CAPÍTULO 51: UN SIMPLE PEÓN.Inesa terminaba de arreglarse el cabello cuando su celular vibró en la mesita de noche. Se acercó a contestar, y una sonrisa de victoria adornó sus labios.—¿Qué tal? ¿Está destrozada? —preguntó con una pizca de satisfacción.—¿Destrozada?! ¡La destrozada soy yo! —gritó Amelia, del otro lado, su voz llena de angustia.Inesa frunció el ceño, su expresión cambiando a una mezcla de confusión y preocupación.—¿Qué pasa?—¡Pasa que esa maldita fue al hotel! No sé cómo ni quién le dio la dirección, pero no se tragó el cuento. ¡Me golpeó! Estaba como loca y... —Amelia hizo una pausa nerviosa.—¡¿Y qué, Amelia?! —la instó Inesa, su corazón latiendo más rápido.—Y descubrió que Sebastián estaba drogado. Ella sabe que fue con somníferos. Él estaba mal, no me di cuenta, pero creo que se te pasó la mano.Las alarmas se encendieron dentro de Inesa. Su mente comenzó a trabajar a toda velocidad.—¡¿Cómo está él?! Dime, ¡¿cómo está?!—No lo sé. ¡No lo sé! Ella me enfrentó
CAPÍTULO 52: PREOCUPADA POR TI.Los ojos de Sebastián se abrieron lentamente, la luz del sol de la mañana calentaba su rostro. Cuando finalmente enfocó la visión, sus cejas se apretaron al no reconocer el lugar. Sin embargo, a su lado y sosteniendo su mano, estaba Isabella. Ella sintió el movimiento y también despertó.—Mi amor, al fin —dijo Isabella abrazándolo con fuerza.—¿Qué pasó? ¿Por qué... por qué estoy en un hospital? —preguntó Sebastián, su voz llena de confusión.—¿No recuerdas nada? —Isabella hizo una pausa, sentándose a su lado—. ¿De verdad no recuerdas nada?Sebastián negó con la cabeza.—No, lo último que recuerdo es que quedamos en ir a celebrar. Un inversionista importante cerró un trato con la empresa, Inesa nos acompañó y...—¿Inesa? —lo interrumpió Isabella, con una expresión de sorpresa.—Sí, amor, ¿por qué tienes esa cara? Dime por qué estoy en un hospital.Isabella tuvo una corazonada. Era demasiada casualidad que Inesa estuviera en el club y que Sebastián fuera
CAPÍTULO 53: MÁS CERCA DE SU HIJO.La habitación se sumió en un profundo silencio, donde la tensión era palpable entre Isabella e Inesa.Coraline rompió el silencio.―Pero querida, no te quedes ahí, vamos, entra, entra. ―La instó a acercarse. ―Cariño, Inesa me llamó esta mañana al ver que no fuiste a la empresa. Supuso que tu resaca era muy fuerte. Así que tuve que decirle lo que pasó, no te molesta, ¿verdad? Después de todo, ella es como de la familia.Isabella resopló burlona, haciendo que tanto Inesa como Coraline la miraran.―¿Tienes algo que decir, Isabella? ¿O es que te molesta que ella esté aquí? ―preguntó con desdén Coraline.―¿Quiere la verdad, suegra? ―Isabella enfatizó la última palabra, haciendo que Coraline se tensara.Los ojos de Coraline se entrecerraron, y sus labios se apretaron en una fina línea de desdén.―Ya te he dicho que… ―comenzó, pero fue interrumpida por Inesa.―Coraline, no te preocupes, ―dijo Inesa, dándole una mirada divertida a Isabella, aunque sus ojos de
CAPÍTULO 54: NO ES UNA CASUALIDAD, ¿VERDAD?OCHO MESES DESPUÉS…―Cielo, date prisa, llegaremos tarde a la consulta, ―dijo Sebastián mirando su reloj por quinta vez.―Ya voy, ya voy, ―se quejó Isabella. ―No deberías apurarme, soy yo quien lleva a un bebé de 3.500 kg en su útero, no tú. Sé más considerado.Sebastián sonrió y caminó hacia ella. Se agachó y acarició su prominente abdomen.―Tu mamá es una regañona. Espero que tú, mi princesa, no saques su carácter, pero sí su belleza. No creo que sobreviva con dos mujeres iguales en casa.Isabella rodó los ojos y soltó una risita.―Deja de quejarte, te gusta mi temperamento.Él se inclinó y la besó.―Tienes razón, lo dije solo por molestar. Me gustas tal como eres, esposa.Isabella le devolvió el beso y luego llamó a Nicholas.―¡Nicholas, cariño! Es hora de irnos.El pequeño salió de su habitación con su pequeña maleta. Sin embargo, su expresión no era feliz.―¿Qué pasa, cielo? ―preguntó Isabella preocupada. ―¿Estás nervioso? Solo serán una
CAPÍTULO 55: REVELACIONES Y DECISIONES.Isabella se detuvo con brusquedad y se llevó una mano al pecho, luchando por coordinar su respiración. La marca detrás de la oreja de Nicholas seguía fija en su mente.―Dios, no puede ser…―, susurró. ―Esto… no puede ser… ―Sus manos aún temblaban sin control y su cuerpo estaba frío; se podría decir que estaba en shock. ―Él… ¿Él es mi hijo? ―, murmuró, con los ojos llenos de lágrimas. ―¿Nicholas es mi hijo?Había una mezcla de emociones dentro de ella: felicidad, tristeza… miedo. Miedo a lo que podría venir si resultaba ser cierto.―Tengo que comprobarlo, ―se dijo. ―Tengo que comprobar si Nicholas es mi hijo en realidad, puede que sea una casualidad.Aunque en su interior estaba convencida de que no lo era. Secándose las lágrimas y ajustando su respiración, tomó la decisión.―Voy a hacerlo. Voy a descubrir si eres mi hijo o no.Cuando se levantó, de repente le dolió el abdomen y un quejido de dolor salió de sus labios. Respiró varias veces para m
CAPÍTULO 56: ¡99 % DE COMPATIBILIDAD!Un gemido suave salió de la habitación, mientras que los gruñidos de Marcus se hacían cada vez más fuertes.—Marcus… más rápido, por favor más rápido —suplicó Inesa.El hombre obedeció a la mujer, sus embestidas se hicieron feroces, llevándola hasta el punto más alto de su placer. Cuando Inesa finalmente bajó del éxtasis, trató de controlar su agitada respiración y besó al hombre a su lado.—Definitivamente, eres un león, cariño. Nunca defraudas.Marcus sonrió y la atrajo a su pecho. Inesa se dejó llevar, aunque sabía que solo sería por un tiempo determinado. Una vez que obtuviera lo que quería, despacharía a Marcus de su vida en un santiamén.—Cariño —dijo mientras su mano acariciaba el pecho del hombre—. ¿Cómo es que tú e Isabella terminaron casados? Nunca me has hablado de eso.Marcus se tensó al escucharla. Su semblante cambió y dijo fríamente:—¿Para qué quieres hablar del pasado, Inesa? ¿A qué viene todo esto?Ella sonrió y se subió encima de
CAPÍTULO 57: NOTICIAS INESPERADAS.Sebastián estaba en la sala de conferencias, frente a una mesa larga donde los inversores más influyentes de España se habían reunido.—Como pueden ver, señores, este proyecto no solo es viable, sino que promete ser uno de los más rentables de los últimos tiempos —explicó, señalando con confianza las gráficas en la pantalla.Justo cuando estaba a punto de revelar el punto culminante de su propuesta, su teléfono comenzó a vibrar sobre la mesa de caoba. Intentó ignorarlo, pero el dispositivo persistió, vibrando insistentemente.—Disculpen un momento, por favor —dijo, disculpándose con una mano levantada mientras tomaba el teléfono con la otra.Miró la pantalla: “Hospital Saint John’s”. Su corazón dio un vuelco. Con una disculpa rápida, se alejó de la mesa y contestó la llamada, su voz un poco más baja de lo normal.—¿Sí?—Señor Ashford, le hablamos del hospital Saint John’s. Su esposa ha empezado el trabajo de parto. Debe venir de inmediato.La sangre
CAPÍTULO 58: PLANES MACABROS.En su oficina, Inesa firmaba unos documentos con determinación, sus movimientos precisos y controlados, cuando la puerta se abrió suavemente y su secretaria, una joven de aspecto nervioso, entró con pasos cautelosos.—Entregarle esto a Sebastián —dijo sin levantar la vista—. Dile que nos reuniremos en dos horas con el proveedor para iniciar la construcción.La secretaría tomó los documentos y respondió con voz temblorosa:—Señorita, el señor Ashford no está en la empresa y creo que no vendrá por el resto del día.Inesa levantó la vista, sus ojos brillando con furia.—¡¿Qué?! ¿A dónde fue?—exclamó, su voz cortante.La secretaria se puso aún más nerviosa, sus manos temblando ligeramente.—Bueno, es que… se corre el rumor de que su esposa está dando a luz. Él se fue muy apresurado, incluso suspendió la reunión con los inversionistas de España.Las manos de Inesa se cerraron con fuerza alrededor del bolígrafo, casi rompiéndolo. Sus pensamientos se llenaron de