Guillermo observó a Valeria con una expresión de angustia, consciente de que las palabras que estaba a punto de pronunciar podrían tener consecuencias significativas.—Valeria..cariño, es que….Tania está aquí, pero no quiero que te preocupes. Estoy intentando gestionar la situación —respondió, esforzándose por sonar convincente.Valeria frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda; la pesadilla parecía regresar a su vida. Su mirada se endureció.—¿Gestionar la situación? ¿Cómo puedes afirmar eso? ¡Ella representa una amenaza para nosotros! ¿No te das cuenta? —exclamó, sintiendo que la rabia comenzaba a brotar en su interior.—Lo sé, pero… —Guillermo dudó un momento, buscando las palabras adecuadas—. Ella afirma estar embarazada, y necesito verificar si es cierto. No puedo ignorar algo tan importante como la posibilidad de un hijo.Valeria se quedó paralizada, sus ojos se abrieron con incredulidad.—¿Embarazada? ¿De ti? ¡Ja! No me hagas reír —su voz temblaba entre la in
Guillermo, visiblemente molesto con Valeria, le preguntó: —¿Esperas a alguien?—No, pero tal vez deberías abrir; podría ser alguna de tus amantes —respondió Valeria, llena de desdén. Guillermo decidió ignorar el comentario, sin querer prolongar la discusión. Al abrir la puerta, se quedó sorprendido y rápidamente miró a Valeria.—La visita es para ti. Es tu ex prometido, Javier. Así que, ¿por qué no vas a saludarlo? —dijo, con un tono cargado de sarcasmo y celos. Valeria, atónita, no comprendía por qué Javier estaba allí después de tanto tiempo.—¿Qué haces aquí, Javier? —preguntó Valeria, su rostro palideciendo.—Hola, Valeria. Veo que no me esperabas. Solo pasé a saludarte, pero si molesto…Valeria, frustrada por la presencia de Tania en la mansión, decidió responder a Javier para incomodar a Guillermo: —No, claro que no molestas. Solo me tomaste por sorpresa, pero por favor, pasa. También tengo derecho a recibir a mis amigos.Guillermo, consumido por los celos, no podía soportar la
Guillermo se sentó en el borde de la cama de Tania, observando cómo ella se acomodaba en las sábanas. La tensión en el ambiente era palpable, y aunque su mente estaba llena de pensamientos sobre Valeria, no podía ignorar la presencia de Tania, quien lo miraba con ojos llenos de expectativa.—¿Te sientes mejor? —preguntó él, intentando sonar indiferente.—Un poco, gracias. Solo necesito descansar un rato —respondió Tania, sonriendo con dulzura. —Pero, Guillermo, hay algo de lo que deberíamos hablar.Él frunció el ceño. No estaba seguro de querer escuchar lo que Tania tenía que decir, pero sabía que no podía ignorarla.—¿De qué se trata? —inquirió, cruzando los brazos.—Sobre Valeria… —comenzó Tania, con un tono de voz suave y calculadora—. Sé que la amas, pero no puedes permitir que ella te haga sentir menos. Tú no te mereces una mujer que te trate así.Guillermo se sintió incómodo. A pesar de su enojo hacia Valeria, había una parte de él que aún quería protegerla.—No te permito que h
Al día siguiente, la luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando la habitación donde Guillermo y Valeria habían compartido una noche de pasión y promesas. Valeria despertó lentamente, sintiendo el calor de Guillermo a su lado. Un suspiro de satisfacción escapó de sus labios mientras recordaba la intensidad de la noche anterior. Sin embargo, la realidad de su situación pronto la golpeó con fuerza.Con cuidado, se levantó, tratando de no despertar a Guillermo. Necesitaba un momento para reflexionar, organizar sus pensamientos y prepararse para lo que vendría. Mientras se vestía, su mente se llenó de inquietudes. “¿Cómo enfrentarían la presencia de Tania?” El mero pensamiento de que ella pudiera interponerse de nuevo en su relación le provocaba un nudo en el estómago.Guillermo despertó poco después, estirándose y sonriendo al ver a Valeria.—Buenos días —dijo con voz aún somnolienta—. ¿Cómo te sientes hoy, mi amor?—Un poco confundida —respondió ella, mordién
Valeria se acercó a la puerta con el corazón acelerado, nerviosa en vista de la molestia de Guillermo ante la visita de Javier. Al abrir la puerta, se encontró con Javier, quien la saludó con una sonrisa y un ramo de orquídeas, sus flores favoritas.—Hola, Valeria —dijo Javier, extendiendo las flores hacia ella—. Pasé por una floristería y recordé que son tus favoritas.Valeria sintió un nudo en el estómago; la belleza de las orquídeas contrastaba con la tormenta emocional que la envolvía.—Gracias, son hermosas —respondió, esforzándose por sonreír a pesar de la tristeza que la invadía—. Pero no debiste molestarte.Javier notó su expresión y, con un gesto suave, se acercó un poco más.—¿Estás bien? —Preguntó con su voz llena de preocupación—. ¿Te pasa algo, Valeria?La presión acumulada se desbordó en ese instante. Sin poder contenerse, Valeria se lanzó a los brazos de Javier y comenzó a llorar, buscando consuelo en su cercanía, ya que solo lo consideraba un amigo.—Todo es un caos —m
Valeria y Javier caminaban por el parque, disfrutando del aire fresco que los rodeaba. Javier intentaba mantener la conversación en un tono ligero, pero Valeria seguía sumida en sus pensamientos.—¿Sabes? —dijo Javier, rompiendo el silencio—. Este lugar siempre me ha parecido mágico. La tranquilidad del parque contrasta con el caos de la vida cotidiana.Valeria asintió, aunque su mente estaba distante. La imagen de Guillermo, molesto y dolido, no dejaba de rondar en su cabeza.—Tienes razón —respondió, esforzándose por esbozar una sonrisa—. Es un buen lugar para desconectarse de la realidad. Javier la observó, notando la tristeza en sus ojos. Quería ofrecerle apoyo aprovechando el momento de vulnerabilidad que tenía, estaba dispuesto a todo por ganarse su confianza y poder reconquistarla de nuevo. —Valeria, si necesitas hablar sobre lo que sientes, estoy aquí para escucharte —dijo con sinceridad.Ella lo miró, sintiendo un destello de gratitud. Sin embargo, la sombra de Guillermo si
Valeria experimentó una sensación de inquietud al observar la expresión en el rostro de Guillermo. Era evidente que algo no estaba bien, aunque la magnitud de lo que estaba a punto de desatarse era difícil de anticipar.—Guillermo, ¿qué está sucediendo? —preguntó, esforzándose por mantener la calma en su voz.Tania, que había permanecido al margen, observaba con una sonrisa contenida y, posteriormente, se acercó a Guillermo con una actitud desafiante.—Creo que me retiraré a mi habitación —anunció, sintiéndose segura de que tenía derecho a ocupar ese espacio en la mansión.Valeria, sintiendo que la tensión aumentaba, decidió ser directa con Guillermo.—¿Qué significa esto, Guillermo? Me dijiste que ibas a buscarle un lugar a Tania. ¿Cuándo se irá de esta casa?—Tania no se va a ir de aquí —respondió Guillermo con firmeza.—¿Qué? ¡Eso no fue lo que acordamos!—Lo siento, Valeria, pero Tania no está bien de salud y está esperando a mi hijo. No puedo dejarlos en la calle en esas circunst
Valeria se encontraba sumida en una profunda tristeza y soledad en la pequeña sala de su casa, rodeada de recuerdos de sus padres. Las fotos en las paredes y los muebles antiguos le recordaban constantemente la vida que había perdido en un abrir y cerrar de ojos. Desde la trágica muerte de sus padres en un accidente automovilístico, su situación económica se había vuelto insostenible. Los gastos médicos fueron exorbitantes y, a pesar de los esfuerzos de los médicos por salvarlos, resultaron en vano. Esto llevó a Valeria a endeudarse no solo con la clínica, sino también con los preparativos funerarios, agravando aún más su desesperada situación.Ellos le habían dejado la casa como herencia, pero no habían dejado muchos bienes. Las deudas se acumulaban y la hipoteca de la casa estaba a punto de vencer. Valeria se sentía atrapada, sin recursos y sin un empleo estable. La desesperación la consumía; cada día que pasaba sin trabajo era un paso más hacia la pérdida de su hogar.Una tarde, m