STEVEN Estoy esperando al señor Castello fuera del bar donde nos conocimos.Me llamó hace un rato para informarme de su inminente llegada.Estoy con Alan, pero es como si estuviera solo.Mil pensamientos se agolpan en mi mente, uno más siniestro que otro. Imagino escenarios inquietantes relacionados con mis dos amores e intento devolver la llamada a Olivia por décima vez y por décima vez no contesta.¿Qué te ha pasado?Le sugerí a Alan que llamáramos a los hospitales, a la policía, a cualquiera que pudiera ayudar, él me desaconsejó diciendo que es demasiado pronto para alertar a la policía, pero tengo un mal presentimiento, tengo un temblor que empieza dentro de mi cuerpo y se extiende hacia afuera a través de escalofríos que no tienen nada que ver con la temperatura.Un hombre se acerca cautelosamente, mirando a su alrededor desconcertado, me acerco.—Señor Castello...Me mira. El parecido con Olivia es sorprendente. Incluso tiene el cabello rizado y castaño.—Señor Parker...—Solo
STEVEN—Tomaré el próximo tren y me iré a casa —insiste Federico.—Por favor, acepte mi propuesta... por esta noche no quiero más problemas. He reservado para usted una habitación en el hotel donde me estoy hospedando, está muy cerca de aquí. Mientras descansa voy a recuperar a la loca de Olivia. —Veo que levanta una ceja al escuchar el adjetivo que he utilizado para describir a su hija.—Steven, mi hija es un poco... exagerada, debo admitir, pero loca... si yo fuera usted, evitaría usar este término que le toca tan de cerca —concluye indignado.¡Touché!—Tienes razón, perdóname. —Debo tener en cuenta que estoy hablando no solo con el abuelo de mi hijo, sino también con mi futuro suegro, porque claro, me voy a casar con la loca... pero primero tengo que encontrarla.Estoy muy preocupado, sobre todo después de las palabras de María sobre una supuesta enfermedad.Alan intenta averiguar dónde están, pero ninguna de las dos responde al teléfono.Me gustaría no recurrir al habitual truco b
STEVEN Atravesamos las puertas del hospital a las doce en punto.Estamos solos Olivia y yo, ya que nuestros amigos se han ido a trabajar, Alan por mi parte en la obra y María en su turno de tarde en el bar del pueblo.Esta mañana me siento más tranquilo, Olivia no ha vuelto a sentir molestias y, lo más importante, estamos juntos.Nos acercamos al mostrador de las enfermeras y nos anuncian al doctor Cardillo, que nos invita a reunirnos con él en su despacho.Avanzamos de la mano por los distintos carriles y oigo a Olivia especialmente intranquila.—Hey. —La tomo en mis brazos, bajando la cabeza para poder mirarla a los ojos—. Háblame nena, cuéntame lo que te preocupa —susurro.La veo tragar incómodamente.—Estoy... asustada Steve —las palabras luchan por salir de su boca y la ternura que siento por ella en este momento es conmovedora.Yo también trago saliva, sintiendo que una fuerte emoción me cierra la garganta, y busco dentro de mi corazón las palabras adecuadas para darle el valor
STEVEN Voy directamente a la recepción del hotel y consigo la llave electrónica de la suite.Pido al empleado de turno que informe a Federico Castello de que tiene que reunirse con nosotros allí y cojo a Olivia de la mano, guiándola hacia el ascensor.No habla y su mano está fría en la mía, me preocupa la sumisión que está mostrando en estos momentos y pienso por enésima vez que me estoy equivocando... en su estado no debería sentirse obligada a afrontar estas situaciones... espero no tener que arrepentirme de seguirle la corriente.—Olivia si crees que es demasiado para ti, volvamos —intento convencerla mientras subimos en el ascensor.—Deberías conocerme, soy más terca que una mula —responde, desafiándome con su mirada a que la contradiga.«Fuera la muela, fuera el dolor» decía mi abuela.Salimos del ascensor y la guío hacia la puerta que da acceso a una de las cuatro suites de la planta.Introduzco la llave en el chavetero y, al oír el clic del mecanismo de apertura, doy un gran r
STEVEN —Julia —mi voz es aguda y fría—. Quiero que hagas las maletas inmediatamente, te irás en el primer vuelo a Estados Unidos —ordeno lapidariamente. No tengo tiempo para otra más de sus patéticas tretas.Sonríe maliciosamente y sé que debe tener una carta bajo la manga.—Oh, pobre Steve... siento que te hayan dejado tirado en el momento, pero ya te advertí que nunca aceptaría que pasaran por encima de mí... y yo nunca hablo por hablar, pobre chica —dice haciendo unos estúpidos pucheros. —¡La pobre chica en este caso eres tú! —respondo con los dientes apretados mientras me acerco a ella, amenazante, Dios sabe cuánto me estoy conteniendo para poder comportarme como un caballero—. Te compadezco Julia, sigues aferrándote con uñas y dientes a la última cereza joven disponible... como me recordaste obedientemente aquella famosa noche, tienes más de cuarenta años y una reputación cuestionable, ¿quién crees que te querrá ahora? —le pregunto con desdén y le devuelvo la sonrisa maliciosa
STEVENEs de noche y, en la oscuridad total que envuelve mi vida, conduzco mi coche por carreteras tan desiertas y oscuras como mi estado de ánimo.Olivia destruyó hasta el último atisbo de esperanza que tenía para nuestra relación, si me hubiera disparado al corazón habría dolido menos, si me hubiera apuñalado en el nervio más sensible estaría menos aturdido.Anoche creí que había traspasado el muro y llegado a su corazón, pensé que había percibido lo enamorado que estoy de ella y de nuestro hijo, pero me equivoqué, una vez más me estrellé contra un puto bloque de concreto. Su juicio sobre mí fue único e incuestionable, me condenó sin apelación y eso no lo acepto, pero por el momento debo usar el sentido común y bajar los brazos. Rendirme sin siquiera pensar en luchar una vez más.Llego al hotel a las dos de la mañana y al entrar en la suite veo que Alan está durmiendo en el sofá del salón.Le sacudo para que se despierte.—Oye... —salta inmediatamente alerta, sin duda lo he asustado
Dos meses despuésSTEVENEstoy delante del portátil como todas las mañanas desde hace dos meses y me cuesta mantener los ojos abiertos debido a las innumerables noches de insomnio. Intento concentrarme en el trabajo, el único ocio que me queda fuera de algunas salidas con Alan.Tres veces a la semana visito a mi madre en la clínica, afortunadamente está respondiendo bien a los tratamientos y las sesiones con el psicólogo empiezan a dar sus frutos. Solo espero que esta mejoría sea definitiva.La incontenible rabia que expresó cuando vio las puertas de la clínica abiertas fue sustituida, según el médico, por una dolorosa conciencia del daño causado a la familia Castello y a su propio hijo.A menudo me pide que la perdone y le dé una oportunidad para compensar el mal que ha hecho, pero no sabe que la perdoné hace tiempo, es mi madre y la quiero demasiado para abandonarla a su suerte. Jamás podría odiarla por mucho que lo intente.Otra cosa es Olivia, estoy resentido con ella a muerte y,
STEVEN—María, razona... Steve tiene derecho a conocer el verdadero estado de salud de Olivia... —Alan no se da por vencido, lleva quince minutos intentando convencer a su mujer de que confiese, pero se topa con un muro... Lo sé, porque estoy en las mismas condiciones que él.Llevo desde esta mañana volviéndome loco intentando averiguar, a través de una búsqueda en internet, cuáles podrían ser las implicaciones del problema de Olivia, y los escenarios que aparecen ante mis ojos me aterrorizan, así que no he podido quedarme de brazos cuidado, porque mi hijo y la mujer que amo pueden estar en peligro.Me puse en contacto con el médico de mi madre y le remití el correo electrónico con los resultados de las pruebas de laboratorio, desgraciadamente me confirmó lo que sospechaba... la anemia es bastante grave y, si no se trata de forma preventiva, existe el riesgo de un parto prematuro o de una infección posparto en la madre.Maldita sea... las ganas de coger el primer avión a Italia y tira