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5 UN DESCONOCIDO ATROZ

“UN DESCONOCIDO ATROZ”

Aquella propuesta la había denigrado más que si la hibieran golpeado con un gancho de izquierda de un campeón de los pesos pesados. Con las mejillas encendidas por la humillación que sentí, al ver que aquel hombre la miraba con un lascivo apetito sexual, sencillamente empujó a aquel energúmeno con todas sus fuerzas, todas las fuerzas que sacó del rechazo que sentía… que por supuesto no eran pocas.

—¡Prefiero vivir bajo un puente!— escupio con odio—. ¡Prefiero verme con mi padre enfermo y sin un techo sobre nuestras cabezas, que peromotir que un hombre use mi cuerpo a cambio de unas monedas! ¡No estoy en venta!¡Nunca lo estaré!— siseó ofendida dejando claro que nunca aceptaría una propuesta de aquel tipo, así que no perdiera su tiempo en volverlo a hacer.

—¡Entonces dejarán mi casa… o pagarán mi dinero mañana!— respondió aquel hombre mirándola con odio.— Te haces la digna, pero tú fun será mancillada… tú vida estará llena de dolor… y verás más vergas en tu vida que las que puedas llegar a contar.

Aquella idiota profecía le revolvió el estómago, pero no demostraría que la había afectado, así que solo levantó la barbilla lista para responder.

—¡Mañana le pagaremos!— respondió sabiendo que aquello era una mentira, aún no juntaban el dinero, y lo que le pagarían siquiera cubría la hospitalización de su padre.

Salió corriendo, y corrió hasta que se quedó sin aliento. No tenía dinero para tomar un taxi, ni siquiera para el autobús. Pero aún así, continuo corriendo. Tenía que llegar al hospital lo antes posible.

Se alejó de allí tan rapido como pudo, y casi un ahora después por fin logró llegar al hospital.

Al llegar pregunto en información por el paradero de su padre.

—Me puede informar en que sala está el señor Kerskin— solicito el la ventanilla de información, y un muchacho un poco aburrido texteo el apellido en un sistema de cómputo.

—¿Es usted familiar directo? — indagó aquel joven sin mirarla y ella rebuscó en su bolsa una identificación, aunque francamente no hubiera sido necesario por el poco casi que hacía aquel muchacho a su trabajo.

Pasó la identificación por la ventanilla y le respondió.

—¡Soy la hija del señor Kerskin!— informó y el muchacho sin mirarla al fin le respondió.

—Está en el tercer piso, en la sala de Cardiología.

Serem asintió con la cabeza y se encaminó a la escalera. Subió los escalones de dos en dos hasta alcanzar el nivel señalado.

Recorrió aquel corredor que estaba en total silencio, hasta que hayo la sala de cardiología.

Entró y rápidamente localizó la cama de su padre. Aún su madre y su hermana estaban allí, cuidándolo mientras dormía.

Serem saludó a su hermana, y luego a su madre quien le pidió que hiciera silencio entre señas, aunque Ella no hubiera emitido ni un solo sonido.

—Está muy débil, tiene que descansar— susurro su progenitora. —El médico dice que su corazón está muy débil, y que no debemos darle emociones fuertes. También advirtió que tiene que estar tranquilo, evitando los sobresaltos.

Serem pensó de inmediato en aquel casero y en la forma que le había advertido que los desalojaría al día siguiente.

Eso sin dudas, terminaría por matar a su padre, si es que llegaba a enterarse.

Su padre no despertó durante la hora de visitas, asi que ta era hora que las tres regresaran a su casa.

Serem le informó a su madre, lo que había sucedido, y su madr la miró con lágrimas en los ojos.

Sin dudas era una mujer fuerte, pero los problemas la estaban sobrepasando incluso a ella.

Tomaron un autobús, y caminaron unas cuadras restantes hasta llegar a la casa.

—Tendrás que encontrar otro trabajo— advirtió su madre. —Ya no podemos seguir así— anuncio como si la joven no hubiera hecho nada para ayudar a la familia a salir adelante.

Mantener a la familia, y sacarla de las deudas que habían acumulado durante ese tiempo está prácticamente una tarea titánica. Era insistí que todo el peso cayera solamente en los hombros de aquella muchacha tan joven, pero nadie parecía notarlo.

Casi cuando estaban por llegar a la casa, el hombre que había estado en la puerta de aquellas audiciones para modelos , y que casualmente frecuentaba el barrio de la familia Kesrkin abordó por la espalda a las tres mujeres; y saludó con un marcado exceso de confianza.

—¡Serem querida niña! Te hemos estado esperando para que firmes el contrato, y para pagarte el jugoso adelanto— Serem fue la primera en voltearse, y al ver de quien se trataba el mundo se abrió bajo sus piernas.

—¿De qué habla ese hombre Serem? — preguntó su madre, que parecía que la única parte que le había interesado de aquel saludo de ese hombre extraño, era la parte de jugoso adelanto.

Serem trato de discipular, pero le quedó muy difícil cuando aquel hombre no dejaba de hablar mencionando la gran oportunidad que ella no podía dejar escapar de entre sus manos.

—Fuiste escogida entre otras doscientas chicas para ser nuestra modelo exclusiva. Tu rostro estará por todo Estambul. Tienes un porte excelente y un rostro de ángel. — recalcó y su madre abrió las manos para abrazar a su hija.

— Gracias al cielo me escuchaste Serem, y decidiste sacarle provecho a esa belleza que Allah te dio. ¡Mi bella hija! Ahora si podremos pagar nuestras deudas, y darle a tu padre una mejor atención médica.

La señora palmeo la espalda de su hija y agradeció a aquel desconocido por hacerle avisado.

—¡Gracias buen hombre!. Por avisarnos. Seguro a mi hija no le habían avisado. O nuestras vecinas envidiosas se habían guardado la información.

Se despidieron y su madre abrió la puerta. Serem no hablaba blanca de la impresión.

Todo ocurrió demasiado rápido. Su madre le pegó tal bofetada que hizo que la cara se le volteara, y la tumbó al piso, al tomarla deprevenida.

—Niña egoista, tu padre se muere en un hospital, que no tenemos idea cómo vamos a pagar, y tú te das el gusto de rechazar un empleo.

—¡Ma-ma! Es que…

—¿Es que qué?— la interrumpió su madre a los gritos.

Serem solo guardo silencio, sabia que nada de lo que dijera haría que su madre la protegiera de aquello. Por desgracia, y por mal obra del destino, para aquella familia en ese preciso instante, era más importante el dinero que la honra de una de sus hijas.

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