CAPÍTULO 80: ENFRENTAMIENTO.El juicio comenzó y el abogado de Sebastián no perdió tiempo en atacar a Isabella.—Señoría, mi cliente, Sebastián, ha sido un padre ejemplar, mientras que la señora Collins ha demostrado ser completamente inapta para cuidar de los niños. —El abogado hizo una pausa, mirando a Isabella con desdén—. No solo ha demostrado una falta de estabilidad emocional, sino que también ha cometido actos deplorables en el pasado.Isabella miró al abogado con ansiedad, negando con la cabeza, pero sus palabras seguían golpeándola como puñales.—Hace seis años, la señora Collins lucró con Nicholas. Sí, señores, estamos hablando de un acto que corresponde a una pena de cárcel. —El abogado levantó un documento—. Aquí tengo pruebas de los correos electrónicos enviados a mi cliente y de la suma de dinero que recibió en pago por Nicholas hace diez años.Isabella sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. Elijah tomó su mano y le susurró al oído.—Tranquilízate, Isabella. E
CAPÍTULO 81: VERDAD.El ambiente en la sala de juicios se volvió cada vez más denso. El abogado de Sebastián, con una expresión implacable, continúa con su arremetida verbal.—Señoría, es evidente que la señora Isabella persiguió a mi cliente con el único propósito de aprovecharse de su vulnerabilidad. Ella se ofreció como madre sustituta no por altruismo, sino para manipular emocionalmente a Sebastián y asegurar su posición en su vida. Todo esto, bajo el pretexto de salvar a Nicholas.Las palabras del abogado resonaron en la sala, provocando un murmullo inquieto entre los presentes. Isabella, sentada en su silla, abrió los ojos como platos, incapaz de creer lo que está escuchando. Sus manos temblaron ligeramente mientras intentaba mantener la calma.Sebastián, por su parte, frunció las cejas y miró al abogado con una mezcla de incredulidad y rabia. Está a punto de levantarse y protestar cuando Inesa, sentada a su lado, le agarra el brazo con firmeza.—No hagas una estupidez, Sebastián
CAPÍTULO 82: PERDERLO TODO.El juez golpeó su mazo, llamando al orden en la sala, que se había sumido en un caos de murmullos y exclamaciones sorprendidas.—¡Orden en la sala! —demandó, su voz resonando con autoridad.Sebastián, aún aturdido por la revelación, sintió cómo la fuerza de sus emociones lo dejaba sin aliento. Inesa, a su lado, lo miraba con preocupación, consciente del impacto que esta verdad estaba teniendo en él.El abogado de Isabella no perdió tiempo y se dirigió nuevamente a Roberto.—Señor Márquez, ¿puede detallar qué tipo de trato hizo el señor Becker con Sebastián Ashford?Roberto asintió, lentamente, su nerviosismo palpable.—El señor Becker… me pagó para que le dijera a Sebastián Ashford que una mujer con la que había pasado la noche estaba dispuesta a venderle al niño. Me aseguró que era por el bien del niño y que la madre no deseaba involucrarse.El abogado de Isabella se volvió hacia el juez.—Su señoría, queda claro que mi cliente, la señora Isabella Collins,
CAPÍTULO 83: NO HAY NADA ENTRE NOSOTROS.Coraline se apresuró a abrazar a su hijo, desde que se había convertido en adulto jamás lo había visto tan derrotado.—Encontraremos la manera, tú eres… —Coraline comenzó a decir, pero fue interrumpida por la aparición de Isabella.Aunque su hijo y hasta ella misma en algún momento la habían juzgado mal, pedirle al juez que no dejara ver a los niños a su hijo era demasiado. Estaba a punto de decir algo cuando Roger tomó su mano e hizo un movimiento negativo con la cabeza.Isabella se mojó los labios y se dio valor para hablar.—Yo… hablaré con el juez. Creo que hubo una equivocación, quizás el abogado entendió mal, nunca… —sus ojos trataron de no mirar a Sebastián, pero él tenía los ojos fijos en ella, sintiendo cómo un vacío se apoderaba de su interior—. Nunca le pedí que alejara a los niños de Sebastián —terminó diciendo—. Hablaré con el juez y le haré saber de mi decisión. Lo único que quería era que…Hizo una pausa para controlar su corazón
CAPÍTULO 84: PAGAR POR TUS ACCIONES.Mansión BeckerAmanda terminaba de darle de comer a su hijo cuando llamaron a la puerta. El timbre sonaba incesante.—¡Voy! ¡Ya voy! —dijo, mientras se dirigía a la entrada.Cuando abrió la puerta, varios agentes de la policía entraron rápidamente.—¿Ustedes… qué hacen aquí? ¿Por qué…?—¿Quién es? —Marcus terminaba de abrocharse los puños de la camisa y bajaba las escaleras. Sus cejas se fruncieron al ver a los oficiales—. ¿Qué hacen en mi casa?—Señor Becker, queda usted detenido por los cargos de robo y tráfico de menores —dijo uno de los agentes con seriedad.—¡¿Qué?! Tiene que haber una equivocación, ¡yo no soy culpable de nada! —exclamó Marcus, su voz llena de incredulidad y desesperación.Amanda abrió los ojos como platos y se apresuró a intervenir.—¿Quién acusa a mi marido? ¡Él no ha hecho nada! ¿Quién…?—Las pruebas fueron presentadas en el juicio —respondió el oficial con firmeza—. Usted robó y vendió al hijo de su ex esposa, Isabella Col
CAPÍTULO 85: ¿DE QUÉ SIRVE AUTODESTRUIRSE?―¿Dónde está? ―Mateo le preguntó a una Coraline preocupada.―Está arriba, hace dos semanas que no sale de su habitación. Hemos tratado de hablar con él, pero… ―ella se tapó la boca ahogando un sollozo, ―… se niega a escuchar. Incluso no ha visto a los niños desde que Isabella los trajo.Mateo suspiro y asintió para dirigirse a las escaleras.―Hablaré con él, no puede seguir así.―Por favor, Mateo, tú eres su mejor amigo, yo… no soporto ver a mi hijo en ese estado, él… no es mi Sebastián.―No te preocupes Coraline, hoy mismo saldrá de ese estado.Mateo le dio una pequeña sonrisa y fue con su amigo. Subió las escaleras con determinación. Al llegar a la puerta de la habitación de Sebastián, respiró hondo y la abrió lentamente.El olor a alcohol lo golpeó de inmediato, haciéndolo arrugar la nariz.—Joder, ¿desde cuándo estás bebiendo? —dijo Mateo, pasando entre las botellas y acercándose a su amigo.Sebastián estaba medio acostado en la cama, con
CAPITULO 86: ¿AUN LO AMAS?Cuando el abogado se fue, Elijah caminó de un lado a otro como un toro furioso.—La verdad no te entiendo —dijo con un deje de burla—. Acabo de ofrecerme a pagar ese dinero y ¿te niegas? ¿Qué sucede contigo, Isabella?Ella se giró, apretando las manos, tratando de contener su enojo. Desde el juicio, Elijah venía tomando decisiones en su vida sin consultarle y ya no estaba dispuesta a tolerarlo. Después de respirar hondo, se volvió hacia él y dijo con calma:—No quiero que asumas esa deuda porque ya has hecho suficiente, ¿entiendes? Yo… encontraré la manera de solucionarlo, no tienes que…De repente, la risa divertida de Elijah la hizo callarse.—¿Solucionar? ¿Cómo? ¿Tienes los cinco millones? No, ¿verdad? Entonces, ¿cómo vas a hacerlo? ¿Eh, cómo?Ella frunció las cejas, no gustándole la actitud de Elijah.—¿Sabes qué? Es mejor que te vayas, estás muy enojado y…—¡Sí, sí estoy enojado! ¡Estoy furioso! ¿Y sabes por qué? Porque intento por todos los medios que
CAPÍTULO 87: FRÍA INDIFERENCIA. Después de que la reunión terminara, los padres se dispersaron en pequeños grupos para charlar. Sebastián, aislado al otro extremo del jardín escolar, no había dejado de observar a Isabella ni un instante, estaba atento a cada gesto de ella, preguntándose cómo había podido ser tan idiota. Recordó los días felices junto a ella, y cada recuerdo era un puñal en su corazón. «Voy a lograr que me perdones mi amor. Voy a hacerte entender que fui un idiota, pero que no lo volveré a hacer» pensó. Notó la ausencia de Elijah a su lado, lo que aumentó la chispa de esperanza en su pecho. Las palabras de Mateo resonaron en su mente mientras se armaba de valor para acercarse a ella. —Isabella —la llamó con una voz baja, pero firme—, ¿podemos hablar un momento? Isabella giró lentamente, su rostro una máscara de indiferencia. Una madre cercana murmuró una disculpa antes de alejarse, dejándolos solos. —Ahora no es buen momento, Sebastián —respondió ella con frialdad