PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 25: Dulce ironíaGigi abrió los ojos como platos al ver el paquete encima de su cama. Lo observó con cierta curiosidad y un poquito de nerviosismo. Aunque ya se sentía más cómoda con Niko, todavía le desconcertaba su generosidad. Con cuidado, retiró el papel y, cuando vio
PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 26: Tentaciones azucaradasNiko seguía aferrado a la pierna de Gigi, haciendo todo un espectáculo mientras seguía devorando aquel pastelito en medio de mil pucheros y llenándose la cara de azúcar glaseada.—¡Niko, por favor! —Gigi apenas podía hablar de lo mucho que se re
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 27: Momentos peligrosos—¡No, no, no! ¡Niko, así no! —gritó Gigi, agitando las manos frenéticamente cuando vio a Niko pegarle a la masa con los puños de manera desastrosa.—¿Así no? —repitió él juntando las cejas con un puchero frustrado. Gigi llevaba media hora dándole i
PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 28: Un problema resueltoNo había forma de describir la escena más que como: tragicómica.Logan miraba todo con ojos azorados. Niko había dejado caer a Gigi del susto. Y Gigi hacía una mueca de dolor porque había aterrizado sobre su pobre trasero, con todo su dinero recié
PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 29: Discusiones y DeseosGigi parpadeó, sorprendida por la pregunta de Niko. ¿Estudiar repostería? No se lo había planteado nunca. ¿Podía hacer eso? Pero antes de dejarse llevar por la emoción de la idea, sacudió la cabeza y respondió con firmeza.—No, claro que no… ¿De q
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 30: El trabajo perfectoNiko frunció el ceño al escuchar a su hermano.—¿Perdón? —preguntó, levantándose de su silla.—Eso, ¡no sabes besar! Seguro la besaste como un pez muerto y ahora la pobre está por ahí pensando qué diablos hizo para merecer esto —replicó Logan, agit
PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 31: Unos calzones imaginariosNiko se quedó mudo ante la pregunta de Gigi.El mundo pareció detenerse por un segundo mientras las palabras resonaban en su cabeza: “¿Y también tengo que averiguar… cómo hacerlo feliz a usted?”Ella ya lo hacía feliz, eso era lo peor de tod
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 32. A toda velocidadNiko no pudo contener la risa mientras Gigi lo miraba completamente desconcertada, todavía tratando de procesar lo que acababa de suceder.—¡Tú… eres un demonio! —exclamó, apuntándolo con el dedito como si lo hubiera descubierto cometiendo un crimen…