Chiara bajó del avión con elegancia, con los ojos brillantes y la cabeza alta. No había ni un solo mechón de su cabello fuera de lugar, ni una sola arruga en su ropa. Jhon, por otro lado, se apoyó en la puerta de aquel avión como si le hubiera pasado un tornado por encima, con la corbata torcida, el
Mientras, ya Zack entraba por las puertas del hospital con la desesperación vibrándole en el cuerpo. No tardó en encontrar la habitación de Andrea y casi dejó de respirar cuando la vio allí acostada. Corrió hacia ella y tomó su mano con suavidad, acariciando sus dedos besándola mientras trataba de
Hacía tiempo que se había puesto el sol cuando Zack se detuvo en el camino de entrada y apagó el coche. La casa estaba iluminada en la oscuridad y podía ver las siluetas de los muebles en las ventanas, iluminados por la suave luz amarilla de las lámparas. Abrió la puerta del coche y salió, con los p
Zack asintió con un suspiro. Él sabía muy bien dónde Andrea había pescado aquella enfermedad, y lo que más le dolía de todo era que todavía estaban pagando las consecuencias del odio de Mason. El médico se despidió y Zack pasó toda la noche allí, rezando mientras apoyaba su frente en la mano de And
Pasó mucho tiempo antes de que la respiración de Zack se normalizara, pero aunque se quedó dormido, en ningún momento dejó de rodearla con sus brazos. Andrea le acarició el rostro con suavidad y le dio un beso. Recuperarse físicamente de todo lo que le estaba pasando era el primer paso. El segundo
—Solo dime qué tengo que hacer... cualquier cosa. Por favor, Andrea solo dime qué tengo que hacer para que no te vayas... —le suplicó apretando sus manos y besándolas. —Es que yo no me voy a ningún lado —sentenció Andrea y Zack la miró con un gesto de incomprensión—. Son tus maletas, lo que te qued
Nikola Keller escuchó con atención cada palabra de su hijo y cuando por fin terminó su cabeza se movió de un lado a otro con gesto negativo. —Estás desheredado —sentenció y Zack puso los ojos en blanco. —Papá, sabes que a mí nunca me ha importado el dinero... —Pero a mí sí, y como tú ya has demos
—Bien... —suspiró ella intentando no denotar el alivio que sentía con esa respuesta—. Tu mamá cocinó mucho. ¿Te quedas a comer? —Solo si hay helado de postre. —Y tú friegas los platos. —Hecho —sonrió Zack. Se dieron las manos como si se tratara de un negocio, pero ninguno de los dos pudo evitar