---Una sonrisa se dibujó en los labios de Camila. Cerró los ojos y recordó con detalle las palabras de Jeremy cuando la abrazaba al lado de la piscina. Sus promesas sonaban realmente sinceras, aunque en realidad no necesitaba depender de la protección de nadie.Su caótica infancia le enseñó a ser fuerte e independiente. Pero en ese momento, no pudo evitar que su corazón revoloteara de emoción.Él juró que no le mentiría nunca más. ¿Sería cierto que cumpliría esa promesa? La mente de Camila estaba muy confundida.Salió de sus pensamientos, y después de recoger su camisón del clóset, fue al baño, se dio una ducha y finalmente se fue a dormir.A la mañana siguiente, cuando Camila despertó y estaba a punto de salir de la habitación, escuchó algunos ruidos que venían de la sala de estar. Al salir, vio cientos de rosas rojas esparcidas por todas partes y a Edwin y a Hada charlando y comportándose amorosos y juguetonamente como siempre.Camila suspiró y puso los ojos en blanco.Edwin, al v
--- ¡Novia eres la primera! ¡Lo juro! —Era cierto que ella era la primera mujer que quería traer a casa de sus padres para formalizar una relación. Satisfecha con su respuesta, dejó de hacerle más preguntas. Edwin la llevó en su auto. —Señor González. —La vieja ama de llaves que abrió la puerta se sorprendió al ver a una joven junto a Edwin—. ¿Es ella su amiga, señor González? “¡Ella es mi novia!” corrigió Edwin. —Hola —saludó rápidamente Hada. “Un placer conocerte”. saludo el ama de llaves Luego condujo a la pareja al interior de la casa antes de avisarle a Pamela, la madre de Edwin, de su llegada. La majestuosa sala de estar estaba decorada con cuadros famosos que valían al menos decenas de millones. Mientras Hada observaba ansiosamente su entorno, Edwin de repente le dio una palmadita en el hombro. Hada tampoco la vista Vio a una mujer de mediana edad hermosa y elegante de piel muy clara que salía de la cocina y caminaba Asia ellos. —¡Mamá! —Edwin le dio un gra
--- Sin darse cuenta de los pensamientos de Hada, Edwin sacó el anillo de la caja y dijo con seriedad: —Hada, me gustas mucho, mucho. Cada vez que estoy contigo, solo puedo pensar en querer pasar el resto de mi vida contigo. Aun así, no me gusta mucho la idea del matrimonio. Si no te importa, comprometámonos primero y esperemos hasta que... —¡Qué tontería! —Vincent golpeó la mesa con la palma de la mano, interrumpiendo la propuesta de Edwin—. ¡Edwin, deberías centrarte en tu carrera y ocuparte del negocio familiar! —Comprometerme no afectará mi carrera —argumentó Edwin. —¡No! ¡Eres demasiado juguetón con las mujeres! ¡Comprometerse podría darle falsas esperanzas y herir sus sentimientos! —¿De verdad soy tan horrible, papá? —preguntó Edwin, disgustado—. Soy un hombre de palabra. Seré bueno con Hada, ¿o acaso no te agrada? —Así es. No me agrada. ¡Ustedes dos vienen de orígenes completamente diferentes! —exclamó Vincent—. ¿Cómo pueden beneficiarte si su familia no tiene un
--- Mientras iban en el taxi, **Camila y Hada** conversaban. —¿Qué sentido tiene todo esto? Además, ni siquiera me enviaron una invitación —dijo Camila exasperada. —Vamos. No hay ninguna razón para que nos niegue la entrada. Ellos anunciaron que la boda era pública, y si no, Edwin tendrá una manera de dejarnos entrar. Probablemente ya esté allí. Camila frunció los labios. —¿Estás molesta, Nana? —Hada se acercó a Camila y la tomó del brazo—. ¿Aún tienes sentimientos por el señor Langley? —De ninguna manera —respondió Camila. —Tu expresión me dice lo contrario. Sin embargo, el señor Langley te ha mentido una y otra vez. Yo no lo habría perdonado si estuviera en tu lugar. Camila se rió. —Si es así, ¿por qué insistes en que asista a su boda? —Ese es otro tema —dijo Hada—. Me preocupa que los periodistas inventen historias sobre que te sientes inferior a Verónica si no estás presente. —Qué tonterías —murmuró Camila. Con entusiasmo, Hada le mostró la pantalla de su t
Verónica asintió en respuesta. “Me aseguraré de recordar sus palabras, señora Díaz”. —Soy tu mamá —dijo Pilar, ya que no pudo soportarlo más, y se quejó—. No importa si sueles hacer esto en casa, pero ¿cómo te atreves a faltarme el respeto en un día como este? —Tengo una mamá —respondió Verónica frunciendo los labios—. Estoy segura de que no te gustará que te llame madrastra, ¿verdad? —¡Verónica! —Gorge perdió la paciencia—. No olvides qué día es hoy. —¿Cómo podría? Hoy es mi boda —respondió Verónica. Agarró con fuerza la mano de Gorge y le dijo con sinceridad—: Papá, espero que tengas una vida larga y saludable. Gorge miró la dulce sonrisa de su hija y sintió un escalofrío recorrer su espalda. Era como si un lobo que había mantenido en cautiverio finalmente hubiera salido de la jaula y quisiera devorarlo. Mientras tanto, Camila se encontró atada a una cama de hospital cuando recuperó la conciencia. La sala era enorme y había muchos instrumentos médicos. Además, había dos
—Señorita Camila, es usted quien necesita mi ayuda. ¿Por qué actúa tan arrogante como si fuera la jefa? Camila forzó una sonrisa traviesa e insistió: —Señor Langley, me gustaría solicitar la ayuda temporal de algunos de sus empleados. Permítame compensarlo por su tiempo y esfuerzo. —Podemos hablar después de cenar —dijo Jeremy. —Está bien, hagámoslo. Mientras estaban en el supermercado, Camila recibió una llamada de Noé, quien le preguntó dónde estaba. Al enterarse de que él y Lena aún no habían cenado, Camila los invitó para que cenaran todos juntos en casa de Jeremy. Jeremy frunció el ceño, triste y molesto, pues esperaba compartir más tiempo a solas con Camila. —¿Mi casa es un refugio para cualquiera? —preguntó. —No se permite la entrada a cualquiera —respondió Camila con impaciencia—. Pero mi hermano va a ser tu futuro cuñado, ¿por qué te molesta que cene en tu casa? No parecías tan molesto cuando vino Verónica el otro día. ¡Incluso la llevaste arriba para hablar
---—Es muy amable de su parte, señor Montez. —Camila le sonrió con gentileza antes de responder—. Para conseguir la licitación hoy, hemos trabajado muy duro. Ganarla será un testimonio de nuestras habilidades como empresa.—Eres inteligente y hermosa, señorita Reynad. Cualquier hombre se enamoraría fácilmente de ti.—Está exagerando, señor Montez. No soy tan capaz como para eso —respondió Camila, ya muy incómoda y sin intención de prolongar más la conversación. Se disculpó para marcharse. Sin embargo, Arthur dio dos pasos hacia adelante, impidiéndole el paso.Con una sonrisa halagadora y extraña, Arthur hizo una reverencia y murmuró con voz profunda:—Señorita Reynad, le daré un regalo. Espero que sea de su agrado.Camila sintió un escalofrío recorrer su espalda. Cuando recuperó el sentido, el hombre ya había desaparecido, dejándola con el ceño muy fruncido y una sensación de incomodidad que no podía ignorar.A las diez en punto, comenzó la subasta.En el salón, también había otras m
---—Ya no me sirve de nada —respondió Jeremy con una sonrisa suave pero amarga—. Aprecio que te hayas tomado la molestia.Edwin suspiró. —Lo siento, he trabajado mucho para investigar esto, pero esto es todo lo que he podido encontrar.Después de que Edwin se fue, Jeremy se quedó solo en la enorme oficina. Agachó la cabeza y pensó en algo con mucha atención. Después de un rato, abrió el cajón y sacó las fotografías del interior del libro.En el pasado, a veces quería desesperadamente conocer a sus padres biológicos, especialmente debido a su laguna mental. No recuerda nada de su infancia ni de sus padres. A veces imaginaba el momento en que se reuniría con la mujer que lo trajo al mundo y preguntarle por qué lo abandonó. Había estado pensando en cómo sería si se conocieran. Después de investigar mucho sobre su pasado, poco a poco se fue desanimando más hasta que finalmente se dio por vencido.Esta gente ya se había ido hacía tiempo de este mundo.Jeremy contempló la fotografía por