, por la ventanilla, sin ánimo de responder; odiaba ser el centro de atención.Se movía mejor en las sombras. —No me interesa.—Mire, es una reunión donde asistirán los hombres más ricos de la ciudad, normalmente lo hacen para conseguir nuevos socios, puede ir y dañarle la noche a Pablo.Darío miró a su asistente, y una sonrisa se dibujó en sus labios.Después de todo, no parecía tan malo ir a ese evento, podría llevar a su flamante esposa, para que todos vieran lo hermosa que era.—Por su rostro me doy cuenta de que es un sí, confirmaré de último minuto, ya sabe, la sorpresa.Darío continuó mirando por la ventanilla, había tenido una plática con Gabriela, se había preocupado al ver cómo esas mujeres la trataban.Era la prima y mejor amiga de su esposa, debía de cuidarla. Si algo le sucedía, su mujer iba a estar muy triste y no quería que eso sucediera.Su coche se detuvo a las
Sofía se colocó una lencería hermosa, se paseaba de un lado al otro en la habitación de su marido. No tenía nada de malo, ella era la esposa, era lo más normal del mundo. Eso lo hacían las parejas, pero no podía negar que tenía miedo, miedo a que todo se derrumbara y ella se quedara sola e ilusionada. Estaba tan nerviosa, se bebió otra copa de vino, necesitaba estar algo ebria para tener el valor de hacer lo que había planeado. En algunas ocasiones el alcohol era un buen aliado, te daba el valor que necesitabas. Escuchó la puerta abrirse y su corazón dejó de latir por un instante. Darío se quedó de pie mirando a su esposa; atónito, el rojo hacía resaltar lo pálido de su piel. Cada parte de su cuerpo parecía una obra de arte, con solo verla hasta el hombre más indiferente caería rendido a sus pies. El maletín cayó de sus manos, observó cómo ella se acercó lentamente, tragó grueso, se había quedado sin palabras. Sus labios rojos eran una completa tentación, eran apetecibl
Patricia estaba en la oficina de Darío, se arregló el vestido, llevaba una hermosa lencería en color negro que había comprado especialmente para hacer caer a su exnovio. Su blusa era escotada, dejaba ver algo de piel y el precioso encaje. Si Pablo volvía a la miseria, no le servía como marido, podía amarlo, pero el dinero era lo principal, de amor no se vive. Pensaba que era una estupidez pensar que un hombre sin riqueza podía hacerte feliz, solo era fantasía que le vendían a las mujeres. Nadie es feliz con deudas y viviendo con muy poco o casi nada. Escuchó la puerta al abrirse, se sentó sobre el escritorio. Observó a Félix ingresar al lugar, el hombre la miró y negó con la cabeza. —Será mejor que te vistas y te largues de aquí en este momento.—Estoy esperando a Darío, así que lárgate. Estaba decidida a hacer que Darío cayera en sus manos nuevamente. —¿Qué pretendes? —la voz de Darío llamó su atención —mi esposa me atendió muy bien anoche, no tienes idea de todo lo que hicim