CAPITULO 47: ESPERALO POR LA MAÑANA.En una mesa apartada del club Dark Rose, Sebastián, Inesa y el inversionista esperaban sus bebidas.―¿Has visto cómo ha fluctuado la bolsa de valores últimamente? Es una locura. ―dijo el inversionista entablando una conversación con Sebastián.―Sí, especialmente con las acciones tecnológicas. Han estado muy volátiles.Mientras tanto, Inesa tecleaba en su teléfono. “Él está aquí", escribió. La otra persona respondió rápidamente: "¿Seguiremos el plan?" "Por supuesto", respondió ella.La verdad era que Inesa había preparado todo con antelación, así que la proposición del inversor no fue una casualidad. Ella le había dicho que hiciera la invitación, alegando que Sebastián estaba teniendo demasiado estrés en casa.Mientras tanto, en el departamento, Isabella terminaba los últimos detalles para la sorpresa. Había colocado la prueba en una caja de regalo y además había preparado una cena especial. Sin embargo, Sebastián no contestó su mensaje. Miró nueva
CAPITULO 48: ABRE LA PUERTA.El taxi se detuvo delante del club, e Isabella salió hecha un demonio. En su mente solo se repetía una oración: no permitiría que nuevamente le vieran la cara. Aunque esto le dolía más que cuando Marcus la traicionó con Amanda, esta vez no sería la estúpida que permitiría que le quitaran a su marido. Entró al club y se dirigió a la recepción.—¿Sebastián Ashford? —preguntó con voz firme.La recepcionista dudó en darle el número de habitación, pero al ver la furia emanar de Isabella, finalmente cedió.—Habitación 201 —dijo con voz temblorosa.Isabella se dirigió al ascensor y, una vez dentro, respiró hondo. Al llegar al piso, se plantó frente a la puerta de la habitación 201 y comenzó a golpear con fuerza.—¡Abre la puerta, Sebastián! ¡Sé que estás allí! ¡Abre la m*****a puerta y dame la cara!Dentro de la habitación, Amelia abrió los ojos con sorpresa al escuchar la voz de Isabella. No estaba en los planes que ella apareciera.—¿Qué hago? ¿Qué hago? —murmu
CAPÍTULO 49: ¡LO DROGASTE!—¡Sebastián, despierta! —gritó, sacudiéndolo con más fuerza.Al ver que no reaccionaba, Isabella comenzó a sospechar que algo más estaba ocurriendo. Observó a Sebastián con más detenimiento. Su respiración era irregular y su piel estaba fria.El pánico se intensificó en ella.Salió de la habitación y encontró a Amelia a punto de irse.—¿Qué le diste? —exigió, su voz cargada de furia.Amelia se puso nerviosa, intentando mantener la compostura.—Solo está borracho —dijo, evitando la mirada de Isabella.Isabella la miró fijamente, notando el nerviosismo en sus ojos.—¡No está borracho! —gritó—. ¡Lo drogaste, maldita! ¿Qué le diste?Amelia negó con la cabeza, pero no pudo ocultar el temor en su rostro.—No sé de qué hablas —dijo, su voz temblorosa.Isabella perdió el control y se abalanzó sobre Amelia, agarrándola por el cabello.—¡Me vas a decir ahora mismo qué le diste! —gritó, sacudiéndola con fuerza—. ¡O te voy a dar la lección de tu vida, desgraciada!Ameli
CAPÍTULO 50: FELICITEME, ESTOY EMBARAZADA.En el hospital, la tensión se podía cortar con un cuchillo. Isabella esperaba fuera de la sala de emergencias, cada minuto que pasaba sin noticias se sentía como una eternidad.Finalmente, el doctor salió, quitándose los guantes con un gesto serio.—¿Cómo está mi esposo? —preguntó Isabella, levantándose de un salto.—Estable, pero aún no recupera la conciencia. El somnífero que le administraron fue en una dosis bastante alta y más cuando el paciente había consumido alcohol en exceso. Vamos a mantenerlo bajo observación las próximas horas —explicó el doctor.Isabella asintió, sintiendo un alivio momentáneo.Estaba a punto de preguntar cuando podría verlo cuando llegaron los padres de Sebastián.―¡¿Cómo está mi hijo?! ―Coraline se apresuró a interrogar al doctor ―¿Dónde está quiero verlo?―Cálmate mujer ―dijo el padre de Sebastián ―Deja que el médico hable.Isabella le había pedido a Louis que los llamara, considero que en esa situación era nec
CAPÍTULO 51: UN SIMPLE PEÓN.Inesa terminaba de arreglarse el cabello cuando su celular vibró en la mesita de noche. Se acercó a contestar, y una sonrisa de victoria adornó sus labios.—¿Qué tal? ¿Está destrozada? —preguntó con una pizca de satisfacción.—¿Destrozada?! ¡La destrozada soy yo! —gritó Amelia, del otro lado, su voz llena de angustia.Inesa frunció el ceño, su expresión cambiando a una mezcla de confusión y preocupación.—¿Qué pasa?—¡Pasa que esa maldita fue al hotel! No sé cómo ni quién le dio la dirección, pero no se tragó el cuento. ¡Me golpeó! Estaba como loca y... —Amelia hizo una pausa nerviosa.—¡¿Y qué, Amelia?! —la instó Inesa, su corazón latiendo más rápido.—Y descubrió que Sebastián estaba drogado. Ella sabe que fue con somníferos. Él estaba mal, no me di cuenta, pero creo que se te pasó la mano.Las alarmas se encendieron dentro de Inesa. Su mente comenzó a trabajar a toda velocidad.—¡¿Cómo está él?! Dime, ¡¿cómo está?!—No lo sé. ¡No lo sé! Ella me enfrentó
CAPÍTULO 52: PREOCUPADA POR TI.Los ojos de Sebastián se abrieron lentamente, la luz del sol de la mañana calentaba su rostro. Cuando finalmente enfocó la visión, sus cejas se apretaron al no reconocer el lugar. Sin embargo, a su lado y sosteniendo su mano, estaba Isabella. Ella sintió el movimiento y también despertó.—Mi amor, al fin —dijo Isabella abrazándolo con fuerza.—¿Qué pasó? ¿Por qué... por qué estoy en un hospital? —preguntó Sebastián, su voz llena de confusión.—¿No recuerdas nada? —Isabella hizo una pausa, sentándose a su lado—. ¿De verdad no recuerdas nada?Sebastián negó con la cabeza.—No, lo último que recuerdo es que quedamos en ir a celebrar. Un inversionista importante cerró un trato con la empresa, Inesa nos acompañó y...—¿Inesa? —lo interrumpió Isabella, con una expresión de sorpresa.—Sí, amor, ¿por qué tienes esa cara? Dime por qué estoy en un hospital.Isabella tuvo una corazonada. Era demasiada casualidad que Inesa estuviera en el club y que Sebastián fuera
CAPÍTULO 53: MÁS CERCA DE SU HIJO.La habitación se sumió en un profundo silencio, donde la tensión era palpable entre Isabella e Inesa.Coraline rompió el silencio.―Pero querida, no te quedes ahí, vamos, entra, entra. ―La instó a acercarse. ―Cariño, Inesa me llamó esta mañana al ver que no fuiste a la empresa. Supuso que tu resaca era muy fuerte. Así que tuve que decirle lo que pasó, no te molesta, ¿verdad? Después de todo, ella es como de la familia.Isabella resopló burlona, haciendo que tanto Inesa como Coraline la miraran.―¿Tienes algo que decir, Isabella? ¿O es que te molesta que ella esté aquí? ―preguntó con desdén Coraline.―¿Quiere la verdad, suegra? ―Isabella enfatizó la última palabra, haciendo que Coraline se tensara.Los ojos de Coraline se entrecerraron, y sus labios se apretaron en una fina línea de desdén.―Ya te he dicho que… ―comenzó, pero fue interrumpida por Inesa.―Coraline, no te preocupes, ―dijo Inesa, dándole una mirada divertida a Isabella, aunque sus ojos de
CAPÍTULO 54: NO ES UNA CASUALIDAD, ¿VERDAD?OCHO MESES DESPUÉS…―Cielo, date prisa, llegaremos tarde a la consulta, ―dijo Sebastián mirando su reloj por quinta vez.―Ya voy, ya voy, ―se quejó Isabella. ―No deberías apurarme, soy yo quien lleva a un bebé de 3.500 kg en su útero, no tú. Sé más considerado.Sebastián sonrió y caminó hacia ella. Se agachó y acarició su prominente abdomen.―Tu mamá es una regañona. Espero que tú, mi princesa, no saques su carácter, pero sí su belleza. No creo que sobreviva con dos mujeres iguales en casa.Isabella rodó los ojos y soltó una risita.―Deja de quejarte, te gusta mi temperamento.Él se inclinó y la besó.―Tienes razón, lo dije solo por molestar. Me gustas tal como eres, esposa.Isabella le devolvió el beso y luego llamó a Nicholas.―¡Nicholas, cariño! Es hora de irnos.El pequeño salió de su habitación con su pequeña maleta. Sin embargo, su expresión no era feliz.―¿Qué pasa, cielo? ―preguntó Isabella preocupada. ―¿Estás nervioso? Solo serán una