—Busquen en la casa —pidió Milo acercándose a la bocina del celular—. Cualquier cosa que tenga que ver con él, lo que sea servirá. Billy le contestó que pondría manos a la obra de inmediato y mientras ellos esperaron impacientes hasta que el médico volvió a salir, una hora después. —Ya está establ
Veinticuatro horas habían pasado desde que habían llegado al hospital. El equipo se había encargado ya de todo, y Speedy había tomado un avión privado de regreso a Suiza para entregar el bebé que habían ido a rescatar a su madre. El resto de los muchachos seguía con él en Praga, esperando afuera de
DOS MESES DESPUÉS —¡Anja! —el grito del capitán de restaurante le retumbó en el cerebro como una corneta. Abbot tenía el tono más chillón y desagradable del planeta Tierra y lo peor era que le gustaba usarlo, sobre todo con ella. Anja se limpió los ojos rojos por las lágrimas y salió del refriger
—Entonces un corte rojo... —anotaba Anja en su libreta—. Jugoso... muy jugoso... ok, entiendo, muy poco cocinado... sí señor... sí... —caminó a la cocina a dejar la orden y Sonia la encontró de regreso. —El tipo ese dice que vayas a atenderlo tú —rezongó y Anja miró en su dirección. "El tipo ese",
Anja sintió un tirón de dolor en el pecho. No amaba su trabajo en el restaurante pero sabía que dependía de él. —Estás despedida. ¡Vete de aquí! —¡Bien, entonces págame lo que me debes y me largo! —replicó con un nudo en la garganta. —¿Qué? ¿Pagarte? ¿Sabes cuánto cuesta cada uno de esos cortes d
Anja lo pensó cien veces antes de salir por su puerta. ¿Tenía recelos de lo que pudiera querer aquel hombre? Muchos, pero el asunto era simple: con mucha dificultad había conseguido en el restaurante, el programa de "reinserción a la sociedad" de las prisiones austriacas era una basura, y nadie quer
Milo sentía que algo se le revolvía dentro al verla llorar, porque era demasiado evidente la desesperación y la sinceridad en aquellas lágrimas. —Escucha, no tengo todas las respuestas en mis manos, pero todos dicen que el ADN no miente, ¿verdad? —murmuró levantando su barbilla y mirándola a los oj
La acomodó en el auto y le puso el cinturón antes de llamar a Jhon. —Listo, podemos irnos. —¿Con o sin la chica? —Con la chica —respondió Milo y en cuestión de minutos Jhon alistó todo y se fue a esperarlo al aeropuerto. Él también sentía curiosidad por conocer a la muchacha, pero al menos esper