El mundo era un lugar oscuro, oscuro y frío pero estaba a punto de ponerse peor. Jhon Hopkins jamás había temblado en su vida, pero en aquel momento sentía como si toda su fuerza se estuviera desintegrando, porque su instinto le decía que estaba al borde del dolor más grande de su vida. Sin embargo
—¿No hay nadie con ustedes? "Parece que solo estaban Víktor y la doctora. Chiara no se pudo poner de parto, Jhon, en menos de una hora la operaron..." —¿¡Cómo!? —Jhon sintió que su corazón se detenía. "Que le hicieron una cesárea, jefe, esto fue preparado", aseguró Speedy. "Necesita un médico aho
Dandara. Su pequeña se llamaba Dandara y Jhon cerró los ojos por un segundo, uno solo antes de poner su mano sobre la frente tibia de Chiara y girarse hacia Elías. —Ya sabes lo que tienes que hacer —sentenció con voz tajante. El doctor abrió su maleta médica y del doble fondo sacó una beretta y tr
"Gracias, dios mío... gracias", era lo único que pasaba por su mente mientras escuchaba aquellos chillidos cortos y enojados, porque su hija era una princesa guerrera y estaba muy molesta. "Billy", llamó en un susurro. "Te necesito aquí". Se acercó más a la puerta y la entreabrió viendo a la mujer
La doctora lo miró a los ojos y pudo ver al demonio en ellos y detrás todo el fuego del infierno. Temblorosa alargó a la niña hasta el alcance de Jhon y él la tomó en sus brazos mientras contenía el aliento. En cuanto la tuvo asegurada le dio la espalda a la mujer para proteger a la nena y en el esp
Jhon apretó los dientes, pero no se movió. Las cámaras, ubicadas en diferentes posiciones mostraban tanto el rostro de Víktor como el de Chiara y Jhon sabía que Elías también estaba viendo aquello, listo para intervenir. Ella estaba semisentada en su cama, obviamente haciendo un esfuerzo ímprobo po
Chiara hizo una mueca, nada de aquello tenía sentido, hasta que recordó que Oskar Hanover era un hombre especial, que se había abierto camino por sí mismo en una industria despiadada y que probablemente no estuviera muy dispuesto a mantener chiquillos caprichosos. —¿Y tú no pudiste trabajar por la
A buen entendedor, pocas palabras bastaban. Chiara era una mujer decidida, y si le estaba diciendo que quería a Víktor Hanover muerto, entonces él le entregaría sus malditos huesos limpiecitos en bandeja de plata. Sin embargo en aquel momento tenía que mantenerse lejos de aquel hospital, por más qu