HAHAHAHA. Ese muchachito va a llegar rápido, responsable mi hijo literario. xoxo
CAPÍTULO 27: PLANEAR UNA BODA.—¿Así que fue a ver a un investigador privado? —preguntó Inesa, mirando al hombre con curiosidad.—Sí, señora. ―El hombre que había sido contratado por Inesa para seguir a Isabella le dio toda la información. ―Al parecer, la señorita Collins está buscando a su hijo —respondió el hombre.Los movimientos de Inesa se congelaron al escuchar esto. Sus ojos se entrecerraron y una sonrisa malvada apareció en sus labios.—¿Hijo? —dijo Inesa, sorprendida y luego intrigada.—Así es. Tuve que sobornar a una de las empleadas de la oficina. La información es 100 % segura. Ella está buscando a su hijo —confirmó el hombre, asintiendo.Inesa se reclinó en su silla, pensativa, y su sonrisa se volvió más pronunciada.—Así que la m*****a es madre, ¿eh? ¿Quién lo diría…? —dijo con una risa sarcástica. El hombre la observaba, esperando más instrucciones. —La pregunta es, si Sebastián lo sabe.―¿Quiere que siga investigando? —preguntó el hombre, ansioso.—Por supuesto que sí,
CAPÍTULO 28: VESTIDO DE NOVIA―Por favor quítese la ropa.―¡¿Q… qué?! ―los ojos de Isabella se abrieron sorpresivamente.La modista enviada por Sebastián suspiro.―Querida es para tomar tus medidas, el señor Ashford me ha encomendado la tarea de hacer tu vestido de novia y fue muy explícito en decir que quería lo mejor. Así que… ―la mujer la señaló de arriba abajo ―… fuera ropa.―Pero… es solo un vestido de novia, no veo porque yo…―No me asusta la desnudez. A ti tampoco debería ―la reprendió Monique, la mejor modista de la ciudad.Justo cuando Isabella iba a replicar la puerta se abrió, un sonriente Sebastián cerró la puerta detrás de él.―Veo que ya conoces a mi prometida, ¿eh?―Sí. Pero debo decir, señor Ashford, que es un poco remilgada para mi gusto.La risa de Sebastián llenó la habitación y las mejillas de Isabella se calentaron.―No veo por qué tengo que desnudarme para un simple vestido ―dijo Isabella, molesta por el tono burlón de Sebastián.―No es un simple vestido, señorita
CAPÍTULO 29: SABOTAJE.―¿Hiciste lo que te pedí?―Sí, señorita, todo se hizo como se ordenó.Inesa sonrió satisfecha.―Bien, te has ganado un buen pago. ―Extendió el cheque hacia la mujer y antes de que lo tomara, agregó ―¿Segura que nadie te vio?―Sí, señorita, me encargué de que no hubiera nadie cerca.Inesa le dio una mirada penetrante.―Está bien, pero recuerda, si caes, no te atrevas a relacionarme contigo, ¿está claro?―No, señorita, no diré nada.Inesa soltó el cheque y la joven lo guardó en sus pechos. Inesa se había puesto en contacto con ella y le ofreció una buena suma de dinero para que saboteara el vestido de novia de Isabella. La joven que tenía a su madre enferma vio una solución a sus problemas, sabía que estaba mal, pero esa fue su única salida. Así que cortó con unas pequeñas tijeras lugares estratégicos del vestido, por lo que este se rompería fácilmente.Una vez que se fue, Inesa subió a su auto.―Llévame a la catedral San Jorge, hay un espectáculo que presenciar.E
CAPÍTULO 30: UN PLAN QUE FALLA. Isabella caminó lentamente hacia el altar, su corazón latiendo con fuerza. Sentía que algo no estaba bien con su vestido. Al llegar junto a Sebastián, él pudo notar su incomodidad. ―Gracias, papá. ―le di una sonrisa y luego se inclinó hacia Isabella ―¿Qué sucede? No me digas que… ―Mi vestido… está mal. Sebastián la observó confundido y vio cómo ella sostenía deliberadamente la parte superior de su vestido. ―¿Qué pasa? ―No lo sé, pero… está como roto. ―¿Qué? Ese maldito vestido costó 10.000 dólares. ―Pues tu modista Monique, te estafo y por favor no maldigas en la iglesia, es pecado. Él apretó los labios y suspiró levemente. ―Genial, lo que nos faltaba ser la comidilla delante de todos, voy a arreglar cuentas con Monique. ―luego miró a los invitados ―Parece que la novia y yo tenemos un pequeño asunto que resolver. ¡No se vayan a ningún lado! El padre se sintió preocupado mientras Sebastián tomaba la mano de Isabella. ―Volvemos en un momento.
CAPÍTULO 31: SE CANSARÁ DE TI. ―Sebastián… ―Isabella se volteó esperando ver a su marido, su sonrisa se esfumó cuando vio a Inesa en la puerta, mirándola con ojos hostiles y casi echando humo por las orejas.―¿Qué quieres? ―preguntó frunciendo el ceño. Inesa cerró la puerta tras de sí con un movimiento deliberado y avanzó hacia ella, sus tacones resonando en el suelo de mármol. ―Lo que quiero, Isabella, es ponerte en tu lugar. Isabella se cruzó de brazos, tratando de mantener la calma. ―No tengo tiempo para sus juegos. Si tienes algo que decir, dígalo rápido. Inesa sonrió con frialdad, una sonrisa que no alcanzó sus ojos. ―Oh, tengo mucho que decir. Para empezar, no puedo creer que tengas la osadía de pensar que puedes reemplazarme. Sebastián puede haberte elegido, pero todos sabemos que solo eres una distracción temporal. Isabella sintió un nudo en el estómago, pero no dejó que Inesa lo notara. ―No tienes idea de lo que habla. Usted… Inesa soltó una carcajada fría. ―¿De ve
CAPÍTULO 32: UN REGRESO INESPERADO.Isabella, se giró bruscamente, tratando de ocultar su angustia.―No es nada, solo… solo una llamada.Sebastián se acercó dándole una mirada aguda.―¿Lloras por nada? ―preguntó, secando una lágrima que caía por su mejilla.Isabella se puso muy nerviosa. No podía decirle que su exmarido la había llamado y que le había dicho que tenía información de su hijo. Tenía miedo de cómo Sebastián reaccionaría. Se secó las lágrimas rápidamente y forzó una sonrisa.―Bueno, es que… mi mejor amiga me llamó y hablamos sobre la boda y… sé que no es una boda real, pero… no pude evitar emocionarme, yo…Sebastián relajó el rostro y la abrazó.―Entiendo, estás emocionada.―Sí ―dijo ella, cerrando los ojos y escuchando los latidos en su pecho.―Bueno, no tiene nada de malo, es tu boda al final de cuentas. ―la apartó suavemente y acunó su cara.― Ahora nos iremos de luna de miel. Vine a ver si estás lista.Isabella miró sus profundos ojos azules, eran del mismo color del cie
CAPÍTULO 33: AHORA TENGO UNA FAMILIA. Aunque Isabella se sintió lastimada por las palabras frías de Sebastián, aceptó que tenía razón. Ella estaba cometiendo el error de involucrarse, después de todo, él había sido claro. ―Pensé que… dijo Amelia, pero Sebastián la interrumpió. ―Sin embargo, no te equivoques. No es su madre biológica, pero es mi esposa, y, por lo tanto, su madre desde hoy. Amelia apretó los dientes, pero siguió con su teatro. ―En cuanto a tu amnesia, pues… es lamentable, pero honestamente no entiendo qué tiene eso que ver conmigo. ¿Fui yo el responsable? ―Sebastián la miró con frialdad. ―Me alegra que finalmente recuerdes, Amelia. Ahora podrás seguir con tu vida, espero que lejos de mí, claro está. La verdad, no estoy interesado en retomar nada. Como tú misma dijiste, ahora tengo una familia. ―miró ligeramente a Isabella y sonrió. ―Y si me disculpas, tengo un vuelo que tomar, me voy de luna de miel. Se giró y ayudó a subir a Isabella al auto. Nicholas no se giró t
CAPÍTULO 34: PASEO EN FAMILIA.Al día siguiente, Nicholas se despertó más temprano que de costumbre. Como cualquier niño de su edad, abrió la puerta de la habitación de sus padres y corrió hacia la cama.—¡Papá! ¡Mamá! Despierten, es hora de ir al parque Kadaku.Sebastián no abrió los ojos y, en cambio, se acomodó más en la cama y le dijo somnoliento:—Mamá, te ayudará a vestirte, hijo. Dile a ella.Isabella ya había abierto los ojos y tenía una gran sonrisa.—Tienes mucha energía, ¿eh?—¡Sí, sí! Ya quiero ver los canguros y los cocodrilos, ¡y también los emús!Isabella se rio y acunó su cara para besarle la nariz.—Está bien, pequeño terremoto, espérame en la sala. Primero comerás algo.El niño asintió y salió corriendo hacia donde le había dicho su madre. Isabella estaba por levantarse, pero de repente fue llevada hacia atrás.—¿No hay beso para mí? —dijo Sebastián en tono seductor.Isabella se giró y le dio un pequeño beso, luego le regañó.—¿No se supone que seguías dormido?Sebast