PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 36: Un nombre para lo nuestroEl aire se volvió denso mientras Gigi cerraba los ojos y se dejaba arrastrar en aquella vorágine de deseo. Padecía de una inexperiencia feroz, pero dos cosas estaban de su parte: la primera era que estaba muy segura de lo que estaba sintiendo
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 36. Tienes que mirarNiko se quedó mirándola un segundo, sorprendido por la respuesta directa de Gigi. Había esperado cualquier cosa, excepto eso. En su mente, había planeado manejar la situación con suavidad, no presionarla, asegurarse de que todo fluyera con calma. Pero
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 37. Besos y… algo másNiko soltó una carcajada que resonó con un eco suave en las paredes del baño. Gigi, aún con los ojos clavados en su cuerpo, no podía apartar la vista. El agua caliente caía sobre él, dibujando el contorno de sus músculos mientras su mano seguía acari
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 38. Un momento perfectoEl cuerpo de Gigi temblaba con una mezcla de nerviosismo y deseo. Podía sentir cómo su sexo palpitaba sin control, como si cada contracción dentro de ella estuviera pidiendo algo, como si su cuerpo buscara llenarse, devorar. Niko sonreía sobre ella
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 39: Un novio tóxicoGigi se despertó sintiendo el calor del cuerpo de Niko junto a ella. Los rayos del sol que se colaban por las cortinas iluminaban suavemente la habitación, y su primer pensamiento fue para esa “emoción involuntaria” que sentía contra su trasero. La ver
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 40: Días de descubrimientos.Los días que siguieron fueron como una burbuja para Gigi y Niko, alejados del mundo y encerrados en el departamento. Pasaban la mayor parte del tiempo en la cama, en el sofá o en la cocina, disfrutando de aquella nueva etapa tan extraña en la
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 41: Retos y traicionesGigi observaba la frustración en el rostro de Niko mientras él revisaba los documentos una y otra vez, como si quisiera confirmar aquella sospecha. Finalmente, tras unos minutos de silencio tenso, él dejó caer los papeles sobre el escritorio y se pa
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 42. Una pequeña genioVan Beek esbozó una sonrisa torcida, disfrutando cada segundo del intercambio y cruzando un brazo sobre el otro con una calma irritante.—Presión de la peor clase, Niko. Mi socio y yo hemos formado una alianza muy poderosa, y vamos a hacer lo que sea