—Mi Mari ¿Estás bien? —Mientras Diana la veía detenidamente.
—Claro que estoy bien princesa, si te tengo a ti claro que estaré bien siempre—Dándole una sonrisa que no llegaba a sus ojos, nada estaba bien y salir de ese departamento la desquebrajo más si eso era aún posible, recordar todo lo que sufrió a manos de Mateo.
—Es que tus ojos se ven chiquitos, chiquitos, así como chinitos ¿Estas enferma?
—Es que soy alérgica a unas hormigas gigantes y me pico una, vez aquí mira en mi cuello hay una pequeña hinchazón eso es gracias a ellas—Mostrándole lo que debía atribuirle a la dichosa alergia.
—Que feo esta, pero ¿Se va a quedar así? — Intentando tocar en ese lugar, pero ponía cara de horror y no se atrevía.
—Claro que no, ya tomé algo para se vaya rápido, voy a estar bien tu tranquila.
Para Sofía era inevitable no darse cuenta lo que af
Ella quería llorar de la emoción, quería saltar con la pequeña en brazos, jamás pensó que algo como eso sucedería o nunca busco que eso sucediera. —Nada me haría más feliz en esta tierra que de verdad ser tu mamá, pero tú puedes decirme como quieras pequeña nada va a cambiar lo mucho que te quiero, porque para mí es como si hubieras salido de aquí—Y señalo su corazón y abrazo fuerte a Diana, que quería llorar, pero ella misma se había propuesto ser una niña valiente y lo estaba logrando. Luego de un rato de conversar Diana estaba muy emocionada por su dichosa noche de chicas, quería maquillarse, quería ponerse verdura en los ojos como decía ella. —Hoy es nuestra noche de chicas ¿Así se dice vedad mi Mari? —Sonriendo como solo ella sabe hacerlo. —En efecto, hoy es nuestra noche de chicas mi cielo. — William solamente las observaba, le había tomado por sorpresa lo que Diana quería, pero con esa
Cuando Mariam despertó a los ruidos que hacia Diana para que despertara, lo hizo, pero con un fuerte dolor martillando dentro de su cabeza. —¡Es hoy, es hoy! — Saltando sobre la cama presa de tanta felicidad que no le cabía en el pecho— Hoy por fin vas a ser mi mami, te voy a contar un secreto—Mariam, aunque con el dolor de cabeza asintió como diciendo dime cuál es. —Dime pequeña ¿Cuáles es ese secreto? —Siempre supe que un día serías mi mami— Con una sonrisa adornando su bello rostro. Era verdad, desde que la vio lo supo, desde que su papá se la presento lo sabía, algo en su corazón le gritaba es ella. —Es en serio cariño. — Eran sentimientos contradictorios, por un lado, sentía alegría porque ella la haya elegido, pero por otro lado saber que había llegado a ese lugar para terminar dañando su mundo le dolía, tal vez en otra vida todo hubiera sido diferente.
Luego de explicarle de alguna manera que su futuro esposa desconocía su pasado porque quería empezar de cero, la maestra entendió no sin antes preguntarle y mirarla a los ojos.—¿Lo amas?— Fue su única pregunta, quería oírla y saber que era verdad, sabía que Mariam no merecía sufrir y quería su felicidad.—Como nunca antes lo he hecho. —Ella solo la abrazo feliz porque sabía que no había otra personas en este mundo que mereciera más ser feliz que su querida Mariam.Sofía la aparto del mundo y la mando a cambiarse que ya la estaba esperando el equipo de maquillaje y peinado, mientras que la pequeña era vestida, llego Tatiana y Manuel que con una mirada decían que en vez de ir a un matrimonio irían a juicio y ellos como testigos, era notorio que no se sen
Qué clase de brindis darías, si la unión ha sido por cualquier cosa menos por amor, más bien todo lo contario por venganza, por rencor, una unión llena de sentimientos mal sanos, de sonrisas falsas, de promesas vacías y sin sentido, pero si tienen a una niña inocente involucrada en todo esto, que tienes que hacer fingir como si fuera el mejor día de tu vida todo por no lastimar a ese ser que tanto amas de verdad, por el cual vives, respiras y reaccionas ante la vida, tienes que hacer que su mundo siga siendo perfecto aunque por dentro te han destrozado hasta el alma. —Bueno si me permiten creo que es propicio un pequeño brindis por los flamantes esposos—Alzando su copa de champaña— Me ha tocado verte suspirar más de una vez y sonreír cuando un elogio has conseguido por el gran talento que posees que a decir verdad envidio, pero a la vez me alegra que a pesar de todo seas la misma chica humilde que conocí tiempo atrás, he aprendido a conocerte con el pasar del
Todos alzaron sus copas dispuestos a chocar sus copas sin importar que se tratase de un matrimonio ficticio de un mero formalismo, cuando de pronto Diana le dijo algo al oído de Mariam, quien luego pido a William si ella podía decir unas palabras.—Si mi princesa quiere hablar que lo haga, al final todo esto es por ella, recuérdalo princesa todo es porque tú estés feliz y contenta—Tomando de golpe el trago que tenía en la mano, sintiendo que su mundo se puso de cabeza desde que puso ese anuncio nunca pensó amar y odiar a la misma mujer y al mismo tiempo. Y siguió tomando de su copa, con la mirada fría como en toda la boda.—¿Puedo hablar verdad? —Muy curiosa porque aunque estaba nerviosa quería hacerlo, desde que supo de la boda se imaginaba hablando delante de todos para demostrar lo feliz que estaba, 
Habían pasado dos meses desde la boda, meses que habían sido una tortura para la obre Mariam, casi todas las noches lo había visto llegar ebrio tan ebrio al punto de casi caerse, noches en que el olor de mujeres estaban imperadas en su ropa, marcas de labiales en su cuello y mejilla, le dolía pensar que su matrimonio sería así, ella todas las noches suspiraba por la tortura de dormir al lado del hombre que amaba y que la odiaba, debían dormir en la misma cama, guardar las apariencias, Diana podía llegar en cualquier momento y querían evitar las preguntas.—No creas que es lo que más quiero, pero Diana puede aparecer en cualquier momento y no quiero que nos llene de preguntas.—Que sea lo que tú digas William, siempre es así.El matrimonio era más difícil de lo que Marian pensó, no era f&aacut
—No entiendo que haces aquí o quien te dijo que podías entrar sin tocar la puerta, no te sientas especial solo porque llevas mi apellido, no eras más importante en esta empresa que el que reparte la papelería.Mariam trataba de calmarse y no echarse a llorar, no quería demostrar cuanto la dolía ver a su esposa, al hombre que amaba casi comiéndose a besos a una mujer que no fuera ella, pero era casi imposible no ver lo que vio, su rostro desencajado casi pálido y como sujetaba fuertemente la canasta donde traía el almuerzo era su fuente de apoyo, su pretexto perfecto, tanto que quería que las cosas entre ambos mejoren, pero él le sigue demostrando cuando poco le importe lo que ella quería o pensaba.—Deberías cambiar esa cara, ni que fuera para tanto— Tratando de tomarle importancia al rostro lleno de dolor que ella dejab
—Tal vez te parezca raro que tu psicólogo te sugiera algo como esto y no lo tomes al mal al contario. Empieza por algo pequeña, tal vez un salón de belleza o estética.—Doctor, pero ¿No le parece algo muy frívolo? —Tratando de entender el punto de vista de su médico de hace casi seis meses.—¿por qué tú lo vez frívolo, cuéntame? —Y anotaba algunas cosas en su libreta.—Es que son cosas que se van a acabar en poco tiempo, son cosas superficiales sin sentido para mí.—Puede que para muchas personas sea algo superficial como dices, pero como lo sabrías si no lo has intentado, todo en esta vida se debería probar una vez para poder decir es esto o el otro.Mariam pensaba que era una pérdida de tiempo lo que propon&iacut