Capítulo 59SantiagoLlegamos al hospital lo más pronto que se pudo, mi chofer abrió la puerta y bajé en mis brazos a Helena en el pasillo de entrada, unas enfermeras con una camilla nos asistieron.Las dos enfermeras se percataron de la emergencia tan grave que tenía mi esposa y que precisaba ayuda urgente e inmediata, solo bastó ver sus caras angustiadas al ver a Helena cubierta de sangre completamente.–Buenas noches, señor, coloqué aquí a la señora, por favor. La tenemos que trasladar a urgencias.–Buenas noches, señoritas. Por favor, déjenme ir con ella, es mi esposa y viene muy mal y no quisiera dejarla sola en el estado en el que se encuentra.Supliqué y acomodé lo mejor que pude con la ayuda de ambas enfermeras a mi esposa en la camilla. Helena, seguía inconsciente.–Lo sentimos, no puede pasar, espere por favor en sala de espera y en lo que se le da atención médica a su esposa, vaya dando sus datos en recepción.–Tienen que escucharme las dos, ella está embarazada y no sé des
Capítulo 60SantiagoSalí del hospital con la pena en la mano a buscar a mi chofer para pedirle un gran favor de vida para mi esposa, no tuve ni que hacerlo. Gloria seguramente avisó a Ximena y venía llegando con su esposo y con su hija a preguntar por Helena.–Santiago, sé lo que está pasando, Gloria me avisó y he venido lo más pronto posible.–Ximena, te lo agradezco mucho. Helena está muy grave y necesitamos donadores de sangre.–Yo me ofrezco con mucho gusto, Ximena no puede donar, pero yo sí.El esposo de Ximena se ofreció a darle sangre a Helena, lo acompañé a que una enfermera lo llevara con mi hermana Clara y varios de mis primos y tíos acudieron a apoyarnos a mis hermanas y a mí, cuidando a mi madre y haciéndose las pruebas para donarle sangre a Helena.–Se perderá mucho tiempo Ximena, en lo que realizan las pruebas y después para ponerle sangre a Helena y ella no va a resistir.–Santiago a Helena ya la deben estar transfundiendo, aquí tienen banco de sangre y los donadores s
Capítulo 61HelenaHabía ruidos distorsionados que estaba oyendo como sonidos de máquinas pitando o encendiéndose y apagándose cada cierto lapso de tiempo, abrí mis ojos y vi un techo blanco y muchas luces blancas también. Así me percaté que no estaba en mi casa.–Hola, mi amor.La cara muy distorsionada de un hombre se apareció a simple vista, fue hasta que parpadeé varias veces que su imagen se fue aclarando y reconocí a Santiago. Lo veía abotagado y no parecía mi marido, aunque yo sabía que tenía que ser él.–Santiago, ¿a dónde me has traído? No estábamos en mi casa y tampoco estábamos en la suya, mi oído se fue aclarando y pude lograr oír los sonidos más nítidos. Antes que Santiago pudiera responder a mi pregunta, supe la respuesta, estábamos en un hospital.–Estamos en el hospital, mi amor, no te puedes preocupar, yo te estoy cuidando y llevas una semana demasiado delicada. Hace una semana que no estabas consiente mi amor.–Mi amor, ¿cómo pasó eso? Siento como si fuera despertan
Capítulo 62HelenaNo quería saber de Santiago en mucho tiempo, sin querer mi llanto se presentó sin buscar que saliera. No era momento de llorar, era momento de sentirme furiosa con Santiago y solamente de eso.–No tienes que llorar Helena, tu hermana y yo estamos aquí para apoyarte.Mi mamá entró a la habitación y el patrón se repetía con ella siempre que tenía un problema, llegaba a reprenderme en lugar de ser empática conmigo.–Hola, mamá, que bueno que han podido venir ahora que es cuando más las necesito. –Siempre y cuando no me vayas a correr como lo has hecho con el santo de tu marido, ese hombre ha pasado un calvario cuidándote y descuidando a mi nieta para que lo hayas corrido así.Mi mamá, como era su costumbre, se ponía siempre del lado de cualquier otra persona, mientras que no fuera del mío. Ella nunca se haría de mi lado.–Mamá, que bueno que pienses que Santiago es un santo, tú no sabes lo que pasó hasta ahora y me alegro, no haberte dicho nada o me habrías juzgado.M
Capítulo 63SantiagoHelena pasó algunos días más, muy delicada todavía en el hospital. Me dolía que en todos los días que permaneció ingresada, no quiso verme ni saber de mí para nada y por ello me tuve que concentrar en la única mujer que me amaba mucho y que sí me quería a su lado, mi niña Julieta. –Papi, has venido todos los días por mí al kínder.Mi pequeña me abrazó con mucho amor, yo la cargué y la llené de besos.–Sí, mi amor, así va a ser de ahora en adelante. Voy a venir a recogerte todos los días.–Gracias papito, te quiero mucho.–Yo a ti también mi amor. Vamos a casa, para que comamos juntos y hagamos tu tarea.–Sí, papi.Mi pequeña y yo nos dirigimos a casa, comimos juntos y yo le ayudé a hacer la tarea como todos los días, después llegó mi primo Iván de la empresa y nos pusimos a jugar los tres.–Tío Iván, que bueno que llegaste. Vamos a jugar un rato más contigo.–Sí, mi hermosa sobrina.Iván y mi hermosa Julieta se entendían a la perfección y eso me agradaba, ellos j
Capítulo 64HelenaSeguí asistiendo a pláticas con la tanatóloga después de dejar el hospital, ella me estaba ayudando a tener resignación de la perdida de mi bebé, pero en algo ella no me podía ayudar, en que yo pudiera sentir las ganas o el ánimo de ver a Santiago, pensaba en ocasiones que nunca debí perdonarlo ni reconciliarme con él.–Cuñada, quiero que te pongas hermosa y que vayamos a dar una vuelta a la playa. Ya ha pasado tiempo desde que saliste del hospital y ya no corres peligro.Lo que Clara me estaba diciendo era verdad, yo ya no tenía problema en hacer mi vida normal, ya estaba recuperada de la cirugía y de la descompensación que tuve, podría ir a la tienda a trabajar como siempre, pero no quería hacer eso.–No, cuñada, te agradezco que desde que Santiago y Julieta volvieron a su casa, tú estés aquí conmigo viviendo y ayudándome, pero no saldré a ningún lado contigo y te pido que me entiendas.No era tan fácil como la gente pensaba, yo era la que se había muerto por dent
Capítulo 65SantiagoEra el día de la salida del kínder de mi hermosa hija, yo estaba orgulloso de ella por esta etapa que estaba terminando de su vida y porque cada día que pasaba, mi hija estaba más grande y más hermosa. Mi hermana Elsa, la peinó muy bonito para ir a recibir su certificado del kínder.–Qué sobrina tan bella tengo, te ves hermosa Julieta.No es porque fuera mi hija, pero Julieta, cada día se iba poniendo más bonita, y también se lo atribuía a su personalidad, porque era una niña que se hacía querer.–Gracias, tía Elsa, por peinarme te quiero mucho.–Yo también te quiero a ti, y te tengo muchos regalos en casa de tu abuela Esther.Mi hija estaba muy contenta por fuera, pero por dentro algo estaba opacando su felicidad y ese algo era que teníamos ya 5 meses, ella y yo, sin saber nada de Helena, nos había abandonado a nuestra suerte.–Gracias Elsa, por venir a peinar a Julieta, va a ser la niña mejor peinada de la graduación.Yo trataba por todos los medios de que mi hi
Capítulo 66SantiagoSí, Helena estaba decidida a no regresar con mi hija y conmigo, yo no la iba a estar esperando. Planee llevarme a mi hija a un viaje que a todos los niños les gustaría ir, planee llevármela a Disney y tenía que ver a Helena antes que se fuera al lugar que fuera a irse para que me firmara el permiso, era todo lo que faltaba ya habíamos sacado juntos el pasaporte y la visa de Julieta.–Hola Helena, me da gusto que ya estés de regreso en tu tienda.–Hola Santiago, lo que vengas a decir hazlo. No tengo ganas de verte.Habíamos retrocedido al lugar en el que empezó todo entre ella y yo, en ser dos personas que no se aguantaban la una a la otra. Excepto que ahora la del problema es ella y no yo. Yo estaba bien y no quería problemas con ella ni con nadie.–Helena, no vengo para discutir contigo y no quiero que sigas en esa actitud. Vine por el permiso de Julieta, necesito tu firma y para preguntarte de nuevo si no te interesa ir con nosotros a Disney.–Santiago, dame el