QUERID@S LECTOR@, OS AGRADEZCO DE TODO CORAZÓN VUESTROS COMENTARIOS, TANTO LAS CRITICAS COMO LOS HALAGOS, POR QUE ME AYUDARAN A SER MEJOR ESCRITORA, Y A ESFORZARME CON ALEGRIA AÚN MÁS. QUISIERA QUE FUERAIS PARTE DE LA HISTORIA DE BIANCA Y GIULANO. , ME COMENTEIS QUE OS GUSTARIA LEER EN EL SIGUIENTE EPISODIO, OS AMO A TOD@S Y REPITO...... GRACIAS POR VUESTRO APOYO UN BESAZO MUY GRANDE DE AZAHARA
Por la mañana mi marido me despertó sintiéndome llena de él, mientras mordía mis pechos y cada uno de mis pezones, no le pude decir nada, porque yo también deseaba que me hiciera suya, rodeé sus caderas con mis piernas, rodeando su cuello con mis brazos y clavando mis uñas en su desnuda espalda, mientras los movimientos de mi marido cada vez eran más fuertes— Buenos días — le dije sonriendo— ¿Te gusta despertar así? que tu marido te haga gritar de placer por las mañanas — me decía jadeando— Me encanta, pero a mi tambien me gustaria darte placer — le dije sintiendo unas descargas eléctricas seguidas de un increíble orgasmoGiuliano siguió dándome fuertes embestidas durante unos minutos, hasta que lo vi cerrar sus preciosos ojos y gruñir cuando me lleno con su semilla, mirándome mientras lamía mis labios y besaba mi cuello tumbandose después al lado mío poniendo su mano en mi vientre.Seguimos acariciándonos hasta que empezó a sonar su móvil que tenía encima de la mesilla de noche,
Por la noche y despues de ducharme, seque mi cuerpo con la toalla, me puse un tanga de color rojo como mi vestido. Largo de gala como Giuliano quería, con una abertura desde mi cadera hasta mis pies, espalda desnuda y un tirante cruzado en mi escote, me recogí el pelo, me pinte con un color rojo en mis labios y colores suaves en el rostro, cogí mi bolso de mano, salí del dormitorio acercándome al salón donde mi marido me esperaba con un vaso de whisky en su mano. Cuando entré me miró de arriba abajo, mojándose los labios mientras se acercaba a mi, dejó el vaso en la mesa y rodeo mi cintura con su brazo — Cambiate el vestido y quitate la pintura de los labios, vas demasiado provocativa y no me gusta que miren lo que es mio — me dijo — Pues lo siento por ti, pero esto es lo que hay, no pienso cambiarme y si no te gusta quédate tú porque yo voy a ir al evento ¿que decides Giuliano? — le dije — Querida no me busques, porque aún puedo ser peor contigo y no quieras saberlo, no te gustaría
Giulano estaba tan enfadado que me cogió del brazo y sin importarle quien nos estaba mirando, me arrastró con él hasta la calle donde estaba aparcada la limusina, abrió la puerta empujándome para que entrara dentro del coche.entrando él después. De camino a nuestra casa, me quedaba mirándolo por el rabillo del ojo, viendo como se pellizca la nariz y me miraba con odio hasta que llegamos a casa, saliendo él del vehículo sin esperarme.Cuando entré en casa me dirigí directamente al nuestro dormitorio, una vez allí me quité el vestido dejándolo encima del sillón, cogi el camisón para ponermelo entrando mi marido en ese momento acercándose a donde yo me encontraba mientras se quitaba la ropa mirándonos los dos fijamente — ¿Te gusta ser el centro de atención con los hombres? ahora serás mi centro de atención, a las putas os gusta mucho que os peguen, os violen y os dejen marcadas, pues está noche no te libraras de mi — me dijo muy serio— Yo no he hecho nada, y si voy a ser una puta para
Giulano cumplio todo el día con lo que me dijo, ese día estuvo solo para mi aunque el intento estar cariñoso conmigo yo no tenía ganas de que me mimara, aún sentía en mi cuerpo los golpes de su cinturón y si, me compro el coche que más me gustaba, fuimos al restaurante más caro de Milán y dimos un paseo. Intentó cogerme la mano o abrazarme, pero me apartaba de él haciéndole sentir lo que yo sentía, dolor y frustración. La semana siguiente estuvo mi marido muy complacido y cariñoso conmigo, llegaba temprano a casa, me contaba cómo le había ido en el día, terminando los dos en la cama haciendo el amorUna semana después, desayunamos como siempre en la cocina, después de ducharnos juntos y vestirnos en nuestro dormitorio, mi marido se fue a trabajar, cogi las llaves de mi coche y mi bolso, salí de la casa, subí a mi automóvil para ir al centro de Mila, porque ese día me apetecía mucho empezar a comprarme ropa de premamá, aunque todavía no se me notaba mucho la barriga de embarazada.Pase
Después de comer me tumbe un poco en la cama, ya que el paseo que di por la mañana me canso un poco, apenas me había quedado un poco adormilada cuando escuche como entro un mensaje en mi móvil, me incorpore para coger el teléfono, abri el mensaje viendo que era Adrianna quien me lo había mandado, viendo el nombre del restaurante donde Mario iría a cenar y su ubicación. Me levanté de la cama, entre en el cuarto de baño, me quite la ropa para darme una ducha, salí unos minutos después, cogi la toalla que había colgada en el toallero rodeando mi cuerpo con ella, volví al dormitorio para vestirme, me puse un vestido corto pero elegante y unos zapatos de tacón de aguja que aún podía ponerlos, cogi mi bolso y mi movil, acercándome a la puerta de la casa. Salí de mi casa y subiendo al coche, puse el GPS para que me guiara hasta el restaurante. una vez que llegue y aparque mi coche, entre en el local acercándose a mi el maitre del restaurante.— Busco al señor Mario Costa,¿ podría decirle al
Esa noche casi no pude dormir por no terminar de comprender, porque no se divorciaba de mi Giuliano y se casaba con su amante dejándome a mi libre, si resultaba que yo era la que según mi marido, la que lo avergonzaba y la amante de sus socios. Me levanté ese día de la cama cansada ya de aguantar sus palizas y sus insultos. Me acerque a la puerta del dormitorio y moviendo el manillar me di cuenta que la puerta estaba abierta, salí del dormitorio acercándome al dormitorio de Giuliano y viendo que ya no estaban dentro del dormitorio, entre en el cuarto de baño, me duche y cogí la toalla que había colgada en la puerta volviendo al dormitorio, me sequé el cuerpo, me vestí y sin desayunar, salí de la casa.Me subí en mi coche, lo arranque saliendo del camino que llevaba a la mansión, aparqué un momento en el arcén de la carretera, cogi mi teléfono para llamar a Angelo quedando con él en su casa. Cuando llegue y aparque el vehículo, baje de él, entrando en la casa de Angelo que ya me espera
Pegando sus labios con los míos mientras su lengua bailaba dentro de mi boca, mi marido me fue subiendo vestido hasta que consiguió quitarmelo, me quise resistir y darle puñetazos para apartarlo, pero rompió mi sujetador quedando mis pechos desnudos, lamió y mordió el lóbulo de mi oreja, haciéndome gemir, besó y mordió suavemente mi cuello, siguió bajando besando mi piel hasta llegar a mis pechos, los lamio y mordió, mordiendo suavemente mis pezones haciendo que enseguida se pusieron duros, mientras yo arqueaba mi espalda por el placer, siguió bajando besando mi vientre. Se puso de rodillas en el suelo y mientras nos mirabamos me quito el tanga, puso mis piernas en sus hombros, besando y dando pequeños mordiscos por mis piernas, hasta que llego a mi sexo. Introdujo dos dedos dentro de mi tocando lo que nunca había tocado mientras su lengua se movía en mi clítoris como una serpiente juguetona, haciéndome gritar de placer. — Quiero tu orgasmo en mi boca Bianca, damelo cariño — me decía
Terminamos de comer y cuando Mario pagó la cuenta, nos marchamos del restaurante, subimos a la limusina volviendo al hotel donde se hospedaba Mario y donde estaban también los vendedores con los que íbamos a negociar. La limusina aparco en la misma puerta del hotel, cuando el chofer abrió la puerta bajo Mario y ofreciéndome su mano, me ayudo a bajar, entramos en hotel dirigiéndonos hacia los ascensores, Mario pasó su tarjeta por una ranura que había en el ascensor poniendose en marcha, pero cuando paro en la planta y se abrieron las puertas, me quede inmovil mirando todo ya que no era una habitación como las demás, si no que era como la casa de mis padres entera, pues era enorme, salimos del ascensor dirigiéndonos a una sala que tenía una mesa redonda en el centro donde estaban sentados cuatro hombres no muy mayores, pero sus miradas eran de enfado— Bianca, te presentó a los hombres que arruinaran a Giuliano y a Arianna, señores la señora Bianca Capri — dijo Mario— Estamos encantado