PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 20: VigilanciaLogan se quedó mirando a su hermano como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.—¿Cómo que no la vas a despedir? —preguntó, cruzándose de brazos—. Niko, ¿acaso no viste lo mismo que yo? La chica ha estado mintiéndote, y encima ni siquiera es tu sec
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 21: Instintos disparados.Niko no sabía exactamente por qué había decidido intervenir, pero su instinto lo había impulsado a acercarse en cuanto había visto la reacción de Gigi frente a aquel hombre. Esos ojos que generalmente brillaban con una luz contenida, ahora estaba
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 22: Fuera de peligroNiko salió del edificio casi corriendo, con el corazón acelerado y la mente llena de suposiciones que no quería enfrentar, pero que no podía ignorar. No sabía por qué, pero presentía que aquel tipo estaría esperándola, lo sentía en cada fibra de su se
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 23: Un lugar al que llamar hogarNiko la miró con una firmeza implacable, como si las palabras que acababa de pronunciar no admitieran réplica. Gigi, sin embargo, seguía sentada en el borde del escritorio, parpadeando en un intento de procesar lo que acababa de escuchar.
PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 24: Un paso hacia adelanteGigi se quedó en silencio ante la pregunta de Niko. ¿Algo que realmente le gustara? No podía recordar la última vez que había pensado en algo así. Siempre había estado preocupada por sobrevivir, por cumplir con lo que los demás esperaban de ella
PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 25: Dulce ironíaGigi abrió los ojos como platos al ver el paquete encima de su cama. Lo observó con cierta curiosidad y un poquito de nerviosismo. Aunque ya se sentía más cómoda con Niko, todavía le desconcertaba su generosidad. Con cuidado, retiró el papel y, cuando vio
PEQUEÑA AMADA MÍA: CAPÍTULO 26: Tentaciones azucaradasNiko seguía aferrado a la pierna de Gigi, haciendo todo un espectáculo mientras seguía devorando aquel pastelito en medio de mil pucheros y llenándose la cara de azúcar glaseada.—¡Niko, por favor! —Gigi apenas podía hablar de lo mucho que se re
PEQUEÑA AMADA MÍA. CAPÍTULO 27: Momentos peligrosos—¡No, no, no! ¡Niko, así no! —gritó Gigi, agitando las manos frenéticamente cuando vio a Niko pegarle a la masa con los puños de manera desastrosa.—¿Así no? —repitió él juntando las cejas con un puchero frustrado. Gigi llevaba media hora dándole i