“UN DINERO MALDITO” Serem no logró pegar un ojo esa noche. Su madre prácticamente tampoco se lo permitió. Porque por irónico que pareciera paso el resto de la noche colocándole bolsas de hielo en aquel moretón que ella misma le había hecho al golpearla. Pero ahora todo había cambiado, Serem, su Serem había conseguido un empleo en el que le pagarían por adelantado, y eso era justo lo que necesitaban para aguantar otro largo periodo y sacar la salud del enfermo señor Keskin . No importaba lo que se sacrificara en el proceso, la salud del señor Keskin estaba pendiendo de un hilo, y Serem solo era el medio para conseguir un fin. Esta vez a la chica no lloro en su cama durante la madrugada, sino que templaba del miedo y la impresión de volver a sentirse humillada, y ultrajada. Más no tenía escapatoria. Para asegurarse que Serem llegaría a la cita para firmar el contrato de aquel empleo, su madre iría con ella, y la arreglaría, maquillaría y peinaría como debía ser, para lograr impresio
“SEXTO SENTIDO”El día indicado por fin llegó, y lo que Serem pensaba que sería un mal recuerdo se había convertido en su realidad, aterrada y absolutamente arrepentida de haber asistido en primer lugar a aquella audición, y de que si madre se hubiera enterado de que le ofrecían un generoso adelanto para asegurarse de que el anzuelo de aquel contrato fuera más atractivo.Su madre la acompañó en un taxi a llegar, junto a otra doce chicas que como ella, también habían sido seleccionadas y estaban todas formando una pequeña aglomeración frente al local que fungía como agencia improvisada.—¿¡Todas tienen su pasaporte!?— preguntó uno de aquellos hombres y las chicas respondieron al unísono. Serem abrazó su pequeño bolso, allí tenía su identificación y su pasaporte.Una mini van apareció para llevarlas al areopuerto de la pequeña ciudad y Serem se despidió de su madre, que fue tan fría, como si en lugar de su hija marcharse, se estuviera quitando un peso de encima.—Recuerda que tu padre es
CAPÍTULO 8 "!SEREM A LAS TRES!" Serem Keskin podía ser una muchacha ingenua, ignorante, campesina pero nunca sería una mujer débil. Sé secó sus lágrimas incluso antes de que salieran con las mangas de su camisa, y miró como las bajaban de aquella camioneta como si fueran vacas. Cuando su turno llego bajó sin chistar, tendría que encontrar la manera de escapar de allí, pero obviamente no tenia una idea de cómo lo haría. —¡Abajo perras! —gritó uno de los hombres que jamás habían visto y las chicas se apuraron a riesgo de caer una sobre otras en el piso cubierto por una capa fina de hielo. El invierno había comenzado y la ciudad de Estambul era particularmente fría en esa época del año—¡El jefe las espera¡ Serem prefirió bajar tranquila y tratando de pasar desapercibida, si llamaba demasiado la atención se ensañarían con ella y nunca jamás podría escapar de aquel sitio. Que no se fijaran en ella era la diferencia entre vivir o morir, o al menos eso creía… porque se dejaría morir antes
“¿! QUIÉN DA MÁS!? Vestida como un payaso, bajo su propia percepción, Serem fue obligada a dejar aquel camerino en que la señora a cargo le había propinado uno que otro golpe en las costillas para lograr desnudarla, bañarla y vestirla con un atuendo con el que Serem nunca había soñado. No iba vestida como una puta, o como una vulgar prostituta. Llevaba un vestido plateado que era como salido de un cuento de princesa, y esa ironía del destino la hizo entristecerse aun más. Llevaba unas zapatillas que parecían de cristal. Jamás en su vida tendría algo así, y ahora que había llegado el peor momento de su vida la vestían como una diosa solo para subastarla como esclava para un excéntrico adinerado que la someterá de todos los modos posibles. La sacaron y con cuidado de ni arruinar su peinado le acomodaron una bolsa de tela negra en la cabeza. La montaron en un coche, y la llevaron al lugar en donde se llevaría a cabo la subasta. El trayecto fue demasiado largo. Al punto de que a Serem
“TRECIENTOS MIL EUROS”Serem escuchó como aquellos hombres de aquel asqueroso público se enloquecieron del todo cuando anunciaron el turno de subastar a la virgen. Se maldijo por no haber entregado esa m*****a virginidad a cualquier extraño de su pequeño pueblito antes de verse terminar envuelta en esa penosa situación de la que no parecía poder escapar de modo alguno. La puja por ella había comenzado y escuchaba aquellos hombres gritar sumas exorbitantes por tener algo tan fugaz como su himen.Perder la virginidad no era en si el problema, el verdadero dilema estaba en ser vendida como un animal por…—¡Cien mil euros! —gritó un hombre poniéndole los pelos de punta a Serem, alguien que estaba dispuesto a pagar tanto por ella no la dejaría marcharse después de obtener su virginidad, sino que le haría la vida un infierno hasta haber obtenido de ella la dosis de placer equivalente a cien mil euros.—¡Ciento veinte mil! —grito un árabe desde el otro lado de la sala y Serem rodo los ojos, n
"SACADAS DE LAS JAULAS" Aquella limosina blanca aparco en frente de Serem y el chofer bajó para ayudar al señor Pierro a subir y a las chicas. A Serem los pelos se le pusieron de punta cuando vio que era inminente su destino. Al menos entendía que era prudente alejarse de ese sitio en ese vehículo si planeaba tener alguna oportunidad de ser libre. Al menos ya recuperaba un poco las esperanzas, y aunque no estaba dispuesta de acostarse con un extraño tenia que reconocer que ninguna de aquellas chicas se veía especialmente triste o preocupada de codearse con aquel tal Pierro, quien había pagado una fortuna por ella. Ella fue la tercera a la que hicieron subir, y por primera vez cuando entro aquel hombre pareció notar su presencia. El señor Pierro era un magnate de la industria textil y de la moda, no tenía familia y parecía disfrutar la compañía de aquellas babys a las que llevaba a todas partes, como si fueran su sequito privado. Serem Keskin no deseaba ser el perrito faldero de nad
Serem espero en silencio que algo pasara. Que alguien entrara por aquella puerta, y prácticamente se agazapó esperando el momento de luchar, porque si tenía que abandonar allí su virtud… al menos lucharía con uñas y dientes.Las palabras de Margaret latían en su cabeza. No sabía que había querido decir con eso de negociar con Pierro , pero llegado el momento las verdaderas intenciones de aquel hombre serían develadas.Nadie podía gastar la descabellada cantidad de trescientos mil euros por una mujer… para dejarla marchar a los pocos días. Eso era rídiculo, e incluso una ingenua como ella lo sabía.Claro que quizás la llenaría de lujos, porque ese era su modo de vida, y aquello era nada para él. Ya más tarde que temprano cobraría lo que creía suyo.Con aquel tortuoso pensamiento en la mente, Serem comprendió que tenía que escapar.No podía ser tan dificil escapar de aquella jaula de oro, que le habían impuestoEsa era una nueva idea fija, que era lo único que sosegaba su disparado coraz
Serem llevaba dos dias durmiendo a la intemperie, estaba sucia hambrienta y deambulaba en busca de alguien que la pudiera ayudar. Estaba perdida, y se sentía desfallecer. Además estaba aterrada de que Pierro hubiese notado su ausencia y hubiera mandado a localizarla, por eso no se acercaba a las personas. Su miedo a ser descubierta y devuelta a esa jaula era mucho mayor que al write le tenía a morir de hambre. Camino entre los atestados mercados de las zonas más pobres de Estambul. Su estómago le rugía con fuerza y no tenía nada de valor que pudiera cambiar por comida. Allí tampoco parecía haber un alma lo suficientemente caritativa para compaserse de ella. Otra noche dormiría en la calle, expuesta a ser violada por cualquier indeseable. Se limpió las lágrimas de rostro aún antes de que le salieran. Aquellos o era un claro chantaje del destino. Había huido de la mansión lujosísa, y de su «dueño» para terminar siendo violada en contra su voluntad en un sucio lodazal. Su vida se hab