CAPITULO 134. Una mujer desconocidaAquellas palabras fueron como un puñal para el pecho de Alejandra.—¿Alguien...? Espere, ¿quiere decir alguien de la familia... de nosotros? —exclamó poniéndose lívida.—Bueno, quizás no alguien de la misma familia, pero sí alguien que los frecuenta mucho, alguien a quien el mastín esté acostumbrado a ver y que no lo considere una amenaza para la niña —explicó McAllan—. Mi primera opción también fue pensar en Daniel Craig, incluso mientras salía para acá mandé a uno de mis hombres a interrogarlo a la prisión, pero el asunto del perro lo cambia todo. De verdad espero que mi intuición no me falle en esto, pero apostaría mi carrera a que fue alguien cercano a ustedes.Alejandra y Scott se miraron y McAllan la señaló a ella.—Ahí, ese. Dígame ese primer nombre que pensó —dijo el inspector—. La primera intuición de una madre suele ser la correcta, ¿en quién pensó mientras miraba a Scott?—En Lucy —murmuró Alejandra—. Era la niñera de Mar y por supuesto
CAPÍTULO 135. ¡¿Esta mujer se encontró con Lucy?!—Vamos a preguntarle a Alejandra y Scott, a lo mejor ellos saben —dijo McAllan.Se encontraron con ellos en uno de los saloncitos de televisión, alejados de la gente, y el inspector les dijo lo que estaban haciendo por sugerencia del abuelo. Finalmente les entregó aquella foto y si bien Scott arrugó el ceño, porque le parecía familiar, el rostro de Alejandra se puso lívido en un segundo.—¡¿Esta mujer se encontró con Lucy?! —gritó porque ya no le cabía dudas de que la muchacha estaba involucrada.—Sí...—¿Cuándo? ¿Cuándo habló con ella? —lo interrogó Alejandra.McAllan buscó en su libreta de notas.—El día del cumpleaños de Mar, apenas salió de esta casa. Las cámaras de la calle la captaron hablando con esta mujer y luego se subieron juntas a un taxi —le dijo—. Tú sabes quién es.—¡Claro que lo sé! ¡Es mi prima Claudette, Claudette Villegas! —respondió Alejandra—. La esposa de Alberto Mejía. No hay ninguna razón para que ellas dos se c
CAPÍTULO 136. TraicionesLucy no podía decir que no estaba tanto asustada como impresionada. El revuelo que había en la comisaría era demasiado grande.Claudette le había dicho que sería algo fácil, un poco de drama y muchos millones de por medio, solo había que esperar a que Alejandra y Scott estuvieran lo suficientemente desesperados como para decir que sí cuando los llamaran para pedir rescate. Pero ni por asomo había llegado a imaginar que incluso la Interpol estaría metida en el asunto.Vio a los policías preparándose y recordó aquellas palabras: “en media hora salimos”.O sea que iba con media hora de ventaja. Apuró al chico de la recepción para que le devolviera sus cosas y no encendió su teléfono, solo por si acaso.Se subió al primer taxi y le dio la dirección de una pastelería en la periferia de la ciudad. Llegó allí, caminó un par de calles y volvió a subirse a otro taxi que la llevó a los suburbios. Tres veces cambió de taxi esperando despistar por si alguien la seguía. Pe
CAPÍTULO 137. ¡Tú eres un genio!—¡No, claro que no! ¿Por qué crees que vine a avisarte? ¡Si te atrapan me denunciarías como tu cómplice y no puedo dejar que eso pase!—¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó Claudette.—No lo sé... Minutos tal vez. Tenemos que irnos, ahora mismo —dijo con tono nervioso—. ¿Dónde está Mar?—En el cuarto de arriba, se quedó dormida después de que comió, ¡hasta que al fin se cansó de llorar la mocosa! —gruñó Claudette—. ¡Recoge todo, nos vamos!Claudette y Lucy se apresuraron a recoger todas sus pertenencias y escapar de la casa. Si aquello era verdad, tenían que huir antes de que la policía las atrapara. No podían arriesgarse a ir a la cárcel.—¿Y si la dejamos a ella? —preguntó Lucy de repente bajando del segundo piso con Mar en los brazos.—¿Estás loca? —ladró Claudette molesta.—¡No, pero si dejamos a la niña no nos perseguirán...!—¡Pues yo quiero mi dinero! —siseó Claudette—. ¡Quiero que la mosca muerta de Alejandra me pague, a mí y a mi marido! ¡Él nos
CAPÍTULO 138. Usted nunca deja de sorprenderme, señora Sanromán.Alejandra sintió que le estallaría el corazón de felicidad cuando vio a Scott bajar de aquella patrulla de policía con Mar en sus brazos. McAllan la había llamado para decirle que estaban en camino, pero no había podido estar tranquila hasta verlos llegar.Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras estiraba los brazos y Scott le entregaba a su hija.—¡Mi niña! ¡Mi amor! —gritó Alejandra mientras apretaba a Mar contra su pecho—. Gracias, Scott. Gracias por traerla a casa.Scott asintió en silencio y la rodeó con sus brazos mientras ella lloraba de alivio y felicidad. Los tres se quedaron allí abrazados durante un largo momento, hasta que Mar empezó a quejarse.—¿Demasiados abrazos, mi amor? —le preguntó Scott, riendo—. ¿Qué te parece si ahora vamos a darle un abrazo grande al abuelo?El señor Gerard tuvo que sentarse para poder cargar a su nieta de la emoción tan grande que tenía, y Mar le dio sendos besos en las meji
CAPÍTULO 139. ¡Tú solo eres un imbécil sobrevalorado!No había pasado ni media hora cuando el inspector recibió un aviso desde uno de los puestos fronterizos.Alberto había sido detenido tratando de cruzar la frontera y era ahora un prisionero de la policía. El equipo lo estaba trayendo hacia la comisaría y teniendo en cuenta lo pequeño que era Mónaco, en poco menos de una hora estarían interrogándolo.—¡Alberto Mejía ha sido detenido tratando de cruzar la frontera! —exclamó McAllan acercándose a ellos y Alejandra no pudo evitar sonreír al pensar que quizás ahora sí tendría su momento de justicia.Sin embargo, cuando Alberto llegó, con su expresión un poco desfigurada y su desprecio innato, se dieron cuenta de que él traía demasiado rencor acumulado como para rendirse tan fácilmente. Se negaba a decir una palabra sobre el asunto y como no estaba presente en el momento de la captura de Claudette y Lucy, no había mucho que pudieran usar contra él.—La verdad es que no es tan fácil con é
CAPÍTULO 140. Un pequeño paraísoPor si alguien tiene dudas, es válido especificar que nada en el mundo se mueve tan rápido como la lengua de una mujer herida. En el fondo Alejandra incluso sentía pena por Claudette. Bien decía el refrán: Que no te enorgullezca que un hombre deje a su mujer por ti, solo es Dios mostrándote un adelanto de lo que te espera con él.Claudette le confesó a la policía hasta lo que no imaginaban Alejandra y Scott. Le contó a la policía todo sobre los crímenes de Alberto, desde sus formas crueles y manipuladoras, hasta sus tendencias más sádicas, incluso sus negocios y algunas actividades ilegales.A medida que contaba su historia, la policía se daba cuenta de que Alberto era un hombre realmente malvado y peligroso. Les asombraba que hubiera podido mantener oculta esa parte de él por tantos años.Tenía mucha evidencia guardada, evidencia que McAllan no dudo ni un segundo en enviar a buscar a América por miembros de su propio equipo. Al parecer muy en el fondo
CAPÍTULO 141. Dos meses idílicosSin dudas aquel fue el mejor escape para la pequeña familia. Bas se les unía los fines de semana, cada vez con una chica nueva, y por más que Alejandra se ocupara de recalcarle que debía sentar cabeza, eso no parecía que ocurriría en ningún momento cercano.—¿Recuerdas, nena? —le dijo Scott en voz baja una noche después de cenar y ver el atardecer juntos—. Vinimos aquí cuando me dieron la residencia en Estados Unidos, cuando me dijeron que podía quedarme.Los ojos de Alejandra brillaron con ese hermoso recuerdo.—Sí, estaba emocionada y tú estabas loco de la felicidad —respondió Ale.—¡Pero que conste que no era solo porque habíamos logrado cumplir tu parte del contrato! —le advirtió Scott—. ¿Puedo ser honesto contigo?Alejandra arrugó el ceño con una sonrisa precavida.—A ver...—No estaba feliz por la residencia ni porque hubiéramos logrado engañar al tipo de migración... estaba feliz porque tú estabas feliz —sonrió él mirando al cielo—. Recuerdo que