Milo se giró hacia Anja con la mirada llena de arrepentimiento y preocupación. Se acercó a ella y acarició sus hombros con nerviosismo mientras le hablaba en un tono suave. En su mirada había una mezcla de confusión y rabia de esas que son imposibles de contener. —Lo siento mucho, Anja. Te juro por
Anja lo miró sin comprender, estaba desconcertada ante todo aquello y quería preguntarle qué significaba aquello pero honestamente tenía miedo de la respuesta. —Milo... ¿de qué hablas? —De que al parecer no estoy siendo lo suficientemente explícito así que... Toma, esto es para ti. Abrió la mano
Milo estaba dentro de un ascensor, desesperado por salir, porque antes de que las puertas se cerraran había alcanzado a ver a aquella mujer acercándose rápidamente a Anja, pero lamentablemente, no había logrado detenerlas a tiempo. —¡Maldita puerta, ábrete! —gruñó molesto pero el ascensor ya estaba
—¿¡O qué!? —lo interrumpió Alina con actitud desafiante, pero Milo solo respiró profundo y sonrió de medio lado. —Estás cometiendo un error. No confundas el enorme dominio que tengo sobre mi temperamento, con debilidad. No tengo que ponerte un dedo encima para lastimarte, porque conozco muy bien tu
Milo se encontraba poseído por una mezcla de ira y frustración al enterarse de que Hamish había sido liberado bajo fianza. Aunque su juicio estaba programado para dentro de pocos días, Milo no podía evitar sentirse inquieto por la posibilidad de que Hamish se acercara a ellos. Sin embargo, decidió m
Milo rio y le acarició la espalda. —Pues los dos me encantan, solo para que lo sepas, ¡y tus chichis también! Anja se apretó contra él en un gesto cariñoso y Milo miró al techo con una certeza enraizada en el alma. —Creo que siempre estuve destinado a encontrarlos. A Niko y a ti. No me preguntes
Milo y Anja llegaron a la fiesta, emocionados y nerviosos por ser los anfitriones de un evento tan importante para ellos. La sala estaba decorada con luces brillantes y coloridas, y la música suave llenaba el ambiente. A medida que los invitados llegaban, ellos les daban la bienvenida con una sonri
El silencio duró varios segundos antes de dejar paso a una ovación hermosa que llevó lágrimas a los ojos de Anja, y de inmediato le pidió a Milo que subiera para presentar a detalle cuáles serían las labores de la institución. El discurso de Milo fue breve y conciso, porque no quería opacar el mome