UNA VISITA INESPERADA

VERONICA

El moretón en mi mejilla era un recordatorio constante de lo que había sucedido.

Bruno se sentó a mi lado, su expresión seria y preocupada. Me tomó la mano, y yo sentí un escalofrío en mi espalda.

—¿Qué te pasó en la cara? —preguntó, su voz baja y firme.

Me encogí de hombros, intentando minimizar la situación.

—Nada, no pasó nada —respondí, mi voz débil y poco convincente.

Bruno me miró fijamente, su expresión escéptica.

—No me mientas, Verónica —dijo, su tono de voz subiendo ligeramente—. Eso no es un golpe cualquiera. ¿Qué te pasó?

Me removí incómoda en el sofá, intentando encontrar una excusa creíble. La oscuridad de la noche parecía cerrarse sobre mí, como si me presionara para que revelara la verdad.

—Me golpeé, nada más —dije, mi voz aún más débil.

—No te creo absolutamente nada —dijo, su voz baja y amenazante—. Me dices ya qué te pasó, porque no creo que eso haya sido un golpe cualquiera.

Me puse nerviosa, mi respiración acelerada. La oscuridad de la noche parecía envo
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