CAPÍTULO 91: ME VUELVO A ENAMORAR DE TI.Sebastián susurró suavemente. ―No te vayas… ―mientras extendía su mano para acariciar el rostro sorprendido de Isabella. Ella estaba en shock, con el corazón latiendo a toda velocidad y la respiración agitada. Nunca imaginó que él se despertaría.Aunque se sentía tentada a decirle que sí, las palabras que brotaron de sus labios fueron:―No… no, yo… ―Retrocedió y trató de sonar firme. ―Yo solo bajé por un poco de agua, vi que la manta estaba en el suelo y… ―Frunció el ceño y negó con la cabeza. ―¿Sabes qué? No tengo porqué darte explicaciones, y entre tú y yo…Isabella se quedó sin palabras cuando Sebastián se puso de pie, revelando su torso definido y musculoso, y su falta de pantalones. Ella lo señaló, sorprendida y molesta.―¡Tú…! ¿Por qué estás en ropa interior? ¿Qué te crees?Sebastián ignoró su reclamo y caminó hacia ella. Isabella retrocedió varios pasos hasta que su espalda chocó contra la mesa del comedor.―¿Qué… qué… qué vas a hacer? ―
CAPITULO 92: ¿PAPÁ ME LLEVARAS A LA ESCUELA?Los labios de Sebastián se apoderaron de los de Isabella con dominio, sus manos ansiosas recorrieron su espalda lentamente, mientras ella se entregaba a la sensación de sus dedos cálidos deslizándose por su piel. Sus manos se cerraron en el cabello de su nuca y un gemido involuntario escapó de sus labios, lo que solo sirvió para aumentar el deseo en ambos.En un arrebato de pasión, Sebastián la alzó de las nalgas y la subió encima de la mesa, colocándose entre sus muslos ahora al descubierto. Presionó su erección contra su centro y otro gemido salió de los labios de Isabella. Estaba mal, ella lo sabía, pero no era lo suficientemente fuerte como para luchar contra los deseos que Sebastián despertaba en ella.Él se apartó de sus labios y comenzó a dejar un reguero de besos por su cuello. Su lengua húmeda y cálida lamió cada parte de su clavícula, e Isabella cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, deseando que él llegara tan lejos como qu
CAPÍTULO 93: ¿HA BESADO A MAMÁ?En el auto, Nicholas miraba el paisaje de la ciudad. Sentía una emoción dentro de él, hoy su padre lo llevaría a la escuela y más tarde su madre lo recogería. Era como estar juntos de nuevo. De repente, la misma pregunta que le hizo a su madre volvió a su mente, y esta vez se la hizo a Sebastián.—Papá…—Sí, hijo —dijo Sebastián, mirándolo rápidamente.—Tú y mamá… ¿Se van a reconciliar?Sebastián sonrió y suspiró.—Es lo que papá está tratando de lograr. Solo qué mamá… —se rio de nuevo—, es un poco testaruda.Nicholas asintió.—Sí, mamá es testaruda. No sé por qué no acepta que vuelvas a casa, si luego va a llorar sola en su habitación.Las cejas de Sebastián se apretaron y su semblante se tornó serio.—¿La has visto?Nicholas asintió.—Sí. Pero luego ella dirá que no es nada. Pero sé que lo hace por ti.Sebastián apretó el volante y sus nudillos se volvieron blancos. Se sentía como una mierda al ser el responsable del sufrimiento de Isabella.—Te prome
CAPÍTULO 94: SOLO HAY UNA MUJER A QUIEN AMO.Isabella leyó el mensaje y no respondió. Miró nuevamente las rosas, y la palabra “tíralas” quedaron atragantadas en su lengua. Sin embargo, la rabia aún bullía en su interior.—¿Crees que con rosas vas a arreglarlo todo? Después de todo lo que pasó, ¿piensas que unas flores pueden borrarlo?Agarró el bolso y las llaves de su auto, pasó como un vendaval y ni siquiera se molestó en contestarle a su secretaria. Cuando llegó al edificio de empresas Ashford, todos la miraban asombrados y murmuraban entre ellos. Louis, que salía del área de papelería, se apresuró a ir con ella.—Señora… digo, señorita… ¿Usted?—¿Dónde está tu jefe?—¿El jefe? Él… él está en la oficina, pero está en una reunión, si quiere puedo…—No hace falta, será breve.Isabella se dio la vuelta y fue hasta la oficina, abrió la puerta con decisión y se encontró con Sebastián reunido con otro hombre más. Ambos giraron sus rostros cuando la puerta se abrió, sin embargo, la cara d
CAPÍTULO 95: UNIÓN DE ALMAS.En su oficina, Inesa cerró la puerta con brusquedad, deseando descargar toda su rabia en algo o alguien. De repente, en un arrebato de furia, barrió todo sobre su escritorio. Las palabras humillantes de Sebastián no dejaban de repetirse dentro de ella.—¡Maldit@, mil veces maldit@! —gritó.Para ella, la culpable de todo era Isabella. Si ella no hubiera aparecido en la vida de Sebastián, lo habría conseguido. En este momento sería su esposa y tendría al hombre que quería desde que lo conoció. Pero Isabella había aparecido para arruinarlo todo, y no conforme, no dejaba de molestarlo.Caminó hacia la licorera y se sirvió un vaso de whisky. En sus ojos había un brillo oscuro y cruel.—Ya que insistes en ser mi principal obstáculo, no me dejas otra opción, Isabella.Bebió un sorbo y el líquido le quemó la garganta.—Porque siempre consigo lo que quiero, y lo que quiero en este preciso momento es que desaparezcas.Su teléfono vibró en el suelo. Se agachó para to
CAPÍTULO 96: RESPUESTA INTERRUMPIDA.Esa noche, Isabella invitó a Sebastián a cenar después de pasar el día en casa. Sebastián jugó con Nicholas, alimentó a Sienna y demostró ser un buen padre. Isabella se sintió sorprendida por la experiencia de Sebastián en la crianza y no pudo evitar sonreír al imaginar la infancia feliz de Nicholas.—¿Y cómo te va en la escuela, campeón? ¿Has hecho nuevos amigos? —preguntó Sebastián mientras cenaban.Nicholas pinchó un tomate y se lo llevó a la boca.—Hay una chica que me gusta, papá. Me casaré con ella cuando sea mayor.Todos en la mesa quedaron estupefactos.—¿Te… te gusta? —Isabella no daba crédito a sus palabras.—Sí, es bonita y dulce. He decidido que ella será mi esposa —luego miró a Sebastián y le dijo con total seriedad—. Papá, quiero que hables con su padre.Sebastián se limpió la boca con la servilleta y adoptó una expresión seria con su hijo.—Nicholas, entiendo que ella te guste, pero el amor debe ser recíproco. Si ella se enamora de a
CAPÍTULO 97: PROPUESTA PÚBLICA.Sebastián golpeó la mesa con frustración.―No entiendo cómo pudo pasar esto, Inesa. Los japoneses estaban convencidos, estaba casi hecho.Inesa, con una expresión calculadamente neutral, respondió.―Bueno, nada está asegurado. De repente llamaron y dijeron que había una propuesta mejor. Aunque intenté persuadirlos, no quisieron aceptar. Ahora el problema es para nosotros. Habíamos invertido mucho y no firmamos nada.La preocupación de Sebastián era palpable.―¿Cómo vamos a recuperar las pérdidas?Inesa, manteniendo una fachada de seriedad, disimulaba su satisfacción interna. Había manipulado la situación desde el principio, asegurándose de que los japoneses se retiraran del negocio.―Necesitamos encontrar dinero, y mucho, ―continuó Sebastián, su voz cargada de desesperación. ―Los pagos deben hacerse antes de fin de mes, además de la nómina de la empresa y…Inesa se acercó, fingiendo una empatía que no sentía.―Sebastián, sabes que no estás solo. De todas
CAPÍTULO 98: PRÉSTAMO.Sebastián se ajustó los puños de su camisa mientras entraba en el lujoso restaurante. Para su desgracia, el padre de Inesa se había antojado de cenar el mismo día que él cenaría con Isabella. Pero no estaba dispuesto a quedarse demasiado tiempo; escucharía lo que tenía que decir, hablaría sobre el préstamo y se iría.―Sebastián, qué bueno verte, ―Rodrik se puso de pie y extendió su mano.Sebastián la tomó y la estrechó.―Lo mismo digo, Rodrik. Desde que te fuiste a Inglaterra, te has olvidado de Estados Unidos.El hombre soltó una carcajada y tomó asiento.―Los negocios en Londres van bien y me gusta estar al tanto de mis ingresos. Sin embargo, Inesa me mantiene al tanto de lo que pasa aquí.Sebastián sonrió levemente.―Sí, me imagino. Bueno, ya que estamos aquí, vayamos al grano, Rodrik. Tengo otro asunto esta noche y…―¿Otro asunto? ¿Más importante que la empresa de tu padre?Sebastián apretó los dientes y asintió.―Me atrevería a decir que muchísimo más import