CAPÍTULO 35: NO SIGNIFICA QUE LA AME.Sebastián miró a Isabella y vio la ansiedad en su rostro.—Debemos ir a un hospital, vamos a un hospital, Sebastián —dijo ella, con la voz llena de miedo.—Sí, sí, tienes razón —respondió él, cargando a su hijo en brazos y caminando deprisa hacia el auto.En poco tiempo llegaron al hospital más cercano. Nicholas fue revisado y ahora estaba descansando en una cama. Sebastián e Isabella esperaban ansiosos en la sala de espera cuando el médico finalmente salió para hablar con ellos.—Señor y señora, Nicholas está bien. La hemorragia nasal fue un síntoma común de su enfermedad, pero entiendo que puede ser muy alarmante —dijo el médico con voz calmada.―¿Es normal que pase esto? —preguntó Isabella, todavía con el rostro pálido.—Sí, debido a la condición de Nicholas, es algo que puede suceder. Su sistema inmunológico está más comprometido, lo que puede causar estas hemorragias —explicó el médico.—¿Estamos haciendo todo lo posible para cuidarlo? —pregun
CAPÍTULO 36: PRIMERAS PISTAS.Isabella pasó el resto del día con Nicholas después de llegar al departamento, mientras que Sebastián revisaba la bolsa de valores y comprobaba las acciones de la empresa. No obstante, su mente siempre estaba en Isabella. De repente, dejó la laptop sobre la cama y salió de la habitación dispuesto a buscarla.Quería explicarle, aunque no entendía por qué. Pero una sensación de culpa le apretaba el pecho, sin mencionar que las palabras de Mateo aún seguían dando vueltas en su cabeza.«Espero que no sea tarde cuando lo veas…»―¿Tarde? ¿Tarde para qué? ―murmuró.«No te hagas el idiota, Sebastián… Sabes muy bien de lo que Mateo habla, tus sentimientos no son tan superficiales como quieres hacer ver. Isabella es mucho más que solo follar, ella te gusta» pensó.Cerró los ojos y resopló divirtiéndose con sus propios pensamientos.―Tienes demasiada m****a en la cabeza, Sebastián ―se dijo ―¿Enamorarte? ¿De ella? ¿Una mujer que solo tienes pocos días en tu vida? La v
CAPÍTULO 37: ELLA NO ERA TÚ.Isabella acariciaba el cabello de Nicholas cuando sintió la puerta cerrarse con fuerza. Su corazón dio un vuelco. Se levantó y abrió lentamente la puerta de la habitación, descubriendo que las llaves del auto ya no estaban.―¿Se fue? ―susurró.El dolor se apoderó de su pecho al pensar en Sebastián. La idea de que él se fuera sin decir nada la hería profundamente, como una daga clavada en su corazón. Sabía que su relación era un acuerdo, pero en el fondo había comenzado a albergar esperanzas de algo más. ¿Por qué esta sensación de pérdida era tan intensa?―Quizás es lo mejor, Isabella, quizás es lo mejor ―se dijo a sí misma, aunque no podía evitar que las lágrimas comenzaran a formarse en sus ojos.Mientras tanto, Sebastián conducía a toda velocidad, sus manos apretaban con fuerza el volante y sus labios se apretaban aún más.«¿Por qué te importa? ¿Por qué diablos te importa si ella te rechaza?», gritó en su mente.Pero sabía la respuesta. Desde que Amelia
CAPÍTULO 38: VERDADEROS SENTIMIENTOS Las palabras de Sebastián agitaron el corazón de Isabella, y aunque no quería emocionarse, no pudo controlar este sentimiento. Estaban en la sala de estar, la luz tenue de una lámpara iluminaba suavemente el espacio, creando un ambiente íntimo.—Ella no eres tú —dijo Sebastián, mirándola fijamente.Isabella sintió un nudo en la garganta. Trató de apartar la mirada, pero no pudo. Había algo en sus ojos que la mantenía atrapada.—Sebastián, creo que…―Me gustas —dijo él, sin apartar la vista de ella—. Y sé que esa no es la palabra correcta para definir lo que siento, pero… —acarició su rostro con ternura— siento muchas cosas por ti, Isabella.Ella jadeó ante su confesión y trató de apartarse.—No, no, esto no está bien. Estás borracho. Mañana…—Dicen que los borrachos dicen la verdad, ¿no? —la interrumpió—. Entonces déjame decirte mi verdad. Yo creo que… me estoy enamorando de ti.El corazón de Isabella por poco se sale de su pecho. Sebastián estaba
CAPITULO 39: INDIFERENCIA.—¿De verdad vas a hacer eso?—Sí, estoy seguro.El sueño abandonó a Mateo rápidamente. Salió de la cama en total desnudez y miró hacia la calle por la ventana.—Pues, ¿qué te digo? Estoy feliz. Tomas la decisión correcta. Isabella es una buena mujer y no es como Amelia. No puedes condenar a todas solo por una.—Entonces, ¿me vas a ayudar?Sebastián miraba de vez en cuando hacia el baño.—Cuenta con ello. Te enviaré un mensaje cuando tenga todo listo.—Bien, y ya sabes, no quiero un solo error.—Tú deja todo en mis manos. No en vano soy popular entre las mujeres.Sebastián rodó los ojos y colgó. Dejó el celular en la mesa de noche y fingió dormir. Cuando Isabella salió, lo miró rápidamente y suspiró, luego se fue a preparar el desayuno.Sebastián, con los ojos entreabiertos, observó cómo Isabella se movía con gracia por la habitación. Su determinación se fortalecía con cada segundo que la veía. No quería perder la oportunidad de demostrarle sus verdaderos sent
CAPITULO 40: CONFESION ROMANTICADespués de prepararse, el auto que había enviado Sebastián llegó a la hora indicada. Isabella se había vestido elegante, aunque no sabía si era lo correcto, y de paso no podía evitar estar nerviosa. Mientras transitaban la ciudad, no dejaba de preguntarse a dónde irían. Su estómago dolía, como si mariposas revolotearan dentro de él. Finalmente, el auto se detuvo frente al edificio más alto de Sídney.—Hemos llegado, señora —dijo el chófer.Isabella asintió y se apresuró a salir del auto.«¿Un edificio? ¿Será que tiene una reunión?»Siguió adelante y pronto fue recibida por una mujer.—Señora Ashford, su esposo, la está esperando.Isabella asintió y siguió a la mujer, pero su corazón latía con fuerza. Minutos después, llegaron a lo que parecía ser el último piso del edificio.—¿La… la azotea?—Sí, su esposo la espera detrás de esa puerta, señora Ashford.Isabella estaba nerviosa. No le tenía miedo a las alturas, pero ¿para qué quería verla Sebastián en
CAPITULO 41: EL UNICO—Yo… —de repente, el teléfono de Sebastián sonó. Él le hizo un gesto a Isabella para que se detuviera y miró la pantalla.Era Mateo, hizo una mueca y cortó la llamada y miró a Isabella de nuevo.—Es Mateo, seguro está llamando para saber qué tal la cena. Continúa, amor. ¿Tú qué?Las manos de Isabella estaban frías y sudorosas.—Primero quiero que sepas que no…El celular sonó nuevamente.—¡Joder! —miró y era Mateo otra vez—. Lo siento, amor, voy a apagarlo, así no nos interrumpirá de nuevo.En ese momento llegó un mensaje: “Contesta, es urgente”. La curiosidad picó en él, pero primero quería escuchar lo que Isabella tenía para decir.—Si quieres, puedes llamarlo. Esto puede esperar. ―dijo ella de repente.― ¿Seguro?―Sí, ve. ―Isabella quería retrasarlo cuanto pudiera.—Está bien —dijo Sebastián, devolviéndole la llamada a su amigo—. Estaré aquí en un segundo, amor.Sebastián se alejó un poco y esperó a que Mateo atendiera. Cuando lo hizo, no dudó en reprocharle.
CAPITULO 42: EXTASIS EN LA CENA Sus bocas chocaron en un beso posesivo, Isabella gimió cuando la lengua de Sebastián se adentró en su boca y jugó con la de ella. Se estremeció cuando su cuerpo sintió la calidez del de él. El sujeto su nuca y ladeo la cabeza para besarla más profundamente, era como si quisiera tragársela entera, su otra mano le sujeto la cadera con posesividad, pegando su pelvis contra la de ella y haciéndola temblar su Isabella sintió la dureza de su polla a través de los pantalones. De repente la hizo girar haciendo que sus pechos se presionaran contra la mesa, Isabella soltó otro gemido cuando lo sintió deslizar sus manos debajo de su vestido y recorrerle los muslos. Su tacto era áspero, rudo, varonil. ―Me encanta tu piel ―susurro a medida que las yemas de sus dedos delineaban el interior de sus muslos ―Pero más me encanta esto… ―dijo cuando llego a la elástica de sus bragas. ―Sebastián… ―Isabella murmuro mientras apretaba las manos sobre el mantel. ―Por favor…