Milo la miró fijamente y ella se encogió de hombros, un poco nerviosa. No había modo de que se callara lo que había pasado porque era algo importante, y no quería poner en peligro la seguridad de ambos. —Bueno... él me dijo que creía que nosotros éramos demasiado cercanos —comenzó Anja, su voz apen
—¡Síiiiii, no pares! —dijo haciéndole una mueca sugerente a Milo para que supiera que el tipo estaba cerca. —¡No paro muñeca, no paro! ¿Te gusta? —¡Me encanta! ¡Quiero más! —gimió Anja sintiendo las manos de Milo apretar sus caderas como garras. Fingir que estaban teniendo sexo, no era lo difícil
Anja quería racionalizar todo aquello, y a ser posible olvidarlo. Pero era imposible porque cuando cerraba los ojos solo podía recordar aquella sensación de calor estallando en su sexo, las manos enormes de Milo aferradas a sus caderas, su boca mordiendo en medio de aquellos besos que... "¡Dios, me
—Eso también —admitió Anja—. Entonces esta es la estrategia perfecta para atraparlos y hacer justicia de una vez por todas. Milo reflexionó sobre las palabras de Anja. Aunque no le agradaba la idea de permitir que la e****a continuara, comprendía la lógica detrás de su propuesta. —Está bien, tiene
Anja despertó con una sonrisa en su rostro cuando Niko saltó emocionado en su cama, ansioso por empezar el día jugando. Aquel era un sueño hecho realidad para ella, despertar con su hijo en los brazos, así que sin preocuparse por vestirse con más formalidad, decidió disfrutar del momento y aceptó el
—De acuerdo —accedió Anja y Milo resopló en señal de asentimiento. Dos horas después un chico sonriente los alcanzaba en el estacionamiento del edificio de oficinas y les entregaba una pequeña bolsa de regalo. —¡Billy! ¿Qué tal? ¿Cómo han estado? —Lo saludó Milo con un abrazo. —¡Movidos, hermano,
El infierno era un momento y un lugar, y era aquel: en los pasillos de su propia empresa en ese instante. Milo se sentía cada vez más nervioso mientras observaba en tiempo real a través de los lentes con cámara cómo Anja se adentraba en la empresa y se encontraba con los empleados implicados en el r
Anja cerró los ojos porque su cuerpo todavía dolía. —No lo sé... desde que era niña, creo. —Bueno, desde que eras niña la medicina ha avanzado mucho —replicó él—. Niko se come sus gomitas diarias y hace más de un mes que no tiene un ataque. —¿Me vas a dar gomitas diarias? —murmuró ella. —Si no t