Todos alzaron sus copas dispuestos a chocar sus copas sin importar que se tratase de un matrimonio ficticio de un mero formalismo, cuando de pronto Diana le dijo algo al oído de Mariam, quien luego pido a William si ella podía decir unas palabras.
—Si mi princesa quiere hablar que lo haga, al final todo esto es por ella, recuérdalo princesa todo es porque tú estés feliz y contenta—Tomando de golpe el trago que tenía en la mano, sintiendo que su mundo se puso de cabeza desde que puso ese anuncio nunca pensó amar y odiar a la misma mujer y al mismo tiempo. Y siguió tomando de su copa, con la mirada fría como en toda la boda.
—¿Puedo hablar verdad? —Muy curiosa porque aunque estaba nerviosa quería hacerlo, desde que supo de la boda se imaginaba hablando delante de todos para demostrar lo feliz que estaba,
 
Habían pasado dos meses desde la boda, meses que habían sido una tortura para la obre Mariam, casi todas las noches lo había visto llegar ebrio tan ebrio al punto de casi caerse, noches en que el olor de mujeres estaban imperadas en su ropa, marcas de labiales en su cuello y mejilla, le dolía pensar que su matrimonio sería así, ella todas las noches suspiraba por la tortura de dormir al lado del hombre que amaba y que la odiaba, debían dormir en la misma cama, guardar las apariencias, Diana podía llegar en cualquier momento y querían evitar las preguntas.—No creas que es lo que más quiero, pero Diana puede aparecer en cualquier momento y no quiero que nos llene de preguntas.—Que sea lo que tú digas William, siempre es así.El matrimonio era más difícil de lo que Marian pensó, no era f&aacut
—No entiendo que haces aquí o quien te dijo que podías entrar sin tocar la puerta, no te sientas especial solo porque llevas mi apellido, no eras más importante en esta empresa que el que reparte la papelería.Mariam trataba de calmarse y no echarse a llorar, no quería demostrar cuanto la dolía ver a su esposa, al hombre que amaba casi comiéndose a besos a una mujer que no fuera ella, pero era casi imposible no ver lo que vio, su rostro desencajado casi pálido y como sujetaba fuertemente la canasta donde traía el almuerzo era su fuente de apoyo, su pretexto perfecto, tanto que quería que las cosas entre ambos mejoren, pero él le sigue demostrando cuando poco le importe lo que ella quería o pensaba.—Deberías cambiar esa cara, ni que fuera para tanto— Tratando de tomarle importancia al rostro lleno de dolor que ella dejab
—Tal vez te parezca raro que tu psicólogo te sugiera algo como esto y no lo tomes al mal al contario. Empieza por algo pequeña, tal vez un salón de belleza o estética.—Doctor, pero ¿No le parece algo muy frívolo? —Tratando de entender el punto de vista de su médico de hace casi seis meses.—¿por qué tú lo vez frívolo, cuéntame? —Y anotaba algunas cosas en su libreta.—Es que son cosas que se van a acabar en poco tiempo, son cosas superficiales sin sentido para mí.—Puede que para muchas personas sea algo superficial como dices, pero como lo sabrías si no lo has intentado, todo en esta vida se debería probar una vez para poder decir es esto o el otro.Mariam pensaba que era una pérdida de tiempo lo que propon&iacut
—Papi, falta poco para mi cumpleaños ¿Sabías?Él estaba tomando una taza de café en un domingo y leyendo el periódico, el cual soltó para acariciar en la cabeza a su hija, por su inocencia a la hora de hacer su comentario.—Claro que lo se princesa, si ese día celebro nueve años de inmensa felicidad ese día fue el más importante de mí toda mi vida, dime princesa ¿Qué quieres para ese día? Hacemos lo de todos los años ¿Te parece?—Ya no papi, yo quiero bueno este que sea diferente—Algo tímida con su pregunta.—Dímelo hija, no tengas miedo de decirle a tu padre lo que quieres—Sentándola sobre una de sus piernas como cuando era una pequeñita que aún no sabía caminar.—E
ALGUNOS DÍAS DESPUÉS—Te entiendo preciosa, pero primero debemos preguntarle él es médico y sabe de esas cosas—Mientras estaba por tocar la puerta del consultorio de Esteban.—Ya mamá, yo me quedo aquí cruzando los dedos para que diga que si — De verdad lo estaba haciendo y cerrando los ojos como cuando vas a pedir un deseo a la hora de soplar la vela de su cumpleaños.Llego la hora, tal vez no debía hacerlo, pero cuando se trataba de Diana siempre había el valor para poder hacerla feliz.—Adelante ¡Oh Mariam! Que sorpresa me alegro mucho, pasa siéntate y dime en que puedo ayudarte.—Gracias Esteban y disculpa por interrumpir la mañana —Arreglando su cabello haciendo que Esteban se quedara prendado de lo hermosa que se ve&i
—Que cumpleañera para más hermosa, toma esto es para ti —Y le entrega un oso gigante y con moño rojo en medio.—Está muy bonito, gracias doctor Esteban además usted es el mejor doctor del mundo porque salvo a mi mami, vamos Susanita te voy a enseñar mi jardín tiene un montón de cosas bonitas también están mis amigos te los voy a presentar.Mariam estaba feliz de ver a su princesa tan contenta, mientras una chica vestida de Barbie las entretenía haciendo trucos y globos con forma de animales tan entretenida estaba que no se dio cuenta el momento en que William se puso a su lado.—Que mi esposa no me va a presentar a su AMIGO —Eso último lo dijo de una manera que era evidente que no le gustaba para nada esa visita. Mariam se puso algo nerviosa no por Esteban sino por el tono de William y la impres
A los minutos como no regresaba William, Manuel fue a buscarlo lo encontró en su despacho tomando un whisky y dando vueltas a punto de hacer añicos esa carísima alfombra persa.—No entiendo que haces aquí encerrado bebiendo a media tarde, teniendo el cumpleaños de la princesa ahí afuera, de verdad que no te entiendo—Tratando de hacerlo reaccionar.—Ella se atrevió a abofetearme cuando le exigí que sacara al DOCTORCITO de mi casa, se atrevió a defenderlo por encima de mí, ella cree que no me doy cuenta o que sigo siendo el mismo idiota de hace unos meses—Estaba de verdad molesto, no era por la bofetada, era por el hecho que ella haya defendido a Esteban, eran celos disfrazados de indignación.—¿De verdad es solo eso? No quieres ver más allá de tus narices, esa mujer ni hora le da al
—¡Estás loca para venir abofetearme! No sé qué tenías en la cabeza para atreverte a tanto, más bien creo que no estás pensando, en tu m*****a vida te atrevas a siquiera intentarlo nuevamente, so tu maldito esposo te guste o no te guste. Él no aguanto la rabia que emanaba de su ser, la tomo de los brazos zarandeándola de manera brusca, era como si quisiera hacerla pagar, sumando a que tuvo que tragarse el orgullo y permitir que el doctorcito con sonrisa estúpida como creía él, se quedara en fiesta solo por su hija, pero ahora que no había nadie en casa y que Diana descansaba no lo pensó dos veces y no iba a aguantar que ella quisiera tratarlo como un imbécil, mientras que ella temblaba, estaba asustada, nunca imagino que pudiera tratarla de esa manera. —Por favor William date cuenta, si no debí haberlo hecho, pero calma no me trates así, te lo suplico, no lo merezco, te juro que no lo merezco —Sentía pavor, su cuerpo temblaba de una maner