—¡Oye, nada de esto fue tu culpa! —murmuró Andrea quitándole la ropa despacio y recorriendo su piel con el dorso de los dedos con suavidad—. Nos salvaste de un infierno, a las dos. Deberías estar orgulloso de eso. ¿Pero cómo iba a estarlo si había pagado por la muerte de un hombre? Zack cerró los
—¿Todavía quieres más? Era una pregunta simple, la respuesta por otro lado, era demasiado complicada. ¿Quería más? Sí, quería todo de Zack Keller, pero también sabía que había mucho en él que necesitaba liberarse. Finalmente asintió sin palabras, incapaz de expresar lo que sentía en ese momento.
Zack se movía sin descanso tras ella, envolviéndola en un abrazo apasionado como si el tiempo no existiera para los dos, y ella sentía el mundo arder solo por verlo en aquel espejo. Estaban completamente inmersos el uno en el otro, en cada movimiento, en cada empuje, Andrea sentía nuevas sensaciones
Durante un largo minuto, un minuto infinito y terrible Andrea cerró los ojos y trató de aceptar aquello. Tenía que hacerlo, no había otra opción. Zack estaba frente a ella consumido por la culpa, estaba segura de que eso jamás lo abandonaría, porque era un buen hombre, un hombre con una conciencia b
—Haz eso... no puedo quedarme con ninguna duda, Gazca, con ninguna —murmuró. Colgó la llamada y se mesó los cabellos, sin saber que en ese mismo momento Andrea lo observaba desde un ángulo del corredor, preocupada porque sabía que aquel sería uno de los obstáculos más difíciles de atravesar para lo
Andrea contuvo el aliento. La idea de que Adriana todavía estuviera en peligro era insoportable, pero la falta de confianza de Zack para comentarle la solución que tenía en mente era todavía peor. —¿Qué quieres decir? ¿Por qué...? ¿Por qué no me va a gustar? —preguntó. —Bueno... la forma más fácil
Andrea sabía que en cierta forma él estaba destrozado, y no era bueno que se negara a hablar con un profesional al respecto, pero finalmente decidió no presionarlo. Cuatro días después, sin embargo, aquella pequeña burbuja de tranquilidad estalló con una sola llamada. —¿Gazca? ¿Qué pasó? ¿Está tod
—¿Vas a estar bien? —preguntó Gazca cuando lo vio poner una mano sobre la baranda de la escalerilla para subirse al avión. —Sí... —respondió Zack, pero no había convicción en sus palabras—. Solo tengo que poner mis pensamientos en orden. Sin embargo aquellos pensamientos estaban mucho peor que cua