Habían pasado los días y el acercamiento entre Valeria y Guillermo era inminente. Definitivamente no cabía duda de que Laura había jugado un papel muy importante entre ambos, ya que ella hacía que Valeria se acercara más a Guillermo.Se acercaba la Navidad, una de las fechas más importantes y favoritas de Laura. La pequeña había estado esperando con ansias el fin de semana, cuando Valeria le prometió que decorarían la mansión con adornos navideños. El sábado llegó, y ambas estaban en la luminosa sala, rodeadas de cajas llenas de adornos. Laurita, con su energía contagiosa, miró a su madre con emoción.—Mami, ¿dónde quieres que pongamos el árbol? —preguntó, con una sonrisa radiante.—Creo que cerca de la chimenea —respondió Valeria, sintiendo la calidez de la idea—. Así Santa Claus puede dejar los regalos justo allí, porque él baja por la chimenea, ¿no es así, amor?—¡Sí! —exclamó Laurita, con sus ojos brillantes de inocencia—. ¡Eso es perfecto!Comenzaron a sacar adornos de las cajas
La mañana siguiente llegó con un aire fresco y vibrante, típico de las festividades navideñas. Valeria se despertó abrazada a Guillermo, sintiendo la calidez de su cuerpo y el latido sereno de su corazón. Sin embargo, la inquietud de la llamada anónima de la noche anterior seguía rondando su mente. “¿Quién habrá hecho esa llamada?” pensó, mientras se levantaba de la cama con la intención de prepararle un desayuno especial a Guillermo y Laurita, intentando ahogar sus preocupaciones en la rutina.Mientras tanto, Guillermo se despertó con una sonrisa, recordando la mágica noche que habían compartido. Se estiró y se levantó, decidido a hacer de ese día algo memorable. Se dirigió a la cocina, donde encontró a Valeria preparando panqueques.—¡Buenos días, chef! —dijo, acercándose y abrazándola por la cintura.—¡Buenos días, amor! —respondió Valeria, sonriendo, pero su mirada revelaba una sombra de preocupación. “No puedo dejar que esto me afecte hoy”, pensó.Guillermo notó el cambio en su e
Cuando Guillermo abrió la puerta, su expresión se tornó seria al reconocer a Tania.—¡Tania! ¿Qué haces aquí? —preguntó, intentando mantener un tono neutral.—Hola, Guillermo —respondió ella, esbozando una sonrisa que no reflejaba sinceridad—. No pensé que mi presencia te pusiera tan nervioso.Guillermo sintió un nudo en el estómago. Era consciente de que Tania representaba un capítulo complicado de su pasado, uno que había intentado dejar atrás.—Te hice una pregunta —continuó Tania, adoptando una postura firme—. ¿Qué haces aquí?—Vine porque tengo algo serio que discutir contigo —dijo, su tono tornándose más grave.—¿Hablar? Tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Creo que ya hiciste suficiente con toda la manipulación que montaste para separarme de Valeria, pero no te saliste con la tuya.—Lo que ocurrió entre nosotros no fue una manipulación; me hiciste tuya y lo disfrutaste.—¡Eso es mentira! No recuerdo nada. Todo ha sido una artimaña para separarme de Valeria, y ese juego se ha
Guillermo se agachó junto a Tania, tomando su pulso mientras intentaba mantener la calma. “¿Qué te sucede?”, murmuró, preocupado. Tania, aún simulando estar inconsciente, se presentaba ante él como una figura frágil e indefensa, una imagen que contrastaba marcadamente con la mujer desafiante que había estado frente a él momentos antes.Mientras la sostenía, su mente se llenó de confusión. “¿Es posible que realmente esté embarazada?”, reflexionó, sintiendo una mezcla de angustia y responsabilidad. La idea de que un hijo pudiera estar en camino lo atormentaba.De repente, Tania abrió los ojos, parpadeando lentamente. Guillermo sintió un alivio inmediato, aunque también inquietud.—¿Qué ocurrió? —preguntó ella, con una voz débil, tratando de mantener su magistral actuación.—Te desmayaste de repente. Creo que necesitas descansar, Tania.Ella se incorporó con lentitud, frotándose la cabeza.—Lo siento… no sé qué me pasó. Solo me siento tan abrumada —respondió, con un tono tembloroso.Guil
Guillermo observó a Valeria con una expresión de angustia, consciente de que las palabras que estaba a punto de pronunciar podrían tener consecuencias significativas.—Valeria..cariño, es que….Tania está aquí, pero no quiero que te preocupes. Estoy intentando gestionar la situación —respondió, esforzándose por sonar convincente.Valeria frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda; la pesadilla parecía regresar a su vida. Su mirada se endureció.—¿Gestionar la situación? ¿Cómo puedes afirmar eso? ¡Ella representa una amenaza para nosotros! ¿No te das cuenta? —exclamó, sintiendo que la rabia comenzaba a brotar en su interior.—Lo sé, pero… —Guillermo dudó un momento, buscando las palabras adecuadas—. Ella afirma estar embarazada, y necesito verificar si es cierto. No puedo ignorar algo tan importante como la posibilidad de un hijo.Valeria se quedó paralizada, sus ojos se abrieron con incredulidad.—¿Embarazada? ¿De ti? ¡Ja! No me hagas reír —su voz temblaba entre la in
Guillermo, visiblemente molesto con Valeria, le preguntó: —¿Esperas a alguien?—No, pero tal vez deberías abrir; podría ser alguna de tus amantes —respondió Valeria, llena de desdén. Guillermo decidió ignorar el comentario, sin querer prolongar la discusión. Al abrir la puerta, se quedó sorprendido y rápidamente miró a Valeria.—La visita es para ti. Es tu ex prometido, Javier. Así que, ¿por qué no vas a saludarlo? —dijo, con un tono cargado de sarcasmo y celos. Valeria, atónita, no comprendía por qué Javier estaba allí después de tanto tiempo.—¿Qué haces aquí, Javier? —preguntó Valeria, su rostro palideciendo.—Hola, Valeria. Veo que no me esperabas. Solo pasé a saludarte, pero si molesto…Valeria, frustrada por la presencia de Tania en la mansión, decidió responder a Javier para incomodar a Guillermo: —No, claro que no molestas. Solo me tomaste por sorpresa, pero por favor, pasa. También tengo derecho a recibir a mis amigos.Guillermo, consumido por los celos, no podía soportar la
Guillermo se sentó en el borde de la cama de Tania, observando cómo ella se acomodaba en las sábanas. La tensión en el ambiente era palpable, y aunque su mente estaba llena de pensamientos sobre Valeria, no podía ignorar la presencia de Tania, quien lo miraba con ojos llenos de expectativa.—¿Te sientes mejor? —preguntó él, intentando sonar indiferente.—Un poco, gracias. Solo necesito descansar un rato —respondió Tania, sonriendo con dulzura. —Pero, Guillermo, hay algo de lo que deberíamos hablar.Él frunció el ceño. No estaba seguro de querer escuchar lo que Tania tenía que decir, pero sabía que no podía ignorarla.—¿De qué se trata? —inquirió, cruzando los brazos.—Sobre Valeria… —comenzó Tania, con un tono de voz suave y calculadora—. Sé que la amas, pero no puedes permitir que ella te haga sentir menos. Tú no te mereces una mujer que te trate así.Guillermo se sintió incómodo. A pesar de su enojo hacia Valeria, había una parte de él que aún quería protegerla.—No te permito que h
Al día siguiente, la luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación donde Guillermo y Valeria habían compartido una noche de pasión y promesas. Valeria despertó lentamente, sintiendo el calor de Guillermo a su lado. Un suspiro de satisfacción escapó de sus labios mientras recordaba la intensidad de la noche anterior. Sin embargo, la realidad de su situación pronto la golpeó con fuerza.Con cuidado, se levantó, tratando de no despertar a Guillermo. Necesitaba un momento para reflexionar, organizar sus pensamientos y prepararse para lo que vendría. Mientras se vestía, su mente se llenó de inquietudes. “¿Cómo enfrentarían la presencia de Tania?” El mero pensamiento de que ella pudiera interponerse de nuevo en su relación le provocaba un nudo en el estómago.Guillermo despertó poco después, estirándose y sonriendo al ver a Valeria.—Buenos días —dijo con voz aún somnolienta—. ¿Cómo te sientes hoy, mi amor?—Un poco confundida —respondió ella, mordién